viernes, 14 de noviembre de 2008

Nota de lector de “El hombre que ríe” de J.D. Salinger

“El hombre que ríe” es básicamente una historia de amor y es desde esta perspectiva desde donde debe ser tomado. En si, la pequeña historia dentro de la historia que es justamente “El hombre que ríe”, sirve como ejemplo y metáfora a la vez de lo que “el jefe” siente al momento de narrarla. En este cuento, Salinger vuelve mostrar sus cualidades como narrador, ya que lograr montar escenas y situaciones de manera brillante dejando nulo, todo esfuerzo del lector por imaginarlas. Resulta curiosa la descripción que hace el narrador acerca del “jefe” al comienzo del la historia, ya que lo describe a través de características antinómicamente opuestas. Pero esto puede ser resultado de la doble visión del narrador que construye el autor. La primera visión es aquella con la que el narrador cuenta la experiencia vivida de niño, adosando comentarios por entonces actuales, propios de su madurez. Y la segunda visión es justamente aquella imagen perfectamente fiel que percibía el niño con las características lógicas del caso. Es por eso que al momento de describir al “jefe”, lo hizo con los ojos de niño, diciendo por ejemplo, que sus hombros parecían poderosos aunque previamente lo haya descrito como un hombre de un metro sesenta como máximo de estatura.

Finalmente “El jefe”, ese ser tan supremo para los niños, termina enamorándose como el mas vulgar de los humanos. Y “El hombre que ríe” transcurría al mismo ritmo que su romance. Tan claramente esto era así, que cuando la relación entre el “jefe” y su novia llegó su fin, también lo hizo el hombre que ríe en “El hombre que ríe”. Curiosa resulta la forma en que muere. Un hombre que ha sorteado mil batallas muere desangrado y de angustia, tras enterarse de la muerte de su fiel amigo Ala negra. Incluso teniendo la posibilidad de salvarse no quiso hacerlo, ¿para qué vivir si lo mas importante que tenía en la vida había muerto? El “jefe” sentía muerto su corazón y con él la inspiración. No había ganas de mas cuento. Finalmente, el hombre que ríe como última acción se quitó la mascara. Al igual que hizo el “Jefe”, es que ya no era el mismo.

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