Ensayo de Flusser:
Este ensayo me ha servido para comprender desde un comienzo que es verdaderamente un ensayo. Flusser establece la diferencia entre tratado y ensayo distinguiendo al primero, como aquel manifiesto de uso meramente académico y formal, y al segundo, como un escrito influenciado también por el aspecto subjetivo del escritor. “En el tratado buscaré explicar mi tema. En el ensayo, buscaré implicarme en él”. Al leer ésto, comprendí lo importante que era lograr “meterme” en el texto.
El ensayo que escriba debo sentirlo mío; debo saber de lo que estoy hablando, y que las palabras fluyan de mi interior hacia el texto sin escala. El ensayo tiene que ser perfecto, no deben existir errores en él. Porque es algo por lo que voluntariamente me siento a hablar, es contar lo que siento, simplemente mi parecer. Si me pongo a escribir un ensayo es porque hay “algo” que me motiva, que me indigna, que despierta mi curiosidad; algo que me “pincha” en palabras de Barthez. Es por eso que debe constituir un relato sin fisuras, nadie podrá objetar lo que siento; podrá estar de acuerdo o no, pero no refutarlo. Podrá haber errores de sintagma, puntuación, coherencia, etc., pero no de sentido, aunque las ideas se expresen sin él. Lo habrá para el autor.
Parecido ocurre con la diferencia entre un informe y una crónica. En el primero se retratan los hechos de la manera mas objetiva posible, mientras que en el segundo, es fundamental la presencia del cronista en el relato de los mismos. Quizás, como explica Flusser, me toque correr el riesgo de desviarme en el foco de la atención al involucrarme emocionalmente, pero trataré en caso que aquello ocurra, de volver los pies sobre la tierra apoyándome en el uso de las citas que reafirmarán el tema sobre el que hablaré. Hoy me toca escribir un ensayo y no un tratado. Si hay riesgo de equivocarse, bien; si me equivoco, mejor. Se aprende más de los errores que de los aciertos.
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