Debo confesar que no supe sobre que escribir hasta el momento en que decidí comenzar el ensayo. Veía la computadora y obligaba a mis ojos a girar hacia otro lado, motivo de la inseguridad que me brindaba saber si las palabras iban a salirme o no. Pero finalmente una madrugada lluviosa tomé coraje, senté mi cuerpo frente a la pantalla, y con los dedos sobre el teclado, comencé a escribir. Se me ocurrió comenzar por una historieta de Quino que había leído hacía mucho ya y de la cual solo recordaba el mensaje que ésta brindaba. No recordaba nada más. Aún no sé porque comencé de esa manera, no había pensado en esa historieta en mucho tiempo y sin embargo, fue lo primero que se me ocurrió.
En principio, el ensayo iba a tratar sobre el mismísimo proceso de escritura por el cual atraviesa cualquier escritor, a la hora de escribir sea cual fuere el género sobre el que quiera trabajar. Pero me topé al instante con un obstáculo que, caído como fruta madura de un árbol, pensé que había aparecido solo para perjudicarme. Mas luego descubrí que debajo de la áspera y amarga cáscara del obstáculo, se escondía una dulce y sabrosa pulpa llamada oportunidad. No por nada en el idioma de una cultura tan sabia como la china, el mismo ideograma utilizado para representar la crisis, es el mismo usado para simbolizar a la oportunidad. Ese obstáculo era la inspiración, o mejor dicho, la falta de ella. Podría decir tanto sobre ella en aquel momento, que decidí entonces focalizar mi ensayo sobre la propia inspiración.
Lo cierto es que lo que escribí acerca de la inspiración, no terminó siendo muy diferente a lo que pensaba escribir sobre el proceso de escritura. Pero ocurría que inconcientemente a cada palabra que escribía, el texto me llevaba irremediablemente a hablar sobre la inspiración. Intentaba torcer el timón, pero los vientos soplaban muy fuerte y opté finalmente por dejar de esforzarme y me dejé llevar por la propia corriente.
Al intentar explicar la historieta de Quino, descubrí que era aplicable a sus historias el concepto que Ricardo Piglia vierte en su “Tesis sobre el cuento”. Aquella distinción acerca de la historia uno y la historia dos, y por eso decidí incluir una cita de este texto en el ensayo.
Una vez metido ya en el tema de la inspiración, para intentar explicar que ésta no corresponde únicamente al género de la ficción, y que es necesaria hasta para la redacción de una crónica, se me ocurrió en una cita de Martín Caparrós que se encuentra alojada en el prólogo de “La Argentina crónica”. En ella se explica que todo texto por más objetivo que intente ser, mantiene siempre impregnada una mirada subjetiva de su redactor. Se me ocurrió vincular esta frase, porque en la tarea del cronista siempre existe alguna inspiración que lo motiva a trabajar determinado tema. Hay siempre un motivo que le despierta curiosidad, y por mas que trate el tema de la manera mas formal posible, la iniciativa partió de algo tan subjetivo y personal como una motivación o inspiración.
De esta manera también, se me ocurrió hacer extensiva esta definición al arte de la escritura de ensayos, porque como dije anteriormente, si hay algo con lo que tuve que lidiar a la hora de escribir el ensayo fue con la falta de inspiración.
Si hay algo que despierta furia en mí, es la injusticia. Es muy frecuente que a muchos artistas en general, escritores en este caso, se los considere como el mejor exponente en lo que hacen, porque venden muchos libros (o canciones, pinturas, lo que sea) o porque simplemente son famosos o reconocidos. No quiero decir que no sean buenos en lo que hacen, pero suelen ser considerados con mayor talento del que realmente tienen. Esto es lo que intento denunciar con el apartado sobre Harry Potter y su autora. Me pareció acertada la idea de ironizar al respecto de este tema.
Para hacer mas completo el ensayo pensé en las diferentes formas que pueden utilizarse para atraer la inspiración. Unos mese atrás escribí sobre esto, pero aquí hago hincapié en otros métodos; es decir, los métodos que usaban célebres escritores para inspirarse. Inmediatamente pensé en un autor al cual admiro mucho y sobre el cual me enorgullece decir que llevo leídas la totalidad de sus obras. Estoy hablando Edgar Allan Poe. Pensé entonces en las constantes referencias que hace en sus cuentos acerca del opio, y de cómo influía en él al momento de la creación. Se me ocurrió entonces, extraer una cita del cuento en el que mas se nota la presencia de este inspirante y aspirante elemento: “Ligeia”.
Luego, me pareció que ya era hora de decir finalmente de donde proviene en mi opinión, la mayor fuente de inspiración en los escritores, que es justamente sobre lo que Quino ironizaba en su historieta. Para ello, decido afirmar mi postura citando un ensayo de Jorge Luis Borges donde expresa el génesis de la escritura de su cuento “El Zahir”.
Para concluir con el texto, se me ocurre armar una metáfora vinculando la música con la inspiración en la escritura. Lo curioso de esta situación es que desde un primer momento supe que debía incluir una metáfora, pero era incapaz de establecer analogía alguna. Cuando decía que temía sentarme en la computadora a escribir era por esto. Como iba a hacer para encontrar citas que sustenten mi pensamiento y además una metáfora que la represente. Parecía imposible. La vinculación con la música surgió de manera espontánea y quedará en usted lector, creerme o no, cuando le diga que fue cuando terminé de escribir el ensayo que descubrí que aquello que acababa de escribir, constituía una metáfora. Evidentemente el texto me fue llevando y parecía que había comprendido, al menos a mi parecer, aquello de sentirle la respiración al texto.
Por último y bien último, el ensayo ya estaba hecho, con muchos o pocos errores, ya se había hecho. Pero aún me faltaba escoger un epígrafe. Pensé en muchos autores de los cuales poder extraerlo, releí mucho para encontrar “esa” frase que explique en tan solo unas palabras sobre lo que iba a tratar mi ensayo. Me esforcé demasiado por tratar de recordar algún enunciado que no haya podido olvidar, y que se vincule al tema que estaba tratando. Fue entonces que recordé que el año pasado, con el diario Clarín había salido en la edición del domingo dos de septiembre, una pequeña revista donde se detallaban algunas frases célebres. Esa incómoda pero útil manía de guardar todo, fue mi salvación. Sabía donde se encontraba y a menos de un minuto de haber pensado en ella, ya la tenía en mis manos. Las frases eran variadas y trataban sobre muchos y diferentes temas, pero fue en la sección de arte y literatura donde encontré lo que buscaba. Vuelvo a repetir que estará en usted lector creerme o no, cuando le diga que el epígrafe fue agregado después de concluido el ensayo y no previo a su realización. Me veo en la necesidad de aclararlo, porque la frase de este gran novelista uruguayo resultó ser muy acertada. Finalmente y ahora sí, mi ensayo está terminado.
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