viernes, 5 de diciembre de 2008

Reflexión sobre el final de la cursada:

Hoy no puedo desmentir el título de la reflexión, estamos en el final. En esta segunda parte del seminario/taller, hemos trabajado con dos estilos: narración y ensayo. Agradezco la posibilidad que me brindó el primero de poder aprender nuevas formas de encarar la escritura de una narración, y en el segundo, de poder saber como se hace realmente un ensayo. Sinceramente nada de lo que aprendí en este tiempo que duró la cursada lo sabía de antes. Puedo decir con toda seguridad que en este seminario/taller aprendí como se hace una entrevista, como se elabora una crónica, como se escribe una ficción y como se realiza un ensayo. Hoy tengo claro en mi cabeza cuales son los secretos de cada género, cuales son las características de cada uno, lo que tengo que saber para hacer las cosas bien. Creo que al menos en mí, la cursada cumplió con su objetivo.

Merecen ser destacadas la forma de llevar adelante las clases, la posibilidad de compartir nuestros trabajos, los curiosos “ejercicios” que practicábamos; a veces parece que nó, pero en el momento de escribir todo suma y ayuda. Si no hubiera sido por este seminario/taller jamás hubiera sabido lo que es un biodrama, una experiencia de la cual guardo y guardaré un muy buen recuerdo. Lamentablemente, ya no puedo mirar hacia adelante porque el horizonte me absorbe, pero miro hacia atrás, y vuelvo a sentir orgullo por los compañeros que me han tocado, los momentos compartidos, lo aprendido, todo. Gracias a esta materia, pude conocer autores de los que jamás había oído hablar como asi también, interiorizarme en otros que conocía pero que hasta aquí no había prestado demasiada atención. Me ha devuelto el placer de la lectura y ha renovado mi entusiasmo por la escritura, y eso es algo de lo que estaré eternamente agradecido.

En la anterior reflexión mencioné que sentía cansancio de tanta escritura y aún hoy siento cansancio. Pero descubrí que en realidad, es un cansancio vinculado mas a la altura del año en la que nos encontramos, que a la actividad de la materia en sí. De todas formas, vuelvo a repetir que sigue siendo ésta la única manera de mejorar como escritores. Que es esto jamás cambie. Noto en mí una maduración como escritor, como dije anteriormente, manejo técnicas que antes desconocía que me permiten que lo que escriba, pueda salir mas pulido que antes. A mitad de cursada dije que había avanzado ya bastante en el proceso de escritura, pero que de todas formas quedaba mucho camino por recorrer en la materia y que todavía seguiría avanzando. Y así hice, pero como dije al comienzo, ha llegado el final. Y como esta reflexión tiene medio pinta de ensayo, voy a atreverme a utilizar una metáfora. La cursada de este seminario/taller fue como haber aprendido a andar en bicicleta. Estuvimos todo un cuatrimestre andando y andando, pero siempre con las “rueditas” que hacían las veces de guía y apoyo. Hoy terminamos de cursar y nos guste o no, es hora de seguir pedaleando, de seguir avanzando. Pero con la diferencia que debemos hacerlo solos; porque “las rueditas”, ya no están.

Ensayo final:

INSPIRÁNDOTE

-La literatura es mentir bien la verdad-
Juan Carlos Onetti

Recuerdo haber leído algunos años atrás, una historieta publicada en la revista dominical del diario Clarín que mas o menos trataba asi: un hombre caminaba por la calle y era testigo a cada paso que daba, de las diferentes circunstancias que ocurren alrededor nuestro cada vez que nos conectamos voluntaria o involuntariamente con nuestros pares ciudadanos. Es decir, en una viñeta el hombre observaba como otro hombre cambiaba una rueda pinchada de su vehículo por otra en mejores condiciones, en otro recuadro se veía una mujer paseando a su bebé en el cochecito, en otro sector resaltaba la presencia de un barrendero limpiando las calles y cosas asi. Situaciones tan comunes que pasan inadvertidas a nuestros ojos cada vez que nos suceden, porque justamente son eso, comunes. Al final de la historieta, nos enteramos que este simple transeúnte era un escritor que en aquel momento estaba siendo vanagloriado por una fanática lectora que resaltaba lo bello de su prosa, lo complejo de su literatura, y la capacidad creativa de proponer mundos paralelos inimaginables para la mayoría de los seres mortales; si se quiere, aquellos mismos seres comunes de los que hacía referencia previamente. En el dibujo, su rostro devolvía a la mujer el gesto ese que uno pone cuando es felicitado por algo que en realidad fue hecho por otro, o que simplemente ha salido bien por obra de la casualidad. Mirada escurridiza, sonrisita nerviosa, y cuello de la camisa apretado. Para justificarse, la mujer releía un fragmento del libro frente a su autor:

“Las imponderables circunstancias de nuestro transcurrir, que obstaculizan nuestro camino en búsqueda de la verdad, aquella verdad que devele nuestras inquietudes existenciales e ilumine el lúgubre sendero de la vida. Será el momento entonces de reparar los daños que esos obstáculos generen, y renovarlos por nuevas y más seguras formas de transitar el camino. Quizás al final, encontremos el mismo comienzo de la vida y sea no otro que Dios, el que limpie de impurezas nuestro sendero para poder continuar con nuestra búsqueda y seguir avanzando…”

Simplemente bello. No es que quiera autocomplacerme ni adularme pero resulta al menos a mi lectura, una frase profunda cuyo significado, si es que existe alguno, será tarea suya lector poder develar. El autor de esta historieta es Quino, uno de los mas grandes (sino el más grande) historietistas del país, dueño además de un reconocimiento internacional debido a ese gran personaje suyo que es Mafalda. Sinceramente, solo capturé la esencia de la historia y me tomé la molestia y el atrevimiento de inventar el resto. Soy poseedor de una memoria anormalmente poderosa que me permite entre otras cosas, poder recordar haber leído 10 años atrás esta historieta y no olvidarla jamás. De todas formas, el inconformismo natural del ser humano, me recrimina no poder recordar los diálogos ni los dibujos, pero me justifico aclarando que mi capacidad de memoria es solamente anormal, ni superdotada ni extraterrestre. Volviendo a Quino, éste es un autor cuyas historias ocultan, utilizando palabras de Ricardo piglia, una segunda historia que se cuenta de a poco cuadro por cuadro y aparece sobre el final asaltando por completo al sentido del relato.

“Un relato visible esconde un relato secreto, narrado de un modo elíptico y fragmentario. El efecto de sorpresa se produce cuando el final de la historia secreta aparece en la superficie.” (Piglia, 1990)

Esta segunda historia comprende siempre, en este caso sin meternos en temas políticos, una sátira, una ironía sobre algún tema en particular. En este caso, sobre la escritura. Principalmente sobre una cuestión específica: ¿De donde proviene la inspiración? El ejemplo de la historieta funciona como factor desmitificante de lo que comprende verdaderamente el génesis de las ideas de un escritor, la esencia de la creación.

Es necesario destacar primero que la inspiración no solo forma parte del género ficción. El escritor de crónicas por ejemplo, debe cumplir con la tarea de relatar un hecho real pero que en muchos casos, parte de un punto de vista meramente subjetivo fruto de alguna inspiración.

“Todo texto está escrito por alguien, es necesariamente una versión subjetiva de un objeto narrado: un enredo, una conversación, un drama. No por elección, por fatalidad es imposible que un sujeto dé cuenta de una situación sin que su subjetividad juegue en ese relato, sin que elija qué importa o no contar.” (Caparrós, 2007).

Otro ejemplo podría ser la escritura de ensayos, ese lugar donde el autor expresa y sustenta libremente alguna hipótesis que lo ha seducido por algún motivo en especial. Pero resulta ser en la ficción, donde la inspiración encuentra generalmente a su mejor aliada, porque es aquí donde realmente resalta la genialidad del escritor. Que difícil resulta inventar una historia desde la nada misma y convertirla en todo un universo. Que difícil es encontrar la inspiración. Pareciera ser entonces que el escritor de ficción es un genio, si la mente humana tuviera dimensiones físicas no habría lugar en el universo entero para albergar a tan solo una de ellas. Los escritores de ficción suelen ser presentados como magos; a menudo, al igual que artistas de otras disciplinas, reciben la visita de las musas que los inundan de imaginación potenciando el ya de por si potente talento de crear. Mientras probablemente usted o yo, las únicas musas que conozcamos sean las que vienen con fainá, los escritores mantienen una estrecha relación con las otras, que los inspiran a escribir. Y es por eso que la mente de los escritores de ficción pareciera ser extraordinaria, inhallable en el común de la gente. Es por estas cuestiones que cuando oímos hablar de un escritor estamos hablando en la mayoría de los casos de un escritor de ficción. Un escritor suele ser considerado como tal cuando escribe novelas o cuentos. Aquel que cuenta cosas que nunca pasaron, que nunca fueron, personas que no existieron, seres inventados. Pero escribir ficción es para pocos.

Pongamos como ejemplo, una historia por demás conocida como la de Harry Potter. Las aventuras de este muchachito comprendieron varios libros e iguales cantidad de películas. El interrogante pasa por saber de donde provino la inspiración de J.K. Rowling, su autora. Para muchos esta mujer es una genia. Mas que una genia, es una diosa creativa entre los mortales, ya que fue capaz de crear una historia sumamente innovadora que demuestra, en cada hoja del libro, el maravilloso mundo fantástico de Harry Potter que logró cautivar al mundo entero. Encontramos muestras de su capacidad imaginativa por ejemplo en el momento que el protagonista de la historia, un mago, utiliza como principal herramienta, un palito de madera con poderes mágicos llamado varita mágica. Jamás a nadie antes se le había ocurrido semejante cosa, ni al mas inspirado de todos los escritores. Solo a ella pudo habérsele ocurrido la tan original idea de que el joven brujo, pudiera volar montado en una escoba. Si, leyó bien; en una escoba. Ese palo con paja con el que usted lector barre la vereda, funciona como medio de transporte aéreo para el jovenzuelo; solo esta ilustrada mujer puede pensar en ideas tan innovadoras. Cuanta creatividad en una sola historia. Resultan evidentes los motivos de su éxito y reconocimiento. Ella sí es una verdadera escritora.

Esto demuestra que se vive en el error. Si se cree que los escritores son seres iluminados se está entonces transitando por el camino equivocado. No hay nada mágico en la inspiración, nada irreal, no proviene de ningún otro planeta. Existieron, existen, y seguirán existiendo innumerables formas que provocan la inspiración en cualquiera, sí, en cualquiera que decida un buen día tomar un lápiz y un papel y ponerse a escribir. Hay quienes por ejemplo, buscan la inspiración en el vicio, ya sea en el alcohol o en las drogas. Uno de los mas grandes escritores de la historia como fue Edgar Allan Poe, cada vez que escribía lo hacía bajo los efectos divagantes del opio. Considerada por él como su mejor obra, Ligeia, fue escrita íntegramente en un estado de absoluta sodomización. Estado que además, el autor trasladó al personaje estableciéndolo como característica autorreferencial.

“Yo estaba perturbado por la excitación de una inmoderada dosis de opio” (Poe, 1838).

Pero la mayor fuente de inspiración para los escritores de ficción proviene nada menos que de la propia realidad. Hay que reconocer sí, en el que escribe, la capacidad de ver la misma realidad que todos somos capaces de ver, pero con otros ojos.

“Cuando escribí El Zahir, mi punto de partida fue una palabra, una palabra que usamos casi todos los días sin darnos cuenta de lo misterioso que hay en ella (salvo que todas las palabras son misteriosas): pensé en la palabra inolvidable, unforgeteable en inglés. Ese fue mi punto de partida, bastante abstracto y pobre; pensar en el posible sentido de esa palabra oída, leída, literalmente in-olvidable” (Borges)

Es aquí entonces de donde proviene la inspiración. Nada se inventa, todo se observa. A lo sumo, las cosas se reinventan convirtiéndolas en un elemento útil a la escritura. Este es el verdadero sentido y origen de la inspiración, al menos para este modesto ensayista.

Se me ocurre pensar ahora cual habrá sido el factor desencadenante que despertó en mí la necesidad de escribir estas líneas acerca de este tema. La cuestión pasaría entonces por descifrar en que se habrá inspirado este joven escritor al momento de volcar estas ideas al papel. De donde más sino que de la vida misma. Probablemente haya sido aquella historieta de Quino a la cual creo que ya es hora de volver. Sinceramente desconozco el mecanismo de la mente humana, y es por eso que no me animo a afirmar con seguridad que haya sido aquello el gallo cantor que ha despertado mi inspiración, pero reconozco que ha servido como punto de partida y de referencia. Vuelvo a la historieta porque nos explica claramente como funciona la inspiración en un escritor. Aunque parezca que el relato basa su composición en la descripción de algún lugar abstracto, inexistente, cuyo objetivo sea quizás poder descifrar el verdadero sentido de la vida, o plantear esquemas demostrativos de la naturaleza humana y pretender descifrar los enigmas irresueltos del universo desde un punto de vista inmaterial, elevando al máximo la capacidad contemplativa del ser humano. Tan solo un punto de vista, tan solo un enfoque. Lo real y lo concreto, es que el autor no hizo mas que describir a un hombre que cambiaba la rueda pinchada de su automóvil, a una mujer que paseaba a su bebé en un cochecito, y a un simple barrendero que cumplía con su trabajo.

Hágame el favor lector de pensar en este instante, en la más hermosa composición musical que pudiera recordar. Aquella sinfonía que alguna vez lo cautivó, aquella ópera que lo desveló, o simplemente aquella canción que jamás se cansa de escuchar. Aquella hermosa creación tiene un esqueleto, una melodía. A veces tan simple que cuesta creerlo. La sinfonía más hermosa y por que no complicada de ejecutar, puede llegar a traducirse en tan solo un par de notas peladas, que quizás sin arreglos, no podría reconocer al instante de escucharla. Con la inspiración en la escritura ocurre algo similar. Quizás todo sea asunto de adornar la realidad, de contar lo mismo pero de manera un poco mas bonita. Si se encuentran las palabras adecuadas, el simple retrato de un hombre barriendo las calles puede llegar a convertirse en una hermosa poesía. Si yo toco con mi guitarra las notas que conforman esa melodía que lo desvela, usted quizás me mire con cara de extrañeza esperando que le comente que canción estoy ejecutando. Esto así ocurre debido a que mi actuación, no produciría el mismo efecto que si generaría contemplar la obra en plenitud. Una mujer con una belleza ordinaria puede convertirse en linda si se maquilla.
Hagámonos el favor de no creer que la capacidad de escribir sea un don que tan solo un par de privilegiados poseen. No confundamos inspiración con imaginación, ni exitismo con talento, ni tampoco creamos que existe la magia en el mundo. La inspiración está a la vuelta de la esquina esperando que alguien la encuentre, la tome, y pueda reconvertirla en una historia. Hay que saber que esa mosca que sobrevuela su cabeza mientras se dedica a la lectura, puede inspirarlo a algo; al igual que el brillo del haz de luz que se filtra por su ventana, o el mismísimo aroma a café que brota de su taza. Probablemente hasta este propio manifiesto pueda inspirarlo a escribir algo en el futuro. Quien le dice que dentro de 10 años no se le ocurra escribir un relato, y decida comenzar por contar que recuerda haber leído hace ya algunos años atrás, un extraño ensayo que hablaba sobre la inspiración.















Bibliografía

Piglia, Ricardo, “Tesis sobre el cuento”, en Crítica y ficción, Buenos Aires, Siglo XX, 1990.

Caparrós, Martín, Prólogo “La Argentina crónica”, compilador Maximiliano Tomás, Buenos Aires, Planeta, 2007.

Poe, Edgar Allan, “Ligeia”, en Obras Completas, Cuentos I, traducción Julio Cortázar, Buenos Aires, Alianza, 1956.

Borges, Jorge Luis, “acerca de mis cuentos”, ensayo.

Ensayo:

INSPIRÁNDOTE
- Versión editada por Carolina Navarro –

Recuerdo haber leído algunos años atrás, una historieta publicada en la revista dominical del diario Clarín que mas o menos trataba asi: un hombre caminaba por la calle y mientras lo hacía, observaba como otro hombre cambiaba una rueda pinchada de su vehículo por otra en mejores condiciones, también contemplaba a una mujer que paseaba a su bebé en el cochecito, y era testigo también de la presencia de un barrendero que limpiaba las calles. Situaciones tan comunes que pasan inadvertidas a nuestros ojos cada vez que nos suceden, porque justamente son eso, comunes. Al final de la historieta, nos enteramos que este simple transeúnte era un escritor que en aquel momento estaba siendo vanagloriado por una fanática lectora que resaltaba lo bello de su prosa, lo complejo de su literatura, y la capacidad creativa de proponer mundos paralelos inimaginables para la mayoría de los seres mortales; si se quiere, aquellos mismos seres comunes de los que hacía referencia previamente. En el dibujo, su rostro devolvía a la mujer el gesto ese que uno pone cuando es felicitado por algo que en realidad fue hecho por otro, o que simplemente ha salido bien por obra de la casualidad. Mirada escurridiza, sonrisita nerviosa, y cuello de la camisa apretado. Para justificarse, la mujer releía un fragmento del libro frente a su autor:

“Las imponderables circunstancias de nuestro transcurrir, que obstaculizan nuestro camino en búsqueda de la verdad, aquella verdad que devele nuestras inquietudes existenciales e ilumine el lúgubre sendero de la vida. Será el momento entonces de reparar los daños que esos obstáculos generen, y renovarlos por nuevas y más seguras formas de transitar el camino. Quizás al final, encontremos el mismo comienzo de la vida y sea no otro que Dios, el que limpie de impurezas nuestro sendero para poder continuar con nuestra búsqueda y seguir avanzando…”

Simplemente bello. No es que quiera autocomplacerme ni adularme pero resulta al menos a mi lectura, una frase profunda cuyo significado, si es que existe alguno, será tarea suya lector poder develar. El autor de esta historieta es Quino, uno de los mas grandes (sino el más grande) historietistas del país, dueño además de un reconocimiento internacional debido a ese gran personaje suyo que es Mafalda. Sinceramente, solo capturé la esencia de la historia y me tomé la molestia de inventar el resto. Soy poseedor de una memoria anormalmente poderosa que me permite entre otras cosas, poder recordar haber leído 10 años atrás esta historieta y no olvidarla jamás. De todas formas, el inconformismo natural del ser humano, me recrimina no poder recordar los diálogos ni los dibujos, pero me justifico aclarando que mi capacidad de memoria es solamente anormal, ni superdotada ni extraterrestre. Volviendo a Quino, éste es un autor cuyas historias ocultan, utilizando palabras de Ricardo piglia, una segunda historia que se cuenta de a poco cuadro por cuadro y aparece sobre el final asaltando por completo al sentido del relato.

“Un relato visible esconde un relato secreto, narrado de un modo elíptico y fragmentario. El efecto de sorpresa se produce cuando el final de la historia secreta aparece en la superficie.” (Piglia, 1990)

Esta segunda historia comprende siempre, en este caso sin meternos en temas políticos, una sátira, una ironía sobre algún tema en particular. En este caso, sobre la escritura. Principalmente sobre una cuestión específica: ¿De donde proviene la inspiración? El ejemplo de la historieta funciona como factor desmitificante de lo que comprende verdaderamente el génesis de las ideas de un escritor, la esencia de la creación.

Es necesario destacar primero que la inspiración no solo forma parte del género ficción. El escritor de crónicas por ejemplo, debe cumplir con la tarea de relatar un hecho real pero que en muchos casos, parte de un punto de vista meramente subjetivo fruto de alguna inspiración.

“Todo texto está escrito por alguien, es necesariamente una versión subjetiva de un objeto narrado: un enredo, una conversación, un drama. No por elección, por fatalidad es imposible que un sujeto dé cuenta de una situación sin que su subjetividad juegue en ese relato, sin que elija qué importa o no contar.” (Caparrós, 2007).

Otro ejemplo podría ser la escritura de ensayos, ese lugar donde el autor expresa y sustenta libremente alguna hipótesis que lo ha seducido por algún motivo en especial. Pero resulta ser en la ficción, donde la inspiración encuentra generalmente a su mejor aliada, porque es aquí donde realmente resalta la genialidad del escritor. Que difícil resulta inventar una historia desde la nada misma y convertirla en todo un universo. Que difícil es encontrar la inspiración. Pareciera ser entonces que el escritor de ficción es un genio, si la mente humana tuviera dimensiones físicas no habría lugar en el universo entero para albergar a tan solo una de ellas. Los escritores de ficción suelen ser presentados como magos; a menudo, al igual que artistas de otras disciplinas, reciben la visita de las musas que los inundan de imaginación potenciando el ya de por si potente talento de crear. Mientras probablemente usted o yo, las únicas musas que conozcamos sean las que vienen con fainá, los escritores mantienen una estrecha relación con las otras, que los inspiran a escribir. Y es por eso que la mente de los escritores de ficción pareciera ser extraordinaria, inhallable en el común de la gente. Es por estas cuestiones que cuando oímos hablar de un escritor estamos hablando en la mayoría de los casos de un escritor de ficción. Un escritor suele ser considerado como tal cuando escribe novelas o cuentos. Aquel que cuenta cosas que nunca pasaron, que nunca fueron, personas que no existieron, seres inventados. Pero escribir ficción es para pocos.

Pongamos como ejemplo, una historia por demás conocida como la de Harry Potter. Las aventuras de este muchachito comprendieron varios libros e iguales cantidad de películas. El interrogante pasa por saber de donde provino la inspiración de J.K. Rowling, su autora. Para muchos esta mujer es una genia. Mas que una genia, es una diosa creativa entre los mortales, ya que fue capaz de crear una historia sumamente innovadora que demuestra, en cada hoja del libro, el maravilloso mundo fantástico de Harry Potter que logró cautivar al mundo entero. Encontramos muestras de su capacidad imaginativa por ejemplo en el momento que el protagonista de la historia, un mago, utiliza como principal herramienta, un palito de madera con poderes mágicos llamado varita mágica. Jamás a nadie antes se le había ocurrido semejante cosa, ni al mas inspirado de todos los escritores. Solo a ella pudo habérsele ocurrido la tan original idea de que el joven brujo, pudiera volar montado en una escoba. Si, leyó bien; en una escoba. Ese palo con paja con el que usted lector barre la vereda, funciona como medio de transporte aéreo para el jovenzuelo; solo esta ilustrada mujer puede pensar en ideas tan innovadoras. Cuanta creatividad en una sola historia. Resultan evidentes los motivos de su éxito y reconocimiento. Ella sí es una verdadera escritora.

Esto demuestra que se vive en el error. Si se cree que los escritores son seres iluminados se está entonces transitando por el camino equivocado. No hay nada mágico en la inspiración, nada irreal, no proviene de ningún otro planeta. Existieron, existen, y seguirán existiendo innumerables formas que provocan la inspiración en cualquiera, sí, en cualquiera que decida un buen día tomar un lápiz y un papel y ponerse a escribir. Hay quienes por ejemplo, buscan la inspiración en el vicio, ya sea en el alcohol o en las drogas. Uno de los mas grandes escritores de la historia como fue Edgar Allan Poe, cada vez que escribía lo hacía bajo los efectos divagantes del opio. Considerada por él como su mejor obra, Ligeia, fue escrita íntegramente en un estado de absoluta sodomización. Estado que además, el autor trasladó al personaje estableciéndolo como característica autorreferencial.

“Yo estaba perturbado por la excitación de una inmoderada dosis de opio” (Poe).

Pero la mayor fuente de inspiración para los escritores de ficción proviene nada menos que de la propia realidad. Hay que reconocer sí, en el que escribe, la capacidad de ver la misma realidad que todos somos capaces de ver, pero con otros ojos.

“Cuando escribí El Zahir, mi punto de partida fue una palabra, una palabra que usamos casi todos los días sin darnos cuenta de lo misterioso que hay en ella (salvo que todas las palabras son misteriosas): pensé en la palabra inolvidable, unforgeteable en inglés. Ese fue mi punto de partida, bastante abstracto y pobre; pensar en el posible sentido de esa palabra oída, leída, literalmente in-olvidable” (Borges)

Es aquí entonces de donde proviene la inspiración. Nada se inventa, todo se observa. A lo sumo, las cosas se reinventan convirtiéndolas en un elemento útil a la escritura. Este es el verdadero sentido y origen de la inspiración, al menos para este modesto ensayista.

Se me ocurre pensar ahora cual habrá sido el factor desencadenante que despertó en mí la necesidad de escribir estas líneas acerca de este tema. La cuestión pasaría entonces por descifrar en que se habrá inspirado este joven escritor al momento de volcar estas ideas al papel. ¿De dónde más sino que de la vida misma? Probablemente haya sido aquella historieta de Quino a la cual creo que ya es hora de volver. Sinceramente desconozco el mecanismo de la mente humana, y es por eso que no me animo a afirmar con seguridad que haya sido aquello el gallo cantor que ha despertado mi inspiración, pero reconozco que ha servido como punto de partida y de referencia. Vuelvo a la historieta porque nos explica claramente como funciona la inspiración en un escritor. Aunque parezca que el relato basa su composición en la descripción de algún lugar abstracto, inexistente, cuyo objetivo sea quizás poder descifrar el verdadero sentido de la vida, o plantear esquemas demostrativos de la naturaleza humana y pretender descifrar los enigmas irresueltos del universo desde un punto de vista inmaterial, elevando al máximo la capacidad contemplativa del ser humano. Tan solo un punto de vista, tan solo un enfoque. Lo real y lo concreto, es que el autor no hizo mas que describir a un hombre que cambiaba la rueda pinchada de su automóvil, a una mujer que paseaba a su bebé en un cochecito, y a un simple barrendero que cumplía con su trabajo.

Hágame el favor lector de pensar en este instante, en la mas hermosa composición musical que pudiera recordar. Aquella sinfonía que alguna vez lo cautivó, aquella ópera que lo desveló, o simplemente aquella canción que jamás se cansa de escuchar. Aquella hermosa creación tiene un esqueleto, una melodía. A veces tan simple que cuesta creerlo. La sinfonía mas hermosa y por que no complicada de ejecutar, puede llegar a traducirse en tan solo un par de notas peladas, que quizás sin arreglos, no podría reconocer al instante de escucharla. Con la inspiración en la escritura ocurre algo similar. Quizás todo sea asunto de adornar la realidad, de contar lo mismo pero de manera un poco mas bonita. Si se encuentran las palabras adecuadas, el simple retrato de un hombre barriendo las calles puede llegar a convertirse en una hermosa poesía. Si yo toco con mi guitarra las notas que conforman esa melodía que lo desvela, usted quizás me mire con cara de extrañeza esperando que le comente que canción estoy ejecutando. Esto así ocurre debido a que mi actuación, no produciría el mismo efecto que si generaría contemplar la obra en plenitud. Una mujer con una belleza ordinaria puede convertirse en linda si se maquilla.
Hagámonos el favor de no creer que la capacidad de escribir sea un don que tan solo un par de privilegiados poseen. No confundamos inspiración con imaginación, ni exitismo con talento, ni tampoco creamos que existe la magia en el mundo. La inspiración está a la vuelta de la esquina esperando que alguien la encuentre, la tome, y pueda reconvertirla en una historia. Hay que saber que esa mosca que sobrevuela su cabeza mientras se dedica a la lectura, puede inspirarlo a algo; al igual que el brillo del haz de luz que se filtra por su ventana, o el mismísimo aroma a café que brota de su taza. Probablemente hasta este propio manifiesto pueda inspirarlo a escribir algo en el futuro. Quien le dice que dentro de 10 años no se le ocurra escribir un relato, y decida comenzar por contar que recuerda haber leído hace ya algunos años atrás, un extraño ensayo que hablaba sobre la inspiración.

Proceso de escritura:

Debo confesar que no supe sobre que escribir hasta el momento en que decidí comenzar el ensayo. Veía la computadora y obligaba a mis ojos a girar hacia otro lado, motivo de la inseguridad que me brindaba saber si las palabras iban a salirme o no. Pero finalmente una madrugada lluviosa tomé coraje, senté mi cuerpo frente a la pantalla, y con los dedos sobre el teclado, comencé a escribir. Se me ocurrió comenzar por una historieta de Quino que había leído hacía mucho ya y de la cual solo recordaba el mensaje que ésta brindaba. No recordaba nada más. Aún no sé porque comencé de esa manera, no había pensado en esa historieta en mucho tiempo y sin embargo, fue lo primero que se me ocurrió.

En principio, el ensayo iba a tratar sobre el mismísimo proceso de escritura por el cual atraviesa cualquier escritor, a la hora de escribir sea cual fuere el género sobre el que quiera trabajar. Pero me topé al instante con un obstáculo que, caído como fruta madura de un árbol, pensé que había aparecido solo para perjudicarme. Mas luego descubrí que debajo de la áspera y amarga cáscara del obstáculo, se escondía una dulce y sabrosa pulpa llamada oportunidad. No por nada en el idioma de una cultura tan sabia como la china, el mismo ideograma utilizado para representar la crisis, es el mismo usado para simbolizar a la oportunidad. Ese obstáculo era la inspiración, o mejor dicho, la falta de ella. Podría decir tanto sobre ella en aquel momento, que decidí entonces focalizar mi ensayo sobre la propia inspiración.

Lo cierto es que lo que escribí acerca de la inspiración, no terminó siendo muy diferente a lo que pensaba escribir sobre el proceso de escritura. Pero ocurría que inconcientemente a cada palabra que escribía, el texto me llevaba irremediablemente a hablar sobre la inspiración. Intentaba torcer el timón, pero los vientos soplaban muy fuerte y opté finalmente por dejar de esforzarme y me dejé llevar por la propia corriente.

Al intentar explicar la historieta de Quino, descubrí que era aplicable a sus historias el concepto que Ricardo Piglia vierte en su “Tesis sobre el cuento”. Aquella distinción acerca de la historia uno y la historia dos, y por eso decidí incluir una cita de este texto en el ensayo.
Una vez metido ya en el tema de la inspiración, para intentar explicar que ésta no corresponde únicamente al género de la ficción, y que es necesaria hasta para la redacción de una crónica, se me ocurrió en una cita de Martín Caparrós que se encuentra alojada en el prólogo de “La Argentina crónica”. En ella se explica que todo texto por más objetivo que intente ser, mantiene siempre impregnada una mirada subjetiva de su redactor. Se me ocurrió vincular esta frase, porque en la tarea del cronista siempre existe alguna inspiración que lo motiva a trabajar determinado tema. Hay siempre un motivo que le despierta curiosidad, y por mas que trate el tema de la manera mas formal posible, la iniciativa partió de algo tan subjetivo y personal como una motivación o inspiración.

De esta manera también, se me ocurrió hacer extensiva esta definición al arte de la escritura de ensayos, porque como dije anteriormente, si hay algo con lo que tuve que lidiar a la hora de escribir el ensayo fue con la falta de inspiración.

Si hay algo que despierta furia en mí, es la injusticia. Es muy frecuente que a muchos artistas en general, escritores en este caso, se los considere como el mejor exponente en lo que hacen, porque venden muchos libros (o canciones, pinturas, lo que sea) o porque simplemente son famosos o reconocidos. No quiero decir que no sean buenos en lo que hacen, pero suelen ser considerados con mayor talento del que realmente tienen. Esto es lo que intento denunciar con el apartado sobre Harry Potter y su autora. Me pareció acertada la idea de ironizar al respecto de este tema.

Para hacer mas completo el ensayo pensé en las diferentes formas que pueden utilizarse para atraer la inspiración. Unos mese atrás escribí sobre esto, pero aquí hago hincapié en otros métodos; es decir, los métodos que usaban célebres escritores para inspirarse. Inmediatamente pensé en un autor al cual admiro mucho y sobre el cual me enorgullece decir que llevo leídas la totalidad de sus obras. Estoy hablando Edgar Allan Poe. Pensé entonces en las constantes referencias que hace en sus cuentos acerca del opio, y de cómo influía en él al momento de la creación. Se me ocurrió entonces, extraer una cita del cuento en el que mas se nota la presencia de este inspirante y aspirante elemento: “Ligeia”.
Luego, me pareció que ya era hora de decir finalmente de donde proviene en mi opinión, la mayor fuente de inspiración en los escritores, que es justamente sobre lo que Quino ironizaba en su historieta. Para ello, decido afirmar mi postura citando un ensayo de Jorge Luis Borges donde expresa el génesis de la escritura de su cuento “El Zahir”.

Para concluir con el texto, se me ocurre armar una metáfora vinculando la música con la inspiración en la escritura. Lo curioso de esta situación es que desde un primer momento supe que debía incluir una metáfora, pero era incapaz de establecer analogía alguna. Cuando decía que temía sentarme en la computadora a escribir era por esto. Como iba a hacer para encontrar citas que sustenten mi pensamiento y además una metáfora que la represente. Parecía imposible. La vinculación con la música surgió de manera espontánea y quedará en usted lector, creerme o no, cuando le diga que fue cuando terminé de escribir el ensayo que descubrí que aquello que acababa de escribir, constituía una metáfora. Evidentemente el texto me fue llevando y parecía que había comprendido, al menos a mi parecer, aquello de sentirle la respiración al texto.

Por último y bien último, el ensayo ya estaba hecho, con muchos o pocos errores, ya se había hecho. Pero aún me faltaba escoger un epígrafe. Pensé en muchos autores de los cuales poder extraerlo, releí mucho para encontrar “esa” frase que explique en tan solo unas palabras sobre lo que iba a tratar mi ensayo. Me esforcé demasiado por tratar de recordar algún enunciado que no haya podido olvidar, y que se vincule al tema que estaba tratando. Fue entonces que recordé que el año pasado, con el diario Clarín había salido en la edición del domingo dos de septiembre, una pequeña revista donde se detallaban algunas frases célebres. Esa incómoda pero útil manía de guardar todo, fue mi salvación. Sabía donde se encontraba y a menos de un minuto de haber pensado en ella, ya la tenía en mis manos. Las frases eran variadas y trataban sobre muchos y diferentes temas, pero fue en la sección de arte y literatura donde encontré lo que buscaba. Vuelvo a repetir que estará en usted lector creerme o no, cuando le diga que el epígrafe fue agregado después de concluido el ensayo y no previo a su realización. Me veo en la necesidad de aclararlo, porque la frase de este gran novelista uruguayo resultó ser muy acertada. Finalmente y ahora sí, mi ensayo está terminado.

Ensayos de Berger:

Claramente éstos son ensayos de tipo académico. En palabras de Flusser, estarían mas cerca de ser tratados que ensayos. De todas formas, su lectura fue de gran utilidad para poder reconocer los contrastes existentes entre los diferentes tipos de ensayos. En ellos encontré varias citas, extensas además, y un lenguaje bastante formal de acuerdo al tipo de ensayo que se trata. Sinceramente, no es el modelo de ensayo que me gustaría seguir, pero reconozco que es un texto bien logrado y rescato de él, los pasajes descriptivos y lo claro a la lectura que resulta. No obstante, todo suma y es un buen texto de consulta ante algún tipo de duda que pueda surgir al momento de la escritura.

Ensayos de Calvino:

“Colección de arena”

Sinceramente si me hubieran preguntado en las filas de que género incluiría, yo, estos relatos; sin dudar hubiera dicho que se trataban de crónicas. Sobre todo aquel que le dá nombre al título. En “Qué nuevo era el nuevo mundo” posiblemente sí se noten mas los rasgos de ensayista que los de cronista. Pero en “Colección de arena” aún me queda la duda.

Al leer estos escritos, comprendí que el ensayo puede resultar un género aún mas libre de lo que creía. Éstos son en mi opinión, ensayos que pueden incluirse en un sub. género de ensayos de tipo literarios. De la misma forma que puede funcionar como crónicas, bien podrían hacerlo también como cuentos. A esto me refiero cuando digo que el ensayo es un género que brinda absoluta libertad. Me vuelve a quedar la sensación, al igual que en el texto de Flusser, que no hay mucho lugar para la equivocación porque el ensayo no es un género que se encuentre bien definido. Sino, todo lo contrario. El ensayo es como su autor quiere que sea. En realidad, hilando finamente, cualquier tipo de texto es tal cual su creador quiere que sea. Pero existen en otros géneros literarios, características estructurales que son inmodificables. Cada género tiene sus códigos y sus reglas. Pero en el ensayo, el autor puede hacer de su obra lo que sea, siguiendo si así lo desea, ningún tipo de regla.

Leyendo “Colección de arena” aprendí que un buen recurso para utilizar en un ensayo es la metáfora. Debo buscar entonces una metáfora, que signifique para mi ensayo, lo que representa la colección de arenas para el ensayo de Calvino. Un solo concepto que englobe con la poesía de lo tácito el eje de mi ensayo. Me arriesgo a afirmar que la lectura de estos textos, generaron en mí una especie de sentimiento de alivio, ya que aparentemente no debo seguir ninguna línea en particular para que mi ensayo sea tal. No debe haber nada más implacentero y horrendo, que escribir siguiendo una estructura en la cual, uno no se siente para nada cómodo.

Diario de escritor:

Ensayo de Flusser:

Este ensayo me ha servido para comprender desde un comienzo que es verdaderamente un ensayo. Flusser establece la diferencia entre tratado y ensayo distinguiendo al primero, como aquel manifiesto de uso meramente académico y formal, y al segundo, como un escrito influenciado también por el aspecto subjetivo del escritor. “En el tratado buscaré explicar mi tema. En el ensayo, buscaré implicarme en él”. Al leer ésto, comprendí lo importante que era lograr “meterme” en el texto.

El ensayo que escriba debo sentirlo mío; debo saber de lo que estoy hablando, y que las palabras fluyan de mi interior hacia el texto sin escala. El ensayo tiene que ser perfecto, no deben existir errores en él. Porque es algo por lo que voluntariamente me siento a hablar, es contar lo que siento, simplemente mi parecer. Si me pongo a escribir un ensayo es porque hay “algo” que me motiva, que me indigna, que despierta mi curiosidad; algo que me “pincha” en palabras de Barthez. Es por eso que debe constituir un relato sin fisuras, nadie podrá objetar lo que siento; podrá estar de acuerdo o no, pero no refutarlo. Podrá haber errores de sintagma, puntuación, coherencia, etc., pero no de sentido, aunque las ideas se expresen sin él. Lo habrá para el autor.

Parecido ocurre con la diferencia entre un informe y una crónica. En el primero se retratan los hechos de la manera mas objetiva posible, mientras que en el segundo, es fundamental la presencia del cronista en el relato de los mismos. Quizás, como explica Flusser, me toque correr el riesgo de desviarme en el foco de la atención al involucrarme emocionalmente, pero trataré en caso que aquello ocurra, de volver los pies sobre la tierra apoyándome en el uso de las citas que reafirmarán el tema sobre el que hablaré. Hoy me toca escribir un ensayo y no un tratado. Si hay riesgo de equivocarse, bien; si me equivoco, mejor. Se aprende más de los errores que de los aciertos.

viernes, 14 de noviembre de 2008

DOS AMIGOS

Consigna sobre charla en el auditorio

Cuento de ficción

— Hay que matarla, no queda otra.
— ¿Te parece llegar a tanto?
— ¿A ver decime, se te ocurre algo mejor?
— No, obviamente es la mejor solución; pero no quiero convertirme en asesino y mucho menos terminar en la cárcel.
— De la “culpa moral” no te preocupes que me encargo yo. Vos hoy hacé tu vida normal que después nos encontramos allá.
— Pará Pará; que, ¿la vas a matar hoy?
— ¿Y cuando sino? Ya te dije que mañana sale para Córdoba. Es hoy o nunca.

Los dos amigos se despidieron y se retiraron del café donde se habían juntado a desayunar. Era la mañana del martes 28 de octubre de 2008 y el sol brillaba enérgicamente a pesar de los pronósticos de lluvia. Francisco dejó a su amigo y se dirigió hacia su trabajo de la misma forma que hace todos los días. Mientras estuvo allí no se sintió bien. Estaba nervioso, preocupado por todo lo que había pasado, y sentía intranquilidad por no saber nada sobre su amigo. Eran las 5 de la tarde, Francisco había terminado con su trabajo y por lo tanto se retiró hacia su hogar.

Revisó el contestador en caso que hubiera algún mensaje, aunque era conciente que esta situación hubiera sido improbable ya que su amigo de haber intentado comunicarse, lo hubiera hecho a través de su teléfono móvil. Quiso descansar un momento por lo que decidió recostarse antes de que llegue la hora de partir. Sentía el agotamiento lógico de haber pasado toda la noche despierto. De todas formas, fue imposible que consiguiera siquiera cerrar los ojos, no podía alejarse ni un momento de todo lo que había vivido horas atrás. No dejaba de imaginarla, pensaba que en ese momento probablemente ya había dejado de existir. Pero había algo que lo perturbaba aún mas, saber que esta situación lo beneficiaba. Sentía culpa, la culpa de ser conciente que alguien había muerto bajo su consentimiento. Y que los valores que él se ha encargado de transmitir permanentemente y con los que se ha manejado a lo largo de su vida, se vieron avasallados por el acontecer de una sola noche. Sentía en parte asco de si mismo, por descubrir que prefería la muerte de una inocente persona antes que caer preso.

Recostado sobre su cama, y con el antebrazo derecho sobre la frente, clavó la mirada fijamente sobre el techo. Pero no era la imagen del ventilador con movimientos incesantes lo que sus ojos percibían, eran imágenes sobre ella, esa mujer que indefectiblemente ha dejado una huella en su vida para siempre. En su tiempo de meditación, hubo lugar también para su amigo. En ese instante recordó una frase que su padre solía repetirle a menudo: “uno no termina nunca de conocer realmente a las personas”. Jamás hubiera pensado que el hombre que conocía desde hacía varios años, hubiera sido capaz de hacer todo lo que esa noche; él, le vió hacer. Nunca hubiera creído que además de lo acontecido, se hubiera comprometido a asesinarla con la misma naturalidad que se mata una mosca en pleno verano. ¿Por qué a mi? se preguntaba una y otra vez. Cada tanto miraba su teléfono con intensiones de que suene, pero la llamada no llegaba. Sentía por momentos la tentación de llamarlo él, pero se contenía al pensar que pudiera molestarlo justo en “ese momento”.

Pensaba en la tranquilidad con que transcurría su vida, de la felicidad que gozaba sin saberlo. Se preguntaba si todo llegara a salir bien como continuaría la relación con su amigo. De seguro sabía que ya no sería la misma. Esto indudablemente ha marcado un quiebre, lamentablemente no poseía la sangre fría con la que el otro contaba. Pensaba entonces como continuaría su vida en general después de lo vivido, como haría para mirar a los ojos de cada hombre, mujer y niño; y no ver en ellos, los ojos de esa pobre mujer. También se preocupaba por el método que su amigo implementaría para acabar con ella. Sabía que no era poseedor de armas, aunque luego de conocer su desconocida faceta, esta situación generaba algunas dudas. De todos modos se sentía intrigado en la forma que la mataría. ¿La ahorcaría? ¿le clavaría un puñal? ¿buscaría la forma de envenenarla? ¿Y bajo que contexto? ¿un suicidio? ¿un accidente? ¿fingiría un asalto?

En su mente planeaba una y mil formas de asesinarla, aunque jamás se atrevería a llevar a cabo tales atrocidades. Imaginaba la forma adecuada que demuestre que nada de lo que realmente pasó quede al descubierto. Pensando, pensando, y pensando, el tiempo pasó y el reloj de su cuarto marcó las 7 demostrando que en 5 minutos debía partir. Levantó entonces el cuerpo de su cama, se dirigió al baño, y arregló su cabello no permitiéndose bajo ningún concepto contemplar sus ojos negros de cansancio, nervios, miedo, y culpa.

Salió de su hogar y en la parada de colectivo, todo lo que observaba le recordaba a ella y lo vivido en esa noche. Durante el viaje mantuvo siempre la cabeza recostada sobre la ventana, y la mirada fija en la nada. De todas formas seguía sin mirar; su mente seguía en otro lado. Faltando ya poco para llegar, su teléfono chilló y vibró. Era un mensaje. Lo tomó de inmediato pero sus palpitaciones volvieron a descender al comprobar que no era el remitente que esperaba. No se molestó en leerlo. Una vez llegado a destino, mantenía la leve ilusión de encontrarlo allí tal cual habían planeado en la mañana. Pero ya había caminado bastante por el establecimiento y no lograba verlo. La ilusión, se desvanecía poco a poco. Se encontró con algunos conocidos y sin prestar ningún tipo de atención a las palabras que percibía, los oyó hablar sobre el tema que los había reunido. Se había cumplido la hora y Miguel no había llegado. Sus compañeros preguntaron por él y Francisco respondió con el mayor de los disimulos.

Finalmente entraron al auditorio de la Universidad, y encontraron sobre el escenario, una mesa larga sobre la cual descansaban pequeños carteles con los nombres de quienes expondrían esa noche. Estaba el de Oscar Bosetti, el de Celia Güichal, y el de Francisco Godinez Galay. El de Miguel Vidal ya había sido retirado.

NIEVE

Relato onírico

Palabras clave: balcones, cae, frío
Tema: “La liberación”

Lo ineludible, lo inevitable, está por ocurrir. Y yo me siento completamente feliz. Siento un enorme alivio sobre mi cuerpo, mi alma esta por fin tranquila, esta descansando, siento paz, me siento liviano; que hermosos es sentir. Aunque sea frío. El frío, como el dolor, como el calor, son sensaciones que en exageradas medidas molestan, a mi ya no me importan.

Hoy aquí y ahora soy un simple espectador, esperando que llegue mi turno. La nieve cae en pequeñas proporciones, lo suficiente como para emblanquecer cualquier cuerpo inmóvil como el mío o el de mis compañeros. Siento el segundo de los ruidos, otro ha muerto. Somos seis, desgraciadamente me toca ser el último, podría haber sido el primero pero por esas cuestiones del destino han comenzado por el otro extremo y seré yo entonces, quien corone esta serie de liquidaciones. Tengo el pecho congelado y debo esforzarme en mantener el mentón erguido para evitar quemarme la piel. Recuerdo que mi madre se preocupaba porque estuviera siempre abrigado, si me viera ahora… Un tercer disparo acaba de sonar, me pregunto a quien le habrá tocado esta vez. Ojalá mis compañeros estén enfrentando este momento tal cual yo lo hago, no es bueno morir creyendo que la muerte es mala. Es insensato prejuzgar algo sobre lo que no conocemos absolutamente nada.

Recuerdo de niño haber robado una vez caramelos del mercado. Estaban solos, sin protección, era imposible ser descubierto; y en un acto desprovisto de toda conciencia, los tomé. Al llegar a mi casa, y sin saber con seguridad el motivo, sentí la imperiosa necesidad de contar a mis padres lo que había hecho. Sabía que había obrado mal y no podía callarlo un instante mas. Inmediatamente después de la confesión, mi cuerpo sintió las mas hermosa sensación de liberación que se puede llegar a sentir. Una pesada mochila que pesaba sobre mis hombros ya no estaba. Asi me siento ahora. Hice lo que tenia que hacer, lo que consideraba correcto.

No me interesa ahora juzgar a quienes me juzgan, no me molesta morir si aquellos que me eliminan lo hacen por convicción. Son, en parte, mis compañeros; solo que el destino nos ha colocado en veredas diferentes. A veces la derrota suele ser un placer, difícil de poder apreciar, pero hoy aquí y ahora me reconforta. Oigo un cuarto disparo, otro compañero ha caído. No veo el momento que lleguen hacia mi. Estoy ansioso. Son varios ellos, bien podrían repartirse la tarea y terminar mas rápido, pero el protocolo parece ser el protocolo. La gente nos observa desde los balcones de sus casa, algunos entienden, otros no. A mi no me molesta, sinceramente dudo que de presentárseme la oportunidad estaría en sus lugares pero asi es como civilmente fueron educados y no puedo culparlos.

¿Cuanto mas faltará para que llegue mi turno? Desearía haber podido vivir mi vida con la misma sensación de despreocupamiento que siento ahora. Estoy liberado de toda responsabilidad, ya nada se espera de mi, nada a que responder. Estoy a tan solo segundos de morir, ¿era necesario llegar a esta instancia para sentirme asi? La belleza, la felicidad, la tranquilidad, la liberación, todo fluye en mi ahora. Estoy a punto de ser libre. Pero todavía no. Están por efectuar el quinto disparo. La bala no sale. El arma se encuentra trabada. Es el frió que congela el mecanismo, pero basta con cargarla nuevamente para que se solucione. Una gota de sangre golpea mi ojo izquierdo, de todas formas no me queda mucho mas por ver.

Me obligan a apoyarme sobre mis rodillas, y por fin siento el caño sobre la parte trasera de mi cabeza. Finalmente, mi alma podrá ser liberada y podrá volar hacia donde quiera. Ya no estará atada mas a mi cuerpo, no estará mas sujeta a mi materialidad. Ahora volverá a ser inmortal. Me disculpo si no he sabido utilizarte y agradezco profundamente la nobleza y los valores con los que te has acercado a mi. Si es que la eternidad existe, estará agradecido eternamente de haber compartido esta vida contigo. Has hecho de mí un gran ser.

Sigo con el arma sobre mi cabeza. Se encuentra demasiada inclinada hacia la izquierda, de esta manera puede correrse el riesgo de que la bala resbale por el hueso y no logre penetrar hacia el interior. Hay que asegurarse, en vida no era un hombre al que debiera dársele una segunda oportunidad.

Nota de lector de “Tercera persona” de Lucía Cueto

Es un cuento sobre la típica rivalidad que existe entre hermanos, en este caso no sobre simples hermanos, sino que sobre gemelos. Si mantener una buena relación con un hermano de diferente edad es complicado, llevarse bien con alguien igual a uno en todo, ha de ser terrible. La competencia es a la par, los tiempos de uno son los mismos que los del otro, las necesidades de uno son las mismas que las del otro y asi.

En el cuento, se narra la clásica distinción de gemelos entre el bueno y el malo, el diestro y el siniestro, por supuesto sin llegar al extremo de la concepción específica de este último término. La cuestión es que siempre pareciera haber un hermano bueno y el otro no tanto, uno inteligente y el otro no tanto, uno mas simpático y entrador, y el otro no tanto tal cual es este caso. La autora, busca contar la inferioridad percibida por el hermano narrador ante la presencia de su hermano gemelo. Funciona como muestra, la relación que mantiene el narrador con “la nena” que vivía al lado de su casa.

Sin duda, en su mas tierno concepto del amor, se encontraba enamorado de ella. Pero sucedió que en el momento que ella mas lo necesitó, él no estuvo allí; y fue su hermano que en su desarrollado sentido de viveza, acudió en su auxilio. El narrador se reconoce inferior, pero no adopta una postura de celoso ni de resentido hacia su gemelo, sino todo lo contrario, acepta con hombría la superioridad de su hermano. La duda surge en poder reconocer si lo expresado por el narrador, comprende sentimientos verdaderos o son simplemente expresiones cargadas de ironía y sarcasmo. En mi opinión como lector, y mas aún haciendo foco en el comienzo del relato, inclinaría mi parecer por la segunda opción ya que noto además, un dejo de tristeza en sus palabras.

La autora logra construir un relato breve y claro. Con tan solo brindar un ejemplo de situación, alcanza a demostrar la relación completa de un par de gemelos, perdón, de dos hermanos que nacieron juntos en el mismo momento.

Nota de lector de “El hombre que ríe” de J.D. Salinger

“El hombre que ríe” es básicamente una historia de amor y es desde esta perspectiva desde donde debe ser tomado. En si, la pequeña historia dentro de la historia que es justamente “El hombre que ríe”, sirve como ejemplo y metáfora a la vez de lo que “el jefe” siente al momento de narrarla. En este cuento, Salinger vuelve mostrar sus cualidades como narrador, ya que lograr montar escenas y situaciones de manera brillante dejando nulo, todo esfuerzo del lector por imaginarlas. Resulta curiosa la descripción que hace el narrador acerca del “jefe” al comienzo del la historia, ya que lo describe a través de características antinómicamente opuestas. Pero esto puede ser resultado de la doble visión del narrador que construye el autor. La primera visión es aquella con la que el narrador cuenta la experiencia vivida de niño, adosando comentarios por entonces actuales, propios de su madurez. Y la segunda visión es justamente aquella imagen perfectamente fiel que percibía el niño con las características lógicas del caso. Es por eso que al momento de describir al “jefe”, lo hizo con los ojos de niño, diciendo por ejemplo, que sus hombros parecían poderosos aunque previamente lo haya descrito como un hombre de un metro sesenta como máximo de estatura.

Finalmente “El jefe”, ese ser tan supremo para los niños, termina enamorándose como el mas vulgar de los humanos. Y “El hombre que ríe” transcurría al mismo ritmo que su romance. Tan claramente esto era así, que cuando la relación entre el “jefe” y su novia llegó su fin, también lo hizo el hombre que ríe en “El hombre que ríe”. Curiosa resulta la forma en que muere. Un hombre que ha sorteado mil batallas muere desangrado y de angustia, tras enterarse de la muerte de su fiel amigo Ala negra. Incluso teniendo la posibilidad de salvarse no quiso hacerlo, ¿para qué vivir si lo mas importante que tenía en la vida había muerto? El “jefe” sentía muerto su corazón y con él la inspiración. No había ganas de mas cuento. Finalmente, el hombre que ríe como última acción se quitó la mascara. Al igual que hizo el “Jefe”, es que ya no era el mismo.

Nota de lector de “Un día perfecto para el pez banana” de J.D. Salinger

Es una historia partida en dos. En el momento de la transición, cuesta conectar ambas partes debido a que este traspaso es demasiado abrupto e inesperado. Primeramente se cuenta con lujo de detalle la conversación telefónica que mantiene una señorita con su madre desde un cuarto de hotel. Salinger, logra una perfecta descripción de la situación a través del aporte de datos tan específicos como por ejemplo, el hecho de mencionar que la joven mientras habla con su madre pinta las uñas de los dedos de sus pies. Esto hace que el lector imagine la escena con absoluta verosimilitud, casi como que se encontraría viéndola.
Los dichos de la madre, los constantes: ¿Seguro que estás bien? ¿Condujo él? hacen sospechar que algo no está bien con el marido de la señorita. El suspenso y la tensión comienzan despertarse. Con el transcurrir de la conversación, el lector ya sabe que el hombre del que están hablando, está enfermo.

En la segunda parte del relato, esta persona llamada Seymour es quien comienza a adquirir mayor protagonismo. Se encuentra en una playa y establece un diálogo con una pequeña que se encontraba vacacionando con su madre. Este diálogo, se convierte luego, en una situación de juego no ya en la arena firme, sino dentro del agua del mar. El suspenso y la tensión alcanzan su máxima expresión. Inevitablemente se está a la espera de que algo pase. Y ese algo con seguridad significará una situación poco agradable para la pequeña. Casi no se le presta atención a la conversación que ambos mantienen, se está a la espera de “eso”. Esta sensación que experimenta el lector, es un claro resultado de la antesala propuesta por el autor en manos de la joven y su madre, que al comienzo pareciera no tener mayor relevancia.

Finalmente, nada de lo que el lector espera sucede. Salinger nos ha engañado. Seymour deja a la niña con su madre y se retira al hotel a la misma habitación donde hacía momentos había estado su mujer hablando por teléfono. Por si quedaba alguna duda de que era ésta la misma habitación, el autor menciona que al momento de ingresar a la misma aún se percibía el aroma a esmalte fresco, lo que hace que imaginar al lector mucho mejor la escena. Se dirige a su habitación, toma su arma, y cuando el lector está completamente convencido que la matará a ella, se sorprende al leer que el disparo no sería para ella sino para él. Salinger nos ha engañado otra vez. La vigilia es extrema ya que el autor mantiene convencido al lector hasta la última frase que Seymour matará a su mujer.

“Quitó el seguro. Después se sentó en la cama desocupada, miró a la chica, apuntó con la pistola y…” hasta aquí todo hace suponer una cosa, pero a tan solo ocho palabras del final todo puede cambiar: “se disparó un tiro en la sien derecha”. Es un logro del autor, resultó ser un efecto bien aplicado. En este cuento encontramos claramente identificadas las categorías de historia uno e historia dos a las que Piglia hace referencia. Aparentemente, la historia uno tiene que ver con aquella que queda expuesta a simple vista, es decir, la historia de un hombre mentalmente enfermo con una mujer despreocupada que termina disparándose un tiro en la cabeza. Pero ciertamente la historia dos está relacionada con las terribles secuelas que deja en un ser humano combatir en una guerra. Si bien la historia dos aparece en la última frase del texto, ésta va apareciendo de a poco y es brindada al lector indicialmente y en pequeñas dosis.

Es decir, que es bien fiel a la definición propuesta por Piglia. Explota sobre el final pero no surge de la nada, el autor la ha ido soltando de a poco esperando el momento correcto para aparecer. Como ejemplo, bien puede funcionar la metáfora sobre los peces banana que aparece promediando la narración. Este breve relato dentro del relato mismo, representa simbólicamente el accionar de los norteamericanos a nivel político-militar y a su vez en mi opinión, funciona como desencadenante de la decisión que finalmente Seymour decide tomar.

Nota de lector de “¿Por qué no bailais?” de Raymond Carver

Es un cuento cuya característica mas notoria, es la falta de un final por llamarlo de alguna manera convencional. Ese tipo de final donde se le brinda al lector una explicación a algunos o a todos los interrogantes que fueron surgiendo durante el momento de la lectura. Esto no tiene porque ser así, así es la historia y como es hay que respetarla, solo que resulta inevitable no experimentar este tipo de sensación al finalizar el relato.
En cuanto a la historia, el único dato que el autor nos brinda, es la situación que se genera entre el hombre, que deposita todo el mobiliario de su hogar en la calle con aparentes intenciones de venderlo, y la joven pareja dispuesta a comprarlo. A partir de ésto, el lector se ve en la forzosa tarea de intentar descubrir que es lo que se pretende contar. En mi opinión, es una historia sobre el presente y el futuro. Aquel hombre fue alguna vez junto con su mujer, como aquella pareja que visitó su jardín. Se puede interpretar que quizás la ruptura de la pareja en su caso se haya debido al alcohol, ya que desde el principio de la historia hasta el final, el hombre no ha dejado de beber.

Se puede leer al relato también desde la perspectiva de la pareja. Hay veces en la vida que atravesamos situaciones directamente inentendibles. Siempre que nos pasa algo, ese algo tiene que tener una explicación, por lo general, una que sea lógica. Pero no siempre es asi. A muchas situaciones de nuestra vida no les hemos encontrado explicación, ésto, sin pecar de ignorantes al creer que no las tenga, solo que no nos es dada de manera expresa y clara por lo que terminamos cayendo en el error de considerarla inexistente.
Lo mismo sucede con este cuento, el sentido del relato existe, está; solo que hay que buscarlo. Esto es en relación al diálogo final en el cual la chica relata a todo el mundo lo sucedido, buscando compartir la sensación por la que atravesó ante tan absurda situación. Lo presentaba como algo absolutamente disparatado y sin sentido, seguramente considerando conciente o inconcientemente como explicación mas lógica, que no era un hombre mentalmente sano, que se trataba de un loco. Pero el lector sabe que no es asi, porque es conciente de algunas situaciones que esta chica desconoce.

Es en parte una historia sobre un corazón roto.

“Los chicos estaban sentados a la mesa. El hombre los miró. A la luz de la lámpara, creyó ver algo en sus caras. Algo agradable o desagradable. ¿Quién podía saberlo?”
Lo que vió es algo que en algunas circunstancias suele ser absolutamente bello y en otras algo completamente triste y perturbador. Lo que vió fue amor.

Nota de lector de “Fotos” de Rodolfo Walsh

Es, a diferencia de Nota al pie, un cuento mas clásico. Si bien posee los destellos del estilo propio del autor, el contenido logra comprenderse de manera mucho mas clara. Es un relato en mi opinión, perfectamente narrado y expresivo en cada uno de los párrafos. En cuanto a la historia, el texto está contado en primera persona a modo de experiencia personal.

Lo que en este caso el narrador pretende contar, seguramente influenciado también por el autor, es la incomprensión que sufre ante la presencia de algunos actos y situaciones de la vida misma. El narrador, presenta la indignación propia de ver como aquel joven llamado Mauricio que ha vivido toda su vida con irresponsabilidad e inmadurez, logra convertirse en un ser respetado en el pueblo en que vive, por el simple hecho de sacar fotos. Quizás mas indignante sea aún, que esta situación sea producto íntegramente del factor suerte. Mauricio no era un fotógrafo erudito ni tampoco poseía un completo dominio sobre el tema, su única tarea simplemente era presionar un botón. “Era el mejor fotógrafo del pueblo, también es cierto que era el único”.

El narrador pensará en la fortuna de los despreocupados, aquellos que de nada se ocupan ni mucho menos preocupan. La indignación se mezcla también con la envidia, aquel hombre bruto e iletrado era un absoluto conocedor de muchas cosas de la vida, fruto de haber viajado y de haber conocido, en fin, de haber vivido. La situación del burdel es un claro ejemplo. En esta escena perfectamente narrada, La postura de Mauricio es avasallante con respecto a la del narrador, Mauricio es dueño de un reconocimiento que luego se hará extensible al resto del pueblo, incluyendo su propio padre quien jamás sintió identificación alguna con su hijo. Pero luego esto cambiará, debido al orgullo que le brindará el saber que su hijo se habrá convertido en el mejor fotógrafo del pueblo.

Nota de lector de “Nota al pie” de Rodolfo Walsh

Siento estar ante la presencia de un texto raro. Sinceramente no es el tipo de narraciones con las cuales consigo mayor identificación, en parte me confunde y me aburre. Quizás es culpa de mi vaga sensación de curiosidad que no me obliga a tratar de comprenderlo, y que me invita a optar por la opción mas fácil que es dejar de leerlo, o peor, leerlo por compromiso.
Lo que queda expuesto a simple vista es que es un texto que funciona a dos niveles, la historia aparentemente principal y las notas al pie presentes en cada una de las hojas. Lo llamativo es que ambas funcionan como dos relatos completamente independientes. Las notas al pie conforman su propia historia soltándole la mano a la historia que se cuenta por encima de ellas. Pareciera ser que transcurren por la misma dirección pero por caminos diferentes, mantienen un vínculo pero sin tocarse; son como paralelas que, como nos explicaron en la escuela, parecerán cruzarse únicamente en el infinito. De todas formas, agudizando los sentidos de percepción, el lector logra comprender el sentido de la historia.

Otro rasgo sobresaliente, es la forma en que la nota al pie a medida que transcurre el relato, adquiere mayor protagonismo que su compañera. Al comienzo del cuento, las notas al pie eran eso, solo notas al pie cuyo objetivo consistía en aportar mayor información para la correcta interpretación del mismo. Pero con el transcurrir de las hojas, el cambio se torna evidente hasta llegar al punto de al finalizar el relato, ocurre la misma situación que al comienzo pero absolutamente a la inversa. La nota al pie se ha devorado a la historia principal. Si es que en verdad hay una.

Reflexión sobre narración

Comprendería un acto de injusticia limitar las posibilidades de las que es capaz de brindar la narración, encasillándola como un simple género literario. Como dice Alvarado y Yeannoteguy, los seres humanos pensamos nuestra propia vida de manera narrativa como asi también, hacemos con la vida de los demás. Es decir, que vivimos nuestra vida pensándola como un relato, haciendo narraciones de las situaciones que transcurren en la vida real o convirtiendo a éstas en realidades vividas. Vivir es narrar, todo lo que se vive se puede contar; toda nuestra vida constituye una narración.

Hay que destacar entonces, el importante rol que ejerce la narración oral. Lo que ocurre con esta forma de narrar, es la inevitable transformación que sufren las narraciones con el paso de las transmisiones y del tiempo. Los hechos, los contextos, incluso los mensajes, se distorsionan; algunas veces de manera natural y otras intencionalmente. Como por ejemplo, las transformaciones que sufrieron algunos de los mas famosos cuentos infantiles tal cual expresa Alvarado y yeannoteguy. “Hansel y Gretel” o “Pulgarcito” son solo algunos casos cuyo contenido ha ido modificándose con el paso del tiempo, con el fin de que su contenido fuera menos violento, debido a que la realidad vivida en el momento de ser escritos, no era la misma que se vivió tiempo después y que se vive hoy en día inclusive. De todas formas, las moralejas de estas historias han permanecido perennes a los cambios del mundo y su forma de encararlo.

En “El Narrador” de Walter Benjamín, el autor destaca la importancia de las narraciones orales en cuanto a lo que de ellas se desprenden. Siempre se aprende algo, ya sea una enseñanza de orden moral, o bien un conocimiento práctico proveniente del relato de experiencias. Según este autor, el secreto de que las narraciones no caduquen con el paso del tiempo, radica en la interpretación del que las oye. Las narraciones son lineales, no se esmeran en brindarle subjetividad al relato; por eso es que perduran. A medida que el tiempo pasa y los lectores se renuevan, el sentido de interpretación cambia y es así como se encuentran nuevas formas de comprender al relato refrescando de esta manera, la vigencia del mismo.
Una clave fundamental para comprender al género de la narración, es saber distinguir entre el narrador y el autor. Volviendo al capítulo de Alvarado y Yeannoteguy, allí se aclara que el narrador no es el autor. El autor es el ser humano que toma un papel y una pluma y comienza a escribir. Pero cuando el texto es leído, esta persona absolutamente mortal y común, desaparece cediéndole el lugar a su alter ego que es el narrador. El narrador es lo que Superman a Clark Kent. El lector recrea en su mente la imagen y voz del que narra, que poco tiene que ver con el que escribe. El escritor, antepone a modo de escudo la figura metafórica de un narrador, buscando la identificación del lector con esa creación ficticia parte del juego, y no con el autor de carne y hueso cuyo universo propio pertenece a la mas real de las realidades.

Una de las formas de narración mas populares es sin duda el cuento. Ricardo Piglia en su “Tesis sobre el cuento” asegura que en todo cuento existen, es decir se relatan, dos historias: una historia a la vista y otra que permanece oculta. Se deduce de esta afirmación, que la historia que se narra desde un primer plano, no es la que verdaderamente se pretende contar. Para Piglia, la historia dos no es algo que permanece oculto durante todo el relato y aparece cual caja de Pandora sobre el final echando por tierra todo lo que el lector había imaginado, invitándolo a releer el cuento si en verdad busca comprender el verdadero significado de la narración. La historia oculta que se cuenta, debe ser presentada entonces al lector de manera misteriosa y en pequeñas dosis para finalmente sí, aparecer con toda plenitud sobre el final. Esta sub. división de categorías en la forma de pensar al cuento, es resultado de un proceso de cambio que ha ido experimentando el género a lo largo de las épocas. En los cuentos clásicos, la historia dos siempre solía aparecer sobre el final, mientras que en el cuento moderno, jamás termina de aparecer generando en el lector sensación de suspenso y expectativa.

La narración en todas sus variantes, comprende un género sumamente rico con inagotables fuentes de recursos en donde sus lectores u oyentes, pueden sumergirse en océanos profundos cuyas aguas no se conoce con seguridad de donde provienen ni quien las produce realmente, pero que de todas formas logra envolvernos.

lunes, 27 de octubre de 2008

relato loco

Persona: Cacho castaña
Lugar: la Polinesia
Fecha: 3 de abril de 2000
Canción: Los dinosaurios -Sui Generis- fragmento: “Los amigos del barrio pueden desaparecer, los que están en la radio pueden desaparecer”.

— ¡Feliz cumple Marce!
— ¡Gracias Cacho! Es un placer que hayas venido a mi fiesta…
— No, Marce por favor… es mío el placer de estar aquí en esta fiestaza, no todos los días se cumple 40 años y no esperaba menos de un grande como vos… llegar a los 40 es un momento muy especial en la vida de todo hombre, yo lo sabré dentro de unos años…
— Tómatela… no me hagas reír, si tenés mas años que la injusticia…
— En serio… soy como fito, del 63
—Si, de la línea 63: Belgrano/ La Matanza, dejáte de joder… Bueno mirá Cacho, si no te molesta la idea es que en algún momento de la noche hagas un pequeño numerito, que se yo… cantes tres o cuatro canciones, algo como para darle un poco de movimiento a la noche. ¿Vos tenés algún problema?
—No por favor… que drama voy a tener, va a ser un placer. Lo único es que ahora estoy como en otro momento de mi carera ¿viste? Estoy en una faceta mas experimental, mas stand up comedy, cantando canciones que vienen de otro palo… ¿entendés?
— No, no entendí un carajo. Pero confío en vos, siempre le caíste bien al público. Bueno te dejo que tengo que atender otros asuntos…
— Andá, andá que mientras voy a probar esos bocaditos de jamón crudo y melón que me están llamando desde hoy, aunque no se si son ellos o la botella de totín que está al lado. Ante la duda, le responderé a los dos. Después te veo…

Transcurría el 3 de abril de 2000, en esa fecha Marcelo Tinelli cumplía nada mas ni nada menos que 40 años. El astro televisivo y potencial empresario multimedial, estrenaba la cuarta década de vida con una fiesta a todo lujo en un reconocido hotel cinco estrellas de la zona de Retiro. A la fiesta no le faltaba nada, buena comida, buena bebida, grandes figuras del espectáculo argentino como invitados; era una fiesta sencillamente espectacular. La noche era perfecta, el verano aún no había decidido abandonar por completo nuestras latitudes y había cubierto la otoñal noche con un manto primaveral. No existían excusas para no estar pasándola bien. Todo se estaba desarrollando tal cual Marcelo lo había planeado, y como cualquier individuo hubiera deseado para su fiesta de 40 años; la perfección, era una invitada mas.
La música sonó toda la noche y se gastaron los lujosos porcellanatos del salón de lo tanto que se bailó. Los cinturones de los caballeros y los vestidos de las damas no resistían la enorme presión que ejercían los vientres de lo tanto que se comió. Y las narices todas rojas, como payasos, de lo tanto que se tomó. Pero ya entrada la madrugada, había llegado la hora de tomarse un recreo y disfrutar de un buen espectáculo.

— Su atención por favor— dijo José Maria Listorti quien ofició de locutor a lo largo de la noche. — Su atención por favor— volvió a repetir acentuando bien la silaba final de la frase con su clásico cantito, ese que lleva a la letra “o” hasta el final de su garganta; el mismo que repetía cuando hablaba de que el amor era “mágico”. De todas formas nadie rió, pero su momento de ridiculez logró acaparar la atención.

—Señoras y señores, permítanme presentarlo a él. Con ustedes el único, el inigualable, el hombre cuyo nombre es sinónimo de noche, de diversión, de seducción, que mas se puede decir… hablar de él es hablar de Buenos Aires. Con ustedes: ¡Cachooooo Castañaaaaa! —
— Gracias, gracias — decía Cacho agitando las manos mientras se acercaba al centro del escenario.
— La verdad es que es un placer estar acá hoy con ustedes, siendo parte de esta hermosa fiesta donde festejamos el cumpleaños de mi gran amigo Marcelo. Gracias otra vez, Marce— dijo llevándose la palma de la mano derecha el pecho y mirando a Marcelo fijamente a los ojos.
—Hoy pienso salirme un poco de ese personaje trovador, nocturno, amante de la oscuridad que me ha caracterizado por tantos años, perteneciente mas a un mito construido alrededor mío que a una realidad .— “Dale, si tenés mas noches que la luna!” alguien gritó por ahí. Cacho solo sonrió.
— Básicamente hoy quiero mostrarles una nueva faceta artística mía, he incorporado nuevas canciones, nuevas rutinas, cosas que me definen como lo que soy: un artista de varieté, espero que les guste—

Comenzaron a sonar entonces los acordes de una vieja canción bailantera dotada de una fuerte impronta rockera. Era “Tengo un tractor amarillo” de Zapato Veloz que tenia como base el ritmo de cualquiera de las canciones de Metallica. El público atónito. Esa era la primera canción de una serie de enganchados que incluía: “Cuidado con la bomba chita” de Riki Maravilla acompañada de la 5 sinfonía de Beethoven, “La abuela salome” de Lía Crucet sonando con “Adiós nonino” de Piazolla de fondo y “Violeta” de Alcides con el “Himno nacional argentino” sufriendo cada una de sus estrofas. Y asi muchos temas mas. Las bocas de los presentes dibujaban una “o” perfecta. Nadie entendía nada. “¡Sientan el ritmo!” gritaba Cacho zarandeándose por todo el escenario, ciego del efecto que causaba en sus oyentes. Fusionaba cumbia con rock, tango con merengue, baladas con música electrónica, estaba haciendo mierda todos los ritmos por igual y al mismo tiempo. Tras recibir directivas de Marcelo, José Maria sube al escenario y le dice a cacho que pruebe con otra cosa porque lo que estaba haciendo no daba con la onda de la fiesta. Cacho, un poco ofendido, decide aceptar la sugerencia y prosigue con una rutina cómica que venia ensayando hacia algún tiempo. “¿Alguno de ustedes sabe lo que es la polinesia? Disparó al vació. “Una mujer policía que no entiende razones”. Solo él se rió. “¿Y un camarón? “Un aparato enorme que saca fotos” estalló en carcajada. Si no les gusta este no existen dijo: “¿Qué es la telepatía?” un aparato de TV para la hermana de mi mamá”. No se escuchaba en el salón ni el bolido de una mosca. José María vuelve al escenario: “che Cacho, por qué no te cantas algo como la gente y te dejás de joder”. Cacho, ofuscado, aceptó. Fue entonces que se colgó una guitarra criolla al hombro, se acercó al micrófono, y dijo que cantaría en versión acústica un reconocido tema de Sui Generis: “Los dinosaurios”; ese que dice: “los amigos del barrio pueden desaparecer…”. Los espectadores no comprendían el cambio radical en la carrera de Cacho, este era un hermoso tema pero no de aquellos a los que acostumbraba a cantar en sus shows. “Los que están en la radio pueden desaparecer” se escuchaba, y el público tratando de poder entender aunque sea un poco, esa nueva faceta política y mayormente comprometida que proponía Cacho, disfrutaba aunque sea algo, luego de la desagradable vorágine del comienzo. Pero resultó ser que la canción terminó asi: “pero los dinosaurios van a desaparecer…” y sin extender mas la duración de la nota, comenzó a saltar agitando las manos y a gritar desaforadamente: ¡el que no salta es militar!, ¡el que no salta es militar! ¡Canten putos! Tinelli broto en cólera. Subió inmediatamente al escenario y sacó al artista de varieté literalmente a las patadas del escenario, del salón y del hotel. La semejante conmoción produjo un inmenso silencio invadido inevitablemente por algunos murmullos. Para cortar con la tensión e interrumpir el incomodo silencio, José María, decidió subir al escenario, tomar el micrófono, y con su característica vos gritar con toda furia a la conmocionada audiencia: ¡¿les gustó o no le gustó?!

martes, 14 de octubre de 2008

Autoevaluación: Reflexión sobre la mitad de la cursada

Desmintiendo el título de la reflexión, debo decir que estamos a mas de la mitad de la cursada. No mucho, pero lo justo es justo. De todas formas, considero que a esta altura del cuatrimestre es mas que apropiado hacer un balance sobre lo hasta aquí transcurrido. Del comienzo a esta parte, hemos estado trabajando dos diferentes tipos de escritura: la entrevista y la crónica. Ambas desconocidas para mí. Si bien he tenido pequeños “aproachs” con algunas de ellas, jamás las he trabajado en profundidad como he hecho a través de esta materia. ¿Dije materia? ¿Materia o taller? Es clave poder distinguir el seminario del taller para comprender el acontecer de las clases. De todas maneras, yo prefiero quedarme con el taller. Lo práctico suele ser mas atractivo que lo teórico, no estoy diciendo novedad alguna. Es por ello que es esto es lo que mas rescato de la clase, la posibilidad de poder intercambiar entre mis compañeros escritos, comentarios, opiniones; en síntesis, esa palabra que tanto me gusta pronunciar: “tallerear”.

Estamos a mitad de un ciclo, volteo hacia atrás y contemplo orgulloso por aquello que he transitado, los lugares que he visitado, las personas que he conocido, los compañeros que me han tocado. Enderezo la mirada hacia delante y siento intriga por lo que vendrá. Dije intriga, no miedo. La intriga tiene que ver con el suspenso, ese suspenso de no saber que nuevas formas de narrativa encontraré, que nuevas herramientas aprenderé a utilizar, cuanto aprenderé. De la entrevista rescato algo de gran valor: el proceso de escritor. Todas las circunstancias por las que he atravesado hasta llegar a mi entrevistado, de los “indicios” que tuve que aprender a leer, del proceso de una vez hecho todo, plasmarlo en la escritura. El contacto con desconocidos, la arremetida hacia lo ignoto, el crecimiento como persona y por supuesto, como escritor.

La crónica supo ser una continuación de todo este proceso que aun sigue. Comprendí que aquel diario de escritor puede formar parte de la historia y enriquecerla hasta límites insospechados. Todo tuvo que ver con todo. Pude escuchar las voces de grandes referentes como Caparrós, Walsh o Capote que me han demostrado que contar no es lo mismo que saber contar.

A esta mitad de la cursada no le ha faltado nada. Reconozco en mi mente ya un cansancio propio de tanta escritura, de tanta lectura, pero reconozco también que mucho de todo esto tiene que ver con el momento del año que estamos atravesando. Pero no me quejo. La ejercitación es fundamental para acercarse lo mas posible al utópico estado de perfección, y que gracias a ella, hoy puedo escribir con un vocabulario mas enriquecido y de una forma mas ligera y menos sacrificada. Noto en mi, mejoras como escritor, siento que voy progresando, siento que avanzo. Y sigo avanzando, aun queda la mitad. Queda mucho por trabajar pero también por aprender. Quedará en la subjetividad de todos nosotros saber reconocer si el vaso está medio lleno o medio vacío.

Reflexión propia del género cronica

Debo confesar que a lo largo de mi vida he hablado sobre las crónicas sin tener noción de lo que realmente significan. “La crónica, eso que aparece en algunas revistas” ¿Qué leía cuando leía alguna? ¿Estaba en presencia una entrevista o un relato? ¿Me informaba o me entretenía?

He descubierto a lo largo de este período que las cosas no son tan simples como parecen. La crónica es un género raro en su génesis, algo que jamás advertí. No soy un recurrente lector de crónicas ni lo seré. Agradezco y mucho la posibilidad de haber podido indagar y conocer a pleno las bondades que ofrece el género, y descubrir que existe algo entremedio de un informe periodístico y una narración literaria, que se puede informar y entretener a la vez. Personalmente no me atraen las crónicas serias, aquellas mas cercanas a la investigación que a lo ficcional; prefiero aquellas con mas guirnaldas que árbol de navidad. Soy amante de la literatura, es hora de confesarlo.

La crónica es un género que me ha resultado entretenido escribirlo mas que leerlo. Es como ocurre en muchos órdenes de la vida, si el tema que trata la crónica no es de nuestro agrado, nos resultará pesada. Cuando la escribo no siento desagrado alguno porque en el caso de la crónica de investigación, trataba sobre un tema en el cual me encontraba involucrado. En cambio, no me resulta atractivo leer crónicas sobre temas que jamás despertaron ni despertarán en mi interés alguno.

Al ser un acto tan personal, como lector me siento identificado con aquellas crónicas con las cuales comparto la visión del cronista. He notado que aquellas que he leído y me han gustado, es porque el cronista comprendía los hechos de la misma forma en los vería yo si estuviese en su lugar y lo relata por entonces, de la misma forma en que quizás yo podría haberlo hecho. En lo personal, sentí mayor comodidad escribiendo una crónica sobre una salida al teatro que aquella que comprendía una investigación. Creo que realmente no tengo propensión natural para escribir crónicas profundas y serias, me atraen mas aquellas que tratan sobre acontecimientos quizás banales que no profundicen sobre investigaciones penetrantes. Probablemente los resultados de la realización de ambos trabajos no sean disímiles, pero lo que relato esta relacionado mayormente con el proceso de escritura, las sensaciones como escritor.

El hecho de ser cronista ha ampliado mi mirada sobre el mundo. La crónica sobre el biodrama comenzó en el instante en que partí desde la universidad y terminó al momento de llegar a mi hogar. Lo mismo ocurrió con la profundización del tema sobre el cual había tratado mi entrevista realizada algún tiempo atrás. El alrededor me compenetraba, me absorbía; todo era útil, todo servía para contar la historia. Desde las calles, los edificios, los ruidos, los olores, las compañías, los gestos de los entrevistados, los imponderables, todo. Todo era parte de la crónica. Algunas de estas cuestiones pude plasmarlas físicamente en la escritura, otras quedaron implícitas, otras en mi recuerdo.

Agradezco a la crónica haberme aportado una nueva técnica de escritura, una nueva forma de narrar, haberme enseñado que a veces lo concreto puede tomar diversas formas; y que la realidad, puede convivir con “la realidad”.

Reflexión sobre el género crónica

La crónica es ese género inconcluso que parece haberse quedado a mitad de camino entre una investigación periodística y una simple narración. En ella convergen lo subjetivo con lo objetivo, casi como que mezclándose sin una definición exacta de cual de los dos es el que obtiene una mayor preponderancia. Pueden también estar equilibrados, pero ocurre con mayor frecuencia encontrarse con relatos en los que alguno de los dos suele tener mayor protagonismo.

En algunas crónicas nos encontramos con fuertes investigaciones periodísticas y el papel del cronista casi como que no se destaca, se hace a un costado para no robarle la atención al lector. En otras, los lectores se chocan con una enérgica impronta del cronista que adquiere el lugar de intenso participante y sus circunstancias, que en ocasiones no suelen ser las mismas que las de la crónica propone, toman un mayor relieve. La crónica es contar la realidad adornada. No se trata de mentir, si no de ajustar la información pensando en el efecto a conseguir cuando el lector tome el relato y se disponga a leerlo. De todo esto es lo que habla Amar Sánchez en el texto “El relato de los hechos”, de como comprender el género de la no ficción. Define a la crónica como ese tipo de relato particular dotado de una impronta plenamente ambigua. ¿Periodismo o literatura? esa es la dicotomía. El arte de la crónica no se limita simplemente a contar la realidad, sino que comprende una realidad diferente regida por leyes personales bien propias de cada individuo, y por lo tanto de cada cronista.

El texto de Amar Sánchez representa una buena recorrida por las principales características del género. Refuerza sus dichos con citas de autoridad de otros célebres cronistas como por ejemplo Tom Wolf. Transita por los diferentes conceptos y por los contradicciones mas comunes con las que todo aquel que alguna vez háyase propuesto sentarse a escribir una crónica se ha encontrado. El texto refuerza aquello que planteaba Capote en el intento de querer describir esa extraña fusión de lo real y lo ficticio. En definitiva, la crónica es un género con plenas variantes que no persigue una estructura fija y ajustada. Es como su padre quiere que sea. Resulta como el cronista ve la realidad de los hechos.

Amar Sánchez destaca que la crónica se juega en el cruce de dos posibilidades: de mostrarse como ficción aunque se sepa que los hechos son reales, y por otra parte, de convertirse en un simple espejo de lo acontecido puesto que lo descrito no es contado justamente tal cual ocurrió. Es eso, la crónica es eso. Es un género narrativo único. Tiene la capacidad de transitar ambos lados de la frontera; tiene las llaves del cielo y del infierno y puede bucear en ambas aguas con igual virtuosismo. Es en vano intentar encasillarla y puede que de esta manera, se la termine dañando. Hay que aceptar al género como es.

Nota de lector de la crónica “Cuando las manos atadas equivalen al silencio” (por Florencia De Sousa)

Esta es una crónica de las cuales el lector aprende. Conoce, descubre, y comprende una situación de injusticia de las tantísimas que nos rodean en este pequeño mundo aparte llamado Argentina. La crónica comienza con la descripción de un detallado e ilustrativo proceso de escritura por parte de la cronista, en el cual nos cuenta como se sorprende, descubre y conoce hasta comprender el escenario con el que se encuentra. Lo mismo hace el lector. La indignación tampoco falta en el catálogo de emociones que comparte la cronista con su receptor; el comportamiento de algunos padres, indigna. La actuación de la sociedad frente al tema indigna. Claro, esos padres son parte de una sociedad. La misma sociedad en que vive la escritora, la misma en que vive el lector, y también la misma en que viven los maestros de esa escuela tan particular. Por supuesto existe la diversidad, y uno puede encontrarse en este mundo gente mala e indiferente pero también, gente buena y comprometida que ayuda, y gente interesada que lo cuenta y gracias a esto, algún lector ocasional que se entera.

La crónica es clara y concisa, en ella se sienta postura. Invade a la relatora un sentimiento de denuncia que no puede callar y es ese el rol que decide tomar como cronista, es ese el momento, el instante que decide narrar. El relato es armónico en su composición y distribución. Comienza con una breve explicación introductoria como antesala de aquello que vendrá, eso con lo que el lector chocará. Así podrá decidir si humedecer su índice derecho y voltear la página, o simplemente dejar el escrito a un lado para un futuro incierto en que pudiese llegar a interesarle interiorizarse con el tema.

El lector se encuentra con 2 apartados finales que corresponden a una breve reflexión en donde la autora, expone todo su parecer y busca seguramente, complicidad con el receptor. El último apartado es la continuación de la anterior reflexión con la salvedad de incluir algún dato preciso, que muestra que lo que se vive en una simple escuela de la ciudad de Quilmes, resulta ser tan solo un ente colaborador mas en el proceso de engorde de cifras.

Finalmente, refuerza su tono de denuncia con una cita de autoridad aludiendo la palabra de un especialista que confirma lo que cronista y el lector piensan: la falta de elementos perjudica a la enseñanza de cualquier niño y obstaculiza el aprendizaje de cualquier individuo, mas aún, si se trata de personas con alguna deficiencia física. Es lógico, el que no sufre no conoce, tampoco comprende ni se sorprende, y por lo tanto tampoco logra indignarse. Y si no se preocupa por nada de esto, mucho menos se preocupará por reaccionar.

Crónica de investigación: "No toda lo que brilla es dorado"

Hace poco mas de un mes tuve la gratificante experiencia de haber entrevistado a dos ex combatientes de La Guerra de Malvinas residentes de la ciudad de Quilmes. Malvinas es una palabra que a la mayoría de los argentinos, nos remonta irremediablemente a lo que ocurrió hace ya mas de 26 años. Una masacre. Oficialmente una guerra, socialmente un conflicto, físicamente, repito, una masacre. Decir Malvinas entonces, no es referirse a un archipiélago ubicado al sur de nuestras latitudes, es hablar de muchas cosas. Es hablar de muerte, indiferencia, abandono, y corrupción. Aunque resulte extraño, aquí también la corrupción dice presente levantando bien alto el brazo cual alumno condescendiente. Vivimos en Argentina, hablar sobre corrupción es como hablar de mamá y papá, aquellas cosas con las que algunos, hemos crecido y hemos incorporado a lo cotidiano de nuestro transcurrir. Ya no nos sorprende. Nada. Los argentinos, lamentablemente hemos perdido la capacidad de asombro ya hace un buen tiempo, incluso arriesgaría a afirmar que confiando en la teoría evolucionista, los argentinos, esto como humanos que somos, no solo naceríamos con el dedo meñique cada vez mas pequeño sino que además sin el gen que proporciona la capacidad de asombrarnos. Cuestiones de la naturaleza. La naturaleza de la vida, de la flora, de la fauna, de esa. No de la naturaleza humana, aquella que se corrompe fácilmente y que no hace mas que afirmar los postulados de aquellos filósofos que sostenían que el ser humano comprende un ente de pura maldad ya desde el primer momento de su existencia. Esto se decía hace 350 años. Algunas cosas nunca cambian.

En mi encuentro con los veteranos de guerra, quise indagar sin pretensiones profundas sobre aquellas viviendas que les fueron otorgadas por parte del Estado, en una ofensiva tardía retribución al servicio prestado. Decir regalado sería mas acorde porque el significado del verbo prestar exige una devolución y estos seres no vieron volver nada de lo que dejaron ir. Noté cierto malestar en hablar sobre aquel tema y las respuestas recibidas fueron cortas y poco ilustrativas. ¿Desconocimiento? Tengo que saber como obtuve la casa donde vivo. Aunque sea algo.

—Cuéntenme un poco como fue lo del barrio “El Dorado”…
M: — Es como un plan FO.NA.VI (Fondo Nacional para la Vivienda), un plan de viviendas para el ex combatiente. Consiguieron los terrenos e hicieron las casas. Creo que fue el municipio o la gobernación.
— ¿Y como se asignaban esas viviendas a los ex combatientes?
M: —Por medio del centro de veteranos. Se evaluaban las condiciones de los que se anotaban y se les asignaba.

El barrio “El dorado” es como se lo conoce al total de las casas otorgadas a los veteranos de guerra. Es un barrio muy bonito, cuidado por los vecinos, he estado allí en ocasión del encuentro ya mencionado. Nunca pensé que volvería a pisar esas tierras. Al menos tan pronto. Reflexionando luego de la charla, tranquilo, acerca del plan de vivienda surgieron algunos interrogantes: ¿Cuántas viviendas se construyeron? ¿Cómo se determinó esa cantidad? ¿A quienes les fueron adjudicadas? ¿Por qué? Las respuestas no vendrían solas hacia mí.

Primeramente decido tomar contacto con la persona por la cual pude gestionar mi anterior encuentro con los veteranos. Es mi amigo Pablo, quien trabaja para la entidad bancaria por medio de la cual los ex combatientes cobran la pensión mensual que les es dada desde 1991. A raíz de esto pude tomar contacto con un veterano de guerra, que al resultar conocido de él, no debería de tener problemas. Efectivamente hice contacto telefónico pero la buena predisposición no fue suficiente para esclarecer los puntos oscuros que alimentaban mis suspicacias.

— ¿Qué sabe usted acerca de la construcción de el barrio “El Dorado”?
—Sé que es un barrio para los veteranos, nada mas.
— ¿Tiene idea de cómo se hizo la repartición de las propiedades?
— No, ni idea. Yo nunca me enteré de nada.

Esta última frase comenzó a rebotar dentro de mi cabeza. ¿Cómo es que siendo un ex combatiente, residente de la ciudad de Quilmes, no haya recibido noticia alguna sobre la construcción de estas viviendas, pudiendo merecerla o no?

Los Argentinos somos muy familieros, nos gusta que todo quede entre casa, entre pares, entre íntimos. ¿Por qué hacer tanta alharaca? Hagamos todo sotavento, no levantemos la perdiz, mirá si se corre la bolilla.

Finalmente Ricardo se lamentó por no haber podido ayudarme pero recibí de él el nombre de quien efectivamente iba a poder esclarecerme algunas cuestiones: Jorge. Dudo que Ricardo sepa ahora a la postre, lo útil que fue. Y Jorge, creo que sí. Si, lo supo.

Ironías del destino o no (a veces resulta difícil saber distinguir entre casualidades y causalidades) Jorge vivía en el barrio “El Dorado”. Al enterarme de esta situación, mi primer reacción fue la de descartarlo. Sería muy difícil que alguien que residiese en este barrio me contara sobre algunas supuestas irregularidades que pudieron haber existido en la construcción del vecindario. En el contacto vía teléfono, pude percibir con inmediatez que había dado en la tecla y que no había desafinado. Incluso me ví en la necesidad de tener que pedirle que reserve todo aquello que me relataba a través del teléfono para nuestro encuentro en persona, el cual estuvo de acuerdo que se lleve a cabo en su propio hogar.

Estaba en busca de una voz no convencional, es decir un veterano que no me hablara ni de la guerra, ni de sus secuelas, ni de su falta de dinero, de nada de eso. Todo eso no me interesaba. Debía cruzar mi camino con un hombre lo suficientemente lúcido y psíquicamente estable que no me contara, me informara. Y lo había encontrado. Volví entonces al barrio “El Dorado”, cuna y epicentro de la investigación. La cita era un sábado a la tarde, pero antes de llegar a la casa de Jorge transité varias edificaciones del barrio, y me preguntaba mientras caminaba cuantas de ellas realmente pertenecían a gente que verdaderamente las necesitaba y cuantas de ellas, formaban parte de aquello de lo que estaba a punto de enterarme. Finalmente llegué y Jorge me recibió gentilmente. Ni bien ingresé noté sobre la mesa algunos papeles con documentaciones, recortes, fotos; insisto, esto era dar en la tecla. Sentados a la mesa y con la pava como intermediario, comenzó a contarme por ejemplo, que él solía juntarse en el centro de veteranos de Quilmes y que participaba activamente de todos los encuentros.

— ¿Ibas mucho al centro de veteranos?
— Si, siempre. Hasta que hubo un día en que decidí abrirme y no volver a tener contacto.

El hecho desencadenante de tal drástica decisión fue la estafa, si; la estafa que significó la construcción del barrio “El Dorado” en Quilmes Oeste. Situación que representó que muchos ex combatientes (no es tal su caso) fueran beneficiados con una propiedad que no les correspondía. El aporte de Jorge hizo las veces de manto esclarecedor entre tanta oscuridad y acomodador de piezas en este rompecabezas entre cuyas partes, se mezclaban todas las diferentes formas en que puede representarse la bajeza humana. Seamos generosos y pongámosle simplemente el mote de corrupción.

En el año 2000, bajo la intendencia de Fernando Geronés fue cuando se iniciaron los trámites con el Ministerio de Economía para la sesión del predio, en ese entonces ocupado por servicios públicos de la Municipalidad de Quilmes llamado “El Dorado”, donde se construirían 45 viviendas mas un centro de ex combatientes para los veteranos residentes del distrito, con fondos provenientes de la nación. El fin del proyecto era proveer de un techo a los ex combatientes de Malvinas que no tuvieran casa propia y residieran en la ciudad de Quilmes. Hasta aquí todo resultaba satisfactorio. Hasta aquí. Las condiciones ya estaban dadas, estaba el predio, estaba el dinero, solo faltaba decidir la cantidad de viviendas y fundamentalmente el nombre de sus propietarios. Es por ello que para hacer justo el reparto, se colocó como forma de comunicación, única forma de comunicación, un cartel en la puerta del centro de ex combatientes. Tan solo 40 personas fueron las que se presentaron a la asamblea. Se calcula, según los datos proporcionados por Jorge, que los veteranos sin techo de la ciudad de Quilmes no superarían las 15 personas. Sin embargo se construyeron 45 viviendas, ahora la pregunta era: ¿y las otras 30? Esto quería decir que los habitantes de las otras 30 no estaban cumpliendo con la condición de no tener casa propia. Jorge me cuenta que el valor de las propiedades en el barrio oscila entre los 60.000 y los 70.000 pesos y que hay muchos veteranos que alquilan estas casas con el único fin de aumentar su patrimonio. Y esto no es todo, aparentemente el presidente del centro de veteranos en aquel momento, Carlos Sánchez, tenía un chalet en pleno centro de Quilmes cuyo valor era de 300.000 pesos aproximadamente. Y a pesar de esto, fue beneficiado con una casa en el barrio. Además otro ex combatiente tenía una casa en Pinamar, y otro un departamento en Caballito, y otro un terreno en Córdoba y así. En definitiva, la repartija de propiedades se hizo en una reunión de no mas de 40 personas, en la cual Jorge puso su nombre en la nomina de beneficiarios y se retiró para no volver jamás.

— ¿Cómo es que recibiste vos una casa entonces?
— No sé. Será porque me opuse a todo este manejo, para que no arme quibombo, no se. Igual yo tengo denuncias hechas, pero viste como es acá…no te dan bola. Aparte me amenazaron con quitarme la casa si seguía jodiendo.

Pasé toda la tarde y comienzos de la noche escuchando a Jorge; no hablé casi nada, solo me detuve a entender. Finalmente antes de que se hiciera realmente tarde me despedí y decidí marcharme dejando el diálogo abierto por si en algún futuro, sea lejano o no, pudiera volver a necesitar de su información que tan útil ha sido en esta oportunidad. Durante el regreso me detuve a pensar sobre el concepto de dignidad. ¿Fue correcta la decisión de Jorge de haber aceptado la donación? Estaba claro que no disponía de vivienda alguna y que realmente era merecedor de la propiedad. Pero también tenía bien en claro el verdadero significado del proyecto.

A la fuerza ahorcan, hacer la vista gorda, quedáte en el molde.

Jorge también es argentino, un poco menos que algunos de sus compañeros, pero su D.N.I no miente. ¿Cuándo es momento de dejar la dignidad de lado y mirar hacia otro costado? ¿Existe un momento para pensar sobre este concepto cuando no se tiene un techo propio? En el mundo no debe haber personas con el sentido de dignidad mas distorsionado que un ex combatiente de Malvinas. Sería insensato de mi parte exigirle tanto a Jorge, carga una cruz muy pesada en sus espaldas con la cual lidió y lidiará por el resto de su vida: ¿ser ex combatiente de Malvinas? No. Ser argentino. El debate de hacer lo correcto o lo que hacen los demás. Teoría de las multitudes, si lo hace todo el mundo seguramente deberá estar bien. Jorge está a mitad de camino, en estos casos, peor que ser argentino es ser un argentino arrepentido. En definitiva se aprende que la corrupción existe en todos las provincias, en todas las naciones, en el planeta entero. En todo el universo no. Los seres habitantes de otras galaxias, si los hubiese, correrían con la ventaja de nos ser humanos y podrían evitar que la corrupción invada sus corazones si tuviesen. Pero en el caso específico de nuestra nación existe no solo en cada distrito, en cada pueblo, sino en cada rincón. Donde se aprieta sale pus, incluso en el espíritu de que quienes dejaron el alma en un archipiélago al fondo del mundo. Quizás sea esta la explicación a todo, algunos ya no tienen esa alma. Pudo haber ocurrido que al volver, recibieron una bien diferente a la que dejaron.

En conclusión, lo mas importante y resaltante de los datos obtenidos, resulta ser que algunas personas estarían utilizando un mecanismo legal para quedarse con una vivienda que no les corresponde. Se esta cometiendo una estafa contra el Estado Nacional y es nada mas ni nada menos que la justicia la que debe interactuar de manera urgente y contundente. Entonces vuelven los interrogantes: ¿Dónde deberían estar los funcionarios públicos artífices de esta estafa? Presos. ¿Dónde están? En sus casas. ¿Dónde deberían estar los ex combatientes cómplices del fraude? Presos. ¿Dónde están? En sus casas. ¿Del barrio “El Dorado”? no, seguramente que no.