martes, 14 de octubre de 2008

Nota de lector de la crónica “Cuando las manos atadas equivalen al silencio” (por Florencia De Sousa)

Esta es una crónica de las cuales el lector aprende. Conoce, descubre, y comprende una situación de injusticia de las tantísimas que nos rodean en este pequeño mundo aparte llamado Argentina. La crónica comienza con la descripción de un detallado e ilustrativo proceso de escritura por parte de la cronista, en el cual nos cuenta como se sorprende, descubre y conoce hasta comprender el escenario con el que se encuentra. Lo mismo hace el lector. La indignación tampoco falta en el catálogo de emociones que comparte la cronista con su receptor; el comportamiento de algunos padres, indigna. La actuación de la sociedad frente al tema indigna. Claro, esos padres son parte de una sociedad. La misma sociedad en que vive la escritora, la misma en que vive el lector, y también la misma en que viven los maestros de esa escuela tan particular. Por supuesto existe la diversidad, y uno puede encontrarse en este mundo gente mala e indiferente pero también, gente buena y comprometida que ayuda, y gente interesada que lo cuenta y gracias a esto, algún lector ocasional que se entera.

La crónica es clara y concisa, en ella se sienta postura. Invade a la relatora un sentimiento de denuncia que no puede callar y es ese el rol que decide tomar como cronista, es ese el momento, el instante que decide narrar. El relato es armónico en su composición y distribución. Comienza con una breve explicación introductoria como antesala de aquello que vendrá, eso con lo que el lector chocará. Así podrá decidir si humedecer su índice derecho y voltear la página, o simplemente dejar el escrito a un lado para un futuro incierto en que pudiese llegar a interesarle interiorizarse con el tema.

El lector se encuentra con 2 apartados finales que corresponden a una breve reflexión en donde la autora, expone todo su parecer y busca seguramente, complicidad con el receptor. El último apartado es la continuación de la anterior reflexión con la salvedad de incluir algún dato preciso, que muestra que lo que se vive en una simple escuela de la ciudad de Quilmes, resulta ser tan solo un ente colaborador mas en el proceso de engorde de cifras.

Finalmente, refuerza su tono de denuncia con una cita de autoridad aludiendo la palabra de un especialista que confirma lo que cronista y el lector piensan: la falta de elementos perjudica a la enseñanza de cualquier niño y obstaculiza el aprendizaje de cualquier individuo, mas aún, si se trata de personas con alguna deficiencia física. Es lógico, el que no sufre no conoce, tampoco comprende ni se sorprende, y por lo tanto tampoco logra indignarse. Y si no se preocupa por nada de esto, mucho menos se preocupará por reaccionar.

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