martes, 14 de octubre de 2008
En campaña con Duhalde y Ortega
Es una crónica excelente, complementa en dosis de perfecta simetría acidez, ironía y frescura. Es una crónica corta, pero de las que el lector suele quedarse con ganas de mas. De todas maneras, es posible que si hubiera mayor volumen de texto, la recepción no sería la misma. Se sumará entonces esta duda a los irresolubles misterios de la existencia. Es la narración del momento en particular en que los candidatos a presidente y vice durante la campaña electoral de 1999, Duhalde y Ortega, realizaban su demagógico recorrido promocional por los pueblos siempre olvidados montados sobre una locomotora. Es una descripción absolutamente bizarra, tal cual es la sensación que experimentaría cualquier individuo con al menos un milímetro de uña de dedo meñique de frente. El momento, ese momento exigía y se merecía una narración así. Existen frases imposibles de dejar de lado: “manténganse lejos del tren [...] manténganse lejos de la esperanza”, “hay una chica con una venda que le tapa la mitad de la cara, quizás la mordió un perro o quizás su papá”, “si éste no es el pueblo, el pueblo donde está. Yo le decía al compañero Duhalde que hay que recorrer el interior de la Argentina. Dicho esto el cielo se parte al medio y las nubes se retuercen como un trapo de piso”. Quizás algunas de las frases que encontramos a lo largo de la crónica resulten ser por demás chocantes e incluso ofensivas pero son parte del juego de ironías propuesto por el autor. Finalmente, la crónica termina explayándose sobre algunos datos íntimos sobre los candidatos, que poco hacen a la cuestión de la situación electoral que por aquel entonces se vivía, pero ante tamaña fantochada, resultan éstas preguntas ser coherentes. De todas maneras, queda la incógnita de si lo dicho sobre estas cuestiones comprende algo de cierto o no, ocurre que es mas fuerte que ellos, los políticos están hechos para mentir.
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