Hace poco mas de un mes tuve la gratificante experiencia de haber entrevistado a dos ex combatientes de La Guerra de Malvinas residentes de la ciudad de Quilmes. Malvinas es una palabra que a la mayoría de los argentinos, nos remonta irremediablemente a lo que ocurrió hace ya mas de 26 años. Una masacre. Oficialmente una guerra, socialmente un conflicto, físicamente, repito, una masacre. Decir Malvinas entonces, no es referirse a un archipiélago ubicado al sur de nuestras latitudes, es hablar de muchas cosas. Es hablar de muerte, indiferencia, abandono, y corrupción. Aunque resulte extraño, aquí también la corrupción dice presente levantando bien alto el brazo cual alumno condescendiente. Vivimos en Argentina, hablar sobre corrupción es como hablar de mamá y papá, aquellas cosas con las que algunos, hemos crecido y hemos incorporado a lo cotidiano de nuestro transcurrir. Ya no nos sorprende. Nada. Los argentinos, lamentablemente hemos perdido la capacidad de asombro ya hace un buen tiempo, incluso arriesgaría a afirmar que confiando en la teoría evolucionista, los argentinos, esto como humanos que somos, no solo naceríamos con el dedo meñique cada vez mas pequeño sino que además sin el gen que proporciona la capacidad de asombrarnos. Cuestiones de la naturaleza. La naturaleza de la vida, de la flora, de la fauna, de esa. No de la naturaleza humana, aquella que se corrompe fácilmente y que no hace mas que afirmar los postulados de aquellos filósofos que sostenían que el ser humano comprende un ente de pura maldad ya desde el primer momento de su existencia. Esto se decía hace 350 años. Algunas cosas nunca cambian.
En mi encuentro con los veteranos de guerra, quise indagar sin pretensiones profundas sobre aquellas viviendas que les fueron otorgadas por parte del Estado, en una ofensiva tardía retribución al servicio prestado. Decir regalado sería mas acorde porque el significado del verbo prestar exige una devolución y estos seres no vieron volver nada de lo que dejaron ir. Noté cierto malestar en hablar sobre aquel tema y las respuestas recibidas fueron cortas y poco ilustrativas. ¿Desconocimiento? Tengo que saber como obtuve la casa donde vivo. Aunque sea algo.
—Cuéntenme un poco como fue lo del barrio “El Dorado”…
M: — Es como un plan FO.NA.VI (Fondo Nacional para la Vivienda), un plan de viviendas para el ex combatiente. Consiguieron los terrenos e hicieron las casas. Creo que fue el municipio o la gobernación.
— ¿Y como se asignaban esas viviendas a los ex combatientes?
M: —Por medio del centro de veteranos. Se evaluaban las condiciones de los que se anotaban y se les asignaba.
El barrio “El dorado” es como se lo conoce al total de las casas otorgadas a los veteranos de guerra. Es un barrio muy bonito, cuidado por los vecinos, he estado allí en ocasión del encuentro ya mencionado. Nunca pensé que volvería a pisar esas tierras. Al menos tan pronto. Reflexionando luego de la charla, tranquilo, acerca del plan de vivienda surgieron algunos interrogantes: ¿Cuántas viviendas se construyeron? ¿Cómo se determinó esa cantidad? ¿A quienes les fueron adjudicadas? ¿Por qué? Las respuestas no vendrían solas hacia mí.
Primeramente decido tomar contacto con la persona por la cual pude gestionar mi anterior encuentro con los veteranos. Es mi amigo Pablo, quien trabaja para la entidad bancaria por medio de la cual los ex combatientes cobran la pensión mensual que les es dada desde 1991. A raíz de esto pude tomar contacto con un veterano de guerra, que al resultar conocido de él, no debería de tener problemas. Efectivamente hice contacto telefónico pero la buena predisposición no fue suficiente para esclarecer los puntos oscuros que alimentaban mis suspicacias.
— ¿Qué sabe usted acerca de la construcción de el barrio “El Dorado”?
—Sé que es un barrio para los veteranos, nada mas.
— ¿Tiene idea de cómo se hizo la repartición de las propiedades?
— No, ni idea. Yo nunca me enteré de nada.
Esta última frase comenzó a rebotar dentro de mi cabeza. ¿Cómo es que siendo un ex combatiente, residente de la ciudad de Quilmes, no haya recibido noticia alguna sobre la construcción de estas viviendas, pudiendo merecerla o no?
Los Argentinos somos muy familieros, nos gusta que todo quede entre casa, entre pares, entre íntimos. ¿Por qué hacer tanta alharaca? Hagamos todo sotavento, no levantemos la perdiz, mirá si se corre la bolilla.
Finalmente Ricardo se lamentó por no haber podido ayudarme pero recibí de él el nombre de quien efectivamente iba a poder esclarecerme algunas cuestiones: Jorge. Dudo que Ricardo sepa ahora a la postre, lo útil que fue. Y Jorge, creo que sí. Si, lo supo.
Ironías del destino o no (a veces resulta difícil saber distinguir entre casualidades y causalidades) Jorge vivía en el barrio “El Dorado”. Al enterarme de esta situación, mi primer reacción fue la de descartarlo. Sería muy difícil que alguien que residiese en este barrio me contara sobre algunas supuestas irregularidades que pudieron haber existido en la construcción del vecindario. En el contacto vía teléfono, pude percibir con inmediatez que había dado en la tecla y que no había desafinado. Incluso me ví en la necesidad de tener que pedirle que reserve todo aquello que me relataba a través del teléfono para nuestro encuentro en persona, el cual estuvo de acuerdo que se lleve a cabo en su propio hogar.
Estaba en busca de una voz no convencional, es decir un veterano que no me hablara ni de la guerra, ni de sus secuelas, ni de su falta de dinero, de nada de eso. Todo eso no me interesaba. Debía cruzar mi camino con un hombre lo suficientemente lúcido y psíquicamente estable que no me contara, me informara. Y lo había encontrado. Volví entonces al barrio “El Dorado”, cuna y epicentro de la investigación. La cita era un sábado a la tarde, pero antes de llegar a la casa de Jorge transité varias edificaciones del barrio, y me preguntaba mientras caminaba cuantas de ellas realmente pertenecían a gente que verdaderamente las necesitaba y cuantas de ellas, formaban parte de aquello de lo que estaba a punto de enterarme. Finalmente llegué y Jorge me recibió gentilmente. Ni bien ingresé noté sobre la mesa algunos papeles con documentaciones, recortes, fotos; insisto, esto era dar en la tecla. Sentados a la mesa y con la pava como intermediario, comenzó a contarme por ejemplo, que él solía juntarse en el centro de veteranos de Quilmes y que participaba activamente de todos los encuentros.
— ¿Ibas mucho al centro de veteranos?
— Si, siempre. Hasta que hubo un día en que decidí abrirme y no volver a tener contacto.
El hecho desencadenante de tal drástica decisión fue la estafa, si; la estafa que significó la construcción del barrio “El Dorado” en Quilmes Oeste. Situación que representó que muchos ex combatientes (no es tal su caso) fueran beneficiados con una propiedad que no les correspondía. El aporte de Jorge hizo las veces de manto esclarecedor entre tanta oscuridad y acomodador de piezas en este rompecabezas entre cuyas partes, se mezclaban todas las diferentes formas en que puede representarse la bajeza humana. Seamos generosos y pongámosle simplemente el mote de corrupción.
En el año 2000, bajo la intendencia de Fernando Geronés fue cuando se iniciaron los trámites con el Ministerio de Economía para la sesión del predio, en ese entonces ocupado por servicios públicos de la Municipalidad de Quilmes llamado “El Dorado”, donde se construirían 45 viviendas mas un centro de ex combatientes para los veteranos residentes del distrito, con fondos provenientes de la nación. El fin del proyecto era proveer de un techo a los ex combatientes de Malvinas que no tuvieran casa propia y residieran en la ciudad de Quilmes. Hasta aquí todo resultaba satisfactorio. Hasta aquí. Las condiciones ya estaban dadas, estaba el predio, estaba el dinero, solo faltaba decidir la cantidad de viviendas y fundamentalmente el nombre de sus propietarios. Es por ello que para hacer justo el reparto, se colocó como forma de comunicación, única forma de comunicación, un cartel en la puerta del centro de ex combatientes. Tan solo 40 personas fueron las que se presentaron a la asamblea. Se calcula, según los datos proporcionados por Jorge, que los veteranos sin techo de la ciudad de Quilmes no superarían las 15 personas. Sin embargo se construyeron 45 viviendas, ahora la pregunta era: ¿y las otras 30? Esto quería decir que los habitantes de las otras 30 no estaban cumpliendo con la condición de no tener casa propia. Jorge me cuenta que el valor de las propiedades en el barrio oscila entre los 60.000 y los 70.000 pesos y que hay muchos veteranos que alquilan estas casas con el único fin de aumentar su patrimonio. Y esto no es todo, aparentemente el presidente del centro de veteranos en aquel momento, Carlos Sánchez, tenía un chalet en pleno centro de Quilmes cuyo valor era de 300.000 pesos aproximadamente. Y a pesar de esto, fue beneficiado con una casa en el barrio. Además otro ex combatiente tenía una casa en Pinamar, y otro un departamento en Caballito, y otro un terreno en Córdoba y así. En definitiva, la repartija de propiedades se hizo en una reunión de no mas de 40 personas, en la cual Jorge puso su nombre en la nomina de beneficiarios y se retiró para no volver jamás.
— ¿Cómo es que recibiste vos una casa entonces?
— No sé. Será porque me opuse a todo este manejo, para que no arme quibombo, no se. Igual yo tengo denuncias hechas, pero viste como es acá…no te dan bola. Aparte me amenazaron con quitarme la casa si seguía jodiendo.
Pasé toda la tarde y comienzos de la noche escuchando a Jorge; no hablé casi nada, solo me detuve a entender. Finalmente antes de que se hiciera realmente tarde me despedí y decidí marcharme dejando el diálogo abierto por si en algún futuro, sea lejano o no, pudiera volver a necesitar de su información que tan útil ha sido en esta oportunidad. Durante el regreso me detuve a pensar sobre el concepto de dignidad. ¿Fue correcta la decisión de Jorge de haber aceptado la donación? Estaba claro que no disponía de vivienda alguna y que realmente era merecedor de la propiedad. Pero también tenía bien en claro el verdadero significado del proyecto.
A la fuerza ahorcan, hacer la vista gorda, quedáte en el molde.
Jorge también es argentino, un poco menos que algunos de sus compañeros, pero su D.N.I no miente. ¿Cuándo es momento de dejar la dignidad de lado y mirar hacia otro costado? ¿Existe un momento para pensar sobre este concepto cuando no se tiene un techo propio? En el mundo no debe haber personas con el sentido de dignidad mas distorsionado que un ex combatiente de Malvinas. Sería insensato de mi parte exigirle tanto a Jorge, carga una cruz muy pesada en sus espaldas con la cual lidió y lidiará por el resto de su vida: ¿ser ex combatiente de Malvinas? No. Ser argentino. El debate de hacer lo correcto o lo que hacen los demás. Teoría de las multitudes, si lo hace todo el mundo seguramente deberá estar bien. Jorge está a mitad de camino, en estos casos, peor que ser argentino es ser un argentino arrepentido. En definitiva se aprende que la corrupción existe en todos las provincias, en todas las naciones, en el planeta entero. En todo el universo no. Los seres habitantes de otras galaxias, si los hubiese, correrían con la ventaja de nos ser humanos y podrían evitar que la corrupción invada sus corazones si tuviesen. Pero en el caso específico de nuestra nación existe no solo en cada distrito, en cada pueblo, sino en cada rincón. Donde se aprieta sale pus, incluso en el espíritu de que quienes dejaron el alma en un archipiélago al fondo del mundo. Quizás sea esta la explicación a todo, algunos ya no tienen esa alma. Pudo haber ocurrido que al volver, recibieron una bien diferente a la que dejaron.
En conclusión, lo mas importante y resaltante de los datos obtenidos, resulta ser que algunas personas estarían utilizando un mecanismo legal para quedarse con una vivienda que no les corresponde. Se esta cometiendo una estafa contra el Estado Nacional y es nada mas ni nada menos que la justicia la que debe interactuar de manera urgente y contundente. Entonces vuelven los interrogantes: ¿Dónde deberían estar los funcionarios públicos artífices de esta estafa? Presos. ¿Dónde están? En sus casas. ¿Dónde deberían estar los ex combatientes cómplices del fraude? Presos. ¿Dónde están? En sus casas. ¿Del barrio “El Dorado”? no, seguramente que no.
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