La crónica es ese género inconcluso que parece haberse quedado a mitad de camino entre una investigación periodística y una simple narración. En ella convergen lo subjetivo con lo objetivo, casi como que mezclándose sin una definición exacta de cual de los dos es el que obtiene una mayor preponderancia. Pueden también estar equilibrados, pero ocurre con mayor frecuencia encontrarse con relatos en los que alguno de los dos suele tener mayor protagonismo.
En algunas crónicas nos encontramos con fuertes investigaciones periodísticas y el papel del cronista casi como que no se destaca, se hace a un costado para no robarle la atención al lector. En otras, los lectores se chocan con una enérgica impronta del cronista que adquiere el lugar de intenso participante y sus circunstancias, que en ocasiones no suelen ser las mismas que las de la crónica propone, toman un mayor relieve. La crónica es contar la realidad adornada. No se trata de mentir, si no de ajustar la información pensando en el efecto a conseguir cuando el lector tome el relato y se disponga a leerlo. De todo esto es lo que habla Amar Sánchez en el texto “El relato de los hechos”, de como comprender el género de la no ficción. Define a la crónica como ese tipo de relato particular dotado de una impronta plenamente ambigua. ¿Periodismo o literatura? esa es la dicotomía. El arte de la crónica no se limita simplemente a contar la realidad, sino que comprende una realidad diferente regida por leyes personales bien propias de cada individuo, y por lo tanto de cada cronista.
El texto de Amar Sánchez representa una buena recorrida por las principales características del género. Refuerza sus dichos con citas de autoridad de otros célebres cronistas como por ejemplo Tom Wolf. Transita por los diferentes conceptos y por los contradicciones mas comunes con las que todo aquel que alguna vez háyase propuesto sentarse a escribir una crónica se ha encontrado. El texto refuerza aquello que planteaba Capote en el intento de querer describir esa extraña fusión de lo real y lo ficticio. En definitiva, la crónica es un género con plenas variantes que no persigue una estructura fija y ajustada. Es como su padre quiere que sea. Resulta como el cronista ve la realidad de los hechos.
Amar Sánchez destaca que la crónica se juega en el cruce de dos posibilidades: de mostrarse como ficción aunque se sepa que los hechos son reales, y por otra parte, de convertirse en un simple espejo de lo acontecido puesto que lo descrito no es contado justamente tal cual ocurrió. Es eso, la crónica es eso. Es un género narrativo único. Tiene la capacidad de transitar ambos lados de la frontera; tiene las llaves del cielo y del infierno y puede bucear en ambas aguas con igual virtuosismo. Es en vano intentar encasillarla y puede que de esta manera, se la termine dañando. Hay que aceptar al género como es.
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