lunes, 27 de octubre de 2008

relato loco

Persona: Cacho castaña
Lugar: la Polinesia
Fecha: 3 de abril de 2000
Canción: Los dinosaurios -Sui Generis- fragmento: “Los amigos del barrio pueden desaparecer, los que están en la radio pueden desaparecer”.

— ¡Feliz cumple Marce!
— ¡Gracias Cacho! Es un placer que hayas venido a mi fiesta…
— No, Marce por favor… es mío el placer de estar aquí en esta fiestaza, no todos los días se cumple 40 años y no esperaba menos de un grande como vos… llegar a los 40 es un momento muy especial en la vida de todo hombre, yo lo sabré dentro de unos años…
— Tómatela… no me hagas reír, si tenés mas años que la injusticia…
— En serio… soy como fito, del 63
—Si, de la línea 63: Belgrano/ La Matanza, dejáte de joder… Bueno mirá Cacho, si no te molesta la idea es que en algún momento de la noche hagas un pequeño numerito, que se yo… cantes tres o cuatro canciones, algo como para darle un poco de movimiento a la noche. ¿Vos tenés algún problema?
—No por favor… que drama voy a tener, va a ser un placer. Lo único es que ahora estoy como en otro momento de mi carera ¿viste? Estoy en una faceta mas experimental, mas stand up comedy, cantando canciones que vienen de otro palo… ¿entendés?
— No, no entendí un carajo. Pero confío en vos, siempre le caíste bien al público. Bueno te dejo que tengo que atender otros asuntos…
— Andá, andá que mientras voy a probar esos bocaditos de jamón crudo y melón que me están llamando desde hoy, aunque no se si son ellos o la botella de totín que está al lado. Ante la duda, le responderé a los dos. Después te veo…

Transcurría el 3 de abril de 2000, en esa fecha Marcelo Tinelli cumplía nada mas ni nada menos que 40 años. El astro televisivo y potencial empresario multimedial, estrenaba la cuarta década de vida con una fiesta a todo lujo en un reconocido hotel cinco estrellas de la zona de Retiro. A la fiesta no le faltaba nada, buena comida, buena bebida, grandes figuras del espectáculo argentino como invitados; era una fiesta sencillamente espectacular. La noche era perfecta, el verano aún no había decidido abandonar por completo nuestras latitudes y había cubierto la otoñal noche con un manto primaveral. No existían excusas para no estar pasándola bien. Todo se estaba desarrollando tal cual Marcelo lo había planeado, y como cualquier individuo hubiera deseado para su fiesta de 40 años; la perfección, era una invitada mas.
La música sonó toda la noche y se gastaron los lujosos porcellanatos del salón de lo tanto que se bailó. Los cinturones de los caballeros y los vestidos de las damas no resistían la enorme presión que ejercían los vientres de lo tanto que se comió. Y las narices todas rojas, como payasos, de lo tanto que se tomó. Pero ya entrada la madrugada, había llegado la hora de tomarse un recreo y disfrutar de un buen espectáculo.

— Su atención por favor— dijo José Maria Listorti quien ofició de locutor a lo largo de la noche. — Su atención por favor— volvió a repetir acentuando bien la silaba final de la frase con su clásico cantito, ese que lleva a la letra “o” hasta el final de su garganta; el mismo que repetía cuando hablaba de que el amor era “mágico”. De todas formas nadie rió, pero su momento de ridiculez logró acaparar la atención.

—Señoras y señores, permítanme presentarlo a él. Con ustedes el único, el inigualable, el hombre cuyo nombre es sinónimo de noche, de diversión, de seducción, que mas se puede decir… hablar de él es hablar de Buenos Aires. Con ustedes: ¡Cachooooo Castañaaaaa! —
— Gracias, gracias — decía Cacho agitando las manos mientras se acercaba al centro del escenario.
— La verdad es que es un placer estar acá hoy con ustedes, siendo parte de esta hermosa fiesta donde festejamos el cumpleaños de mi gran amigo Marcelo. Gracias otra vez, Marce— dijo llevándose la palma de la mano derecha el pecho y mirando a Marcelo fijamente a los ojos.
—Hoy pienso salirme un poco de ese personaje trovador, nocturno, amante de la oscuridad que me ha caracterizado por tantos años, perteneciente mas a un mito construido alrededor mío que a una realidad .— “Dale, si tenés mas noches que la luna!” alguien gritó por ahí. Cacho solo sonrió.
— Básicamente hoy quiero mostrarles una nueva faceta artística mía, he incorporado nuevas canciones, nuevas rutinas, cosas que me definen como lo que soy: un artista de varieté, espero que les guste—

Comenzaron a sonar entonces los acordes de una vieja canción bailantera dotada de una fuerte impronta rockera. Era “Tengo un tractor amarillo” de Zapato Veloz que tenia como base el ritmo de cualquiera de las canciones de Metallica. El público atónito. Esa era la primera canción de una serie de enganchados que incluía: “Cuidado con la bomba chita” de Riki Maravilla acompañada de la 5 sinfonía de Beethoven, “La abuela salome” de Lía Crucet sonando con “Adiós nonino” de Piazolla de fondo y “Violeta” de Alcides con el “Himno nacional argentino” sufriendo cada una de sus estrofas. Y asi muchos temas mas. Las bocas de los presentes dibujaban una “o” perfecta. Nadie entendía nada. “¡Sientan el ritmo!” gritaba Cacho zarandeándose por todo el escenario, ciego del efecto que causaba en sus oyentes. Fusionaba cumbia con rock, tango con merengue, baladas con música electrónica, estaba haciendo mierda todos los ritmos por igual y al mismo tiempo. Tras recibir directivas de Marcelo, José Maria sube al escenario y le dice a cacho que pruebe con otra cosa porque lo que estaba haciendo no daba con la onda de la fiesta. Cacho, un poco ofendido, decide aceptar la sugerencia y prosigue con una rutina cómica que venia ensayando hacia algún tiempo. “¿Alguno de ustedes sabe lo que es la polinesia? Disparó al vació. “Una mujer policía que no entiende razones”. Solo él se rió. “¿Y un camarón? “Un aparato enorme que saca fotos” estalló en carcajada. Si no les gusta este no existen dijo: “¿Qué es la telepatía?” un aparato de TV para la hermana de mi mamá”. No se escuchaba en el salón ni el bolido de una mosca. José María vuelve al escenario: “che Cacho, por qué no te cantas algo como la gente y te dejás de joder”. Cacho, ofuscado, aceptó. Fue entonces que se colgó una guitarra criolla al hombro, se acercó al micrófono, y dijo que cantaría en versión acústica un reconocido tema de Sui Generis: “Los dinosaurios”; ese que dice: “los amigos del barrio pueden desaparecer…”. Los espectadores no comprendían el cambio radical en la carrera de Cacho, este era un hermoso tema pero no de aquellos a los que acostumbraba a cantar en sus shows. “Los que están en la radio pueden desaparecer” se escuchaba, y el público tratando de poder entender aunque sea un poco, esa nueva faceta política y mayormente comprometida que proponía Cacho, disfrutaba aunque sea algo, luego de la desagradable vorágine del comienzo. Pero resultó ser que la canción terminó asi: “pero los dinosaurios van a desaparecer…” y sin extender mas la duración de la nota, comenzó a saltar agitando las manos y a gritar desaforadamente: ¡el que no salta es militar!, ¡el que no salta es militar! ¡Canten putos! Tinelli broto en cólera. Subió inmediatamente al escenario y sacó al artista de varieté literalmente a las patadas del escenario, del salón y del hotel. La semejante conmoción produjo un inmenso silencio invadido inevitablemente por algunos murmullos. Para cortar con la tensión e interrumpir el incomodo silencio, José María, decidió subir al escenario, tomar el micrófono, y con su característica vos gritar con toda furia a la conmocionada audiencia: ¡¿les gustó o no le gustó?!

martes, 14 de octubre de 2008

Autoevaluación: Reflexión sobre la mitad de la cursada

Desmintiendo el título de la reflexión, debo decir que estamos a mas de la mitad de la cursada. No mucho, pero lo justo es justo. De todas formas, considero que a esta altura del cuatrimestre es mas que apropiado hacer un balance sobre lo hasta aquí transcurrido. Del comienzo a esta parte, hemos estado trabajando dos diferentes tipos de escritura: la entrevista y la crónica. Ambas desconocidas para mí. Si bien he tenido pequeños “aproachs” con algunas de ellas, jamás las he trabajado en profundidad como he hecho a través de esta materia. ¿Dije materia? ¿Materia o taller? Es clave poder distinguir el seminario del taller para comprender el acontecer de las clases. De todas maneras, yo prefiero quedarme con el taller. Lo práctico suele ser mas atractivo que lo teórico, no estoy diciendo novedad alguna. Es por ello que es esto es lo que mas rescato de la clase, la posibilidad de poder intercambiar entre mis compañeros escritos, comentarios, opiniones; en síntesis, esa palabra que tanto me gusta pronunciar: “tallerear”.

Estamos a mitad de un ciclo, volteo hacia atrás y contemplo orgulloso por aquello que he transitado, los lugares que he visitado, las personas que he conocido, los compañeros que me han tocado. Enderezo la mirada hacia delante y siento intriga por lo que vendrá. Dije intriga, no miedo. La intriga tiene que ver con el suspenso, ese suspenso de no saber que nuevas formas de narrativa encontraré, que nuevas herramientas aprenderé a utilizar, cuanto aprenderé. De la entrevista rescato algo de gran valor: el proceso de escritor. Todas las circunstancias por las que he atravesado hasta llegar a mi entrevistado, de los “indicios” que tuve que aprender a leer, del proceso de una vez hecho todo, plasmarlo en la escritura. El contacto con desconocidos, la arremetida hacia lo ignoto, el crecimiento como persona y por supuesto, como escritor.

La crónica supo ser una continuación de todo este proceso que aun sigue. Comprendí que aquel diario de escritor puede formar parte de la historia y enriquecerla hasta límites insospechados. Todo tuvo que ver con todo. Pude escuchar las voces de grandes referentes como Caparrós, Walsh o Capote que me han demostrado que contar no es lo mismo que saber contar.

A esta mitad de la cursada no le ha faltado nada. Reconozco en mi mente ya un cansancio propio de tanta escritura, de tanta lectura, pero reconozco también que mucho de todo esto tiene que ver con el momento del año que estamos atravesando. Pero no me quejo. La ejercitación es fundamental para acercarse lo mas posible al utópico estado de perfección, y que gracias a ella, hoy puedo escribir con un vocabulario mas enriquecido y de una forma mas ligera y menos sacrificada. Noto en mi, mejoras como escritor, siento que voy progresando, siento que avanzo. Y sigo avanzando, aun queda la mitad. Queda mucho por trabajar pero también por aprender. Quedará en la subjetividad de todos nosotros saber reconocer si el vaso está medio lleno o medio vacío.

Reflexión propia del género cronica

Debo confesar que a lo largo de mi vida he hablado sobre las crónicas sin tener noción de lo que realmente significan. “La crónica, eso que aparece en algunas revistas” ¿Qué leía cuando leía alguna? ¿Estaba en presencia una entrevista o un relato? ¿Me informaba o me entretenía?

He descubierto a lo largo de este período que las cosas no son tan simples como parecen. La crónica es un género raro en su génesis, algo que jamás advertí. No soy un recurrente lector de crónicas ni lo seré. Agradezco y mucho la posibilidad de haber podido indagar y conocer a pleno las bondades que ofrece el género, y descubrir que existe algo entremedio de un informe periodístico y una narración literaria, que se puede informar y entretener a la vez. Personalmente no me atraen las crónicas serias, aquellas mas cercanas a la investigación que a lo ficcional; prefiero aquellas con mas guirnaldas que árbol de navidad. Soy amante de la literatura, es hora de confesarlo.

La crónica es un género que me ha resultado entretenido escribirlo mas que leerlo. Es como ocurre en muchos órdenes de la vida, si el tema que trata la crónica no es de nuestro agrado, nos resultará pesada. Cuando la escribo no siento desagrado alguno porque en el caso de la crónica de investigación, trataba sobre un tema en el cual me encontraba involucrado. En cambio, no me resulta atractivo leer crónicas sobre temas que jamás despertaron ni despertarán en mi interés alguno.

Al ser un acto tan personal, como lector me siento identificado con aquellas crónicas con las cuales comparto la visión del cronista. He notado que aquellas que he leído y me han gustado, es porque el cronista comprendía los hechos de la misma forma en los vería yo si estuviese en su lugar y lo relata por entonces, de la misma forma en que quizás yo podría haberlo hecho. En lo personal, sentí mayor comodidad escribiendo una crónica sobre una salida al teatro que aquella que comprendía una investigación. Creo que realmente no tengo propensión natural para escribir crónicas profundas y serias, me atraen mas aquellas que tratan sobre acontecimientos quizás banales que no profundicen sobre investigaciones penetrantes. Probablemente los resultados de la realización de ambos trabajos no sean disímiles, pero lo que relato esta relacionado mayormente con el proceso de escritura, las sensaciones como escritor.

El hecho de ser cronista ha ampliado mi mirada sobre el mundo. La crónica sobre el biodrama comenzó en el instante en que partí desde la universidad y terminó al momento de llegar a mi hogar. Lo mismo ocurrió con la profundización del tema sobre el cual había tratado mi entrevista realizada algún tiempo atrás. El alrededor me compenetraba, me absorbía; todo era útil, todo servía para contar la historia. Desde las calles, los edificios, los ruidos, los olores, las compañías, los gestos de los entrevistados, los imponderables, todo. Todo era parte de la crónica. Algunas de estas cuestiones pude plasmarlas físicamente en la escritura, otras quedaron implícitas, otras en mi recuerdo.

Agradezco a la crónica haberme aportado una nueva técnica de escritura, una nueva forma de narrar, haberme enseñado que a veces lo concreto puede tomar diversas formas; y que la realidad, puede convivir con “la realidad”.

Reflexión sobre el género crónica

La crónica es ese género inconcluso que parece haberse quedado a mitad de camino entre una investigación periodística y una simple narración. En ella convergen lo subjetivo con lo objetivo, casi como que mezclándose sin una definición exacta de cual de los dos es el que obtiene una mayor preponderancia. Pueden también estar equilibrados, pero ocurre con mayor frecuencia encontrarse con relatos en los que alguno de los dos suele tener mayor protagonismo.

En algunas crónicas nos encontramos con fuertes investigaciones periodísticas y el papel del cronista casi como que no se destaca, se hace a un costado para no robarle la atención al lector. En otras, los lectores se chocan con una enérgica impronta del cronista que adquiere el lugar de intenso participante y sus circunstancias, que en ocasiones no suelen ser las mismas que las de la crónica propone, toman un mayor relieve. La crónica es contar la realidad adornada. No se trata de mentir, si no de ajustar la información pensando en el efecto a conseguir cuando el lector tome el relato y se disponga a leerlo. De todo esto es lo que habla Amar Sánchez en el texto “El relato de los hechos”, de como comprender el género de la no ficción. Define a la crónica como ese tipo de relato particular dotado de una impronta plenamente ambigua. ¿Periodismo o literatura? esa es la dicotomía. El arte de la crónica no se limita simplemente a contar la realidad, sino que comprende una realidad diferente regida por leyes personales bien propias de cada individuo, y por lo tanto de cada cronista.

El texto de Amar Sánchez representa una buena recorrida por las principales características del género. Refuerza sus dichos con citas de autoridad de otros célebres cronistas como por ejemplo Tom Wolf. Transita por los diferentes conceptos y por los contradicciones mas comunes con las que todo aquel que alguna vez háyase propuesto sentarse a escribir una crónica se ha encontrado. El texto refuerza aquello que planteaba Capote en el intento de querer describir esa extraña fusión de lo real y lo ficticio. En definitiva, la crónica es un género con plenas variantes que no persigue una estructura fija y ajustada. Es como su padre quiere que sea. Resulta como el cronista ve la realidad de los hechos.

Amar Sánchez destaca que la crónica se juega en el cruce de dos posibilidades: de mostrarse como ficción aunque se sepa que los hechos son reales, y por otra parte, de convertirse en un simple espejo de lo acontecido puesto que lo descrito no es contado justamente tal cual ocurrió. Es eso, la crónica es eso. Es un género narrativo único. Tiene la capacidad de transitar ambos lados de la frontera; tiene las llaves del cielo y del infierno y puede bucear en ambas aguas con igual virtuosismo. Es en vano intentar encasillarla y puede que de esta manera, se la termine dañando. Hay que aceptar al género como es.

Nota de lector de la crónica “Cuando las manos atadas equivalen al silencio” (por Florencia De Sousa)

Esta es una crónica de las cuales el lector aprende. Conoce, descubre, y comprende una situación de injusticia de las tantísimas que nos rodean en este pequeño mundo aparte llamado Argentina. La crónica comienza con la descripción de un detallado e ilustrativo proceso de escritura por parte de la cronista, en el cual nos cuenta como se sorprende, descubre y conoce hasta comprender el escenario con el que se encuentra. Lo mismo hace el lector. La indignación tampoco falta en el catálogo de emociones que comparte la cronista con su receptor; el comportamiento de algunos padres, indigna. La actuación de la sociedad frente al tema indigna. Claro, esos padres son parte de una sociedad. La misma sociedad en que vive la escritora, la misma en que vive el lector, y también la misma en que viven los maestros de esa escuela tan particular. Por supuesto existe la diversidad, y uno puede encontrarse en este mundo gente mala e indiferente pero también, gente buena y comprometida que ayuda, y gente interesada que lo cuenta y gracias a esto, algún lector ocasional que se entera.

La crónica es clara y concisa, en ella se sienta postura. Invade a la relatora un sentimiento de denuncia que no puede callar y es ese el rol que decide tomar como cronista, es ese el momento, el instante que decide narrar. El relato es armónico en su composición y distribución. Comienza con una breve explicación introductoria como antesala de aquello que vendrá, eso con lo que el lector chocará. Así podrá decidir si humedecer su índice derecho y voltear la página, o simplemente dejar el escrito a un lado para un futuro incierto en que pudiese llegar a interesarle interiorizarse con el tema.

El lector se encuentra con 2 apartados finales que corresponden a una breve reflexión en donde la autora, expone todo su parecer y busca seguramente, complicidad con el receptor. El último apartado es la continuación de la anterior reflexión con la salvedad de incluir algún dato preciso, que muestra que lo que se vive en una simple escuela de la ciudad de Quilmes, resulta ser tan solo un ente colaborador mas en el proceso de engorde de cifras.

Finalmente, refuerza su tono de denuncia con una cita de autoridad aludiendo la palabra de un especialista que confirma lo que cronista y el lector piensan: la falta de elementos perjudica a la enseñanza de cualquier niño y obstaculiza el aprendizaje de cualquier individuo, mas aún, si se trata de personas con alguna deficiencia física. Es lógico, el que no sufre no conoce, tampoco comprende ni se sorprende, y por lo tanto tampoco logra indignarse. Y si no se preocupa por nada de esto, mucho menos se preocupará por reaccionar.

Crónica de investigación: "No toda lo que brilla es dorado"

Hace poco mas de un mes tuve la gratificante experiencia de haber entrevistado a dos ex combatientes de La Guerra de Malvinas residentes de la ciudad de Quilmes. Malvinas es una palabra que a la mayoría de los argentinos, nos remonta irremediablemente a lo que ocurrió hace ya mas de 26 años. Una masacre. Oficialmente una guerra, socialmente un conflicto, físicamente, repito, una masacre. Decir Malvinas entonces, no es referirse a un archipiélago ubicado al sur de nuestras latitudes, es hablar de muchas cosas. Es hablar de muerte, indiferencia, abandono, y corrupción. Aunque resulte extraño, aquí también la corrupción dice presente levantando bien alto el brazo cual alumno condescendiente. Vivimos en Argentina, hablar sobre corrupción es como hablar de mamá y papá, aquellas cosas con las que algunos, hemos crecido y hemos incorporado a lo cotidiano de nuestro transcurrir. Ya no nos sorprende. Nada. Los argentinos, lamentablemente hemos perdido la capacidad de asombro ya hace un buen tiempo, incluso arriesgaría a afirmar que confiando en la teoría evolucionista, los argentinos, esto como humanos que somos, no solo naceríamos con el dedo meñique cada vez mas pequeño sino que además sin el gen que proporciona la capacidad de asombrarnos. Cuestiones de la naturaleza. La naturaleza de la vida, de la flora, de la fauna, de esa. No de la naturaleza humana, aquella que se corrompe fácilmente y que no hace mas que afirmar los postulados de aquellos filósofos que sostenían que el ser humano comprende un ente de pura maldad ya desde el primer momento de su existencia. Esto se decía hace 350 años. Algunas cosas nunca cambian.

En mi encuentro con los veteranos de guerra, quise indagar sin pretensiones profundas sobre aquellas viviendas que les fueron otorgadas por parte del Estado, en una ofensiva tardía retribución al servicio prestado. Decir regalado sería mas acorde porque el significado del verbo prestar exige una devolución y estos seres no vieron volver nada de lo que dejaron ir. Noté cierto malestar en hablar sobre aquel tema y las respuestas recibidas fueron cortas y poco ilustrativas. ¿Desconocimiento? Tengo que saber como obtuve la casa donde vivo. Aunque sea algo.

—Cuéntenme un poco como fue lo del barrio “El Dorado”…
M: — Es como un plan FO.NA.VI (Fondo Nacional para la Vivienda), un plan de viviendas para el ex combatiente. Consiguieron los terrenos e hicieron las casas. Creo que fue el municipio o la gobernación.
— ¿Y como se asignaban esas viviendas a los ex combatientes?
M: —Por medio del centro de veteranos. Se evaluaban las condiciones de los que se anotaban y se les asignaba.

El barrio “El dorado” es como se lo conoce al total de las casas otorgadas a los veteranos de guerra. Es un barrio muy bonito, cuidado por los vecinos, he estado allí en ocasión del encuentro ya mencionado. Nunca pensé que volvería a pisar esas tierras. Al menos tan pronto. Reflexionando luego de la charla, tranquilo, acerca del plan de vivienda surgieron algunos interrogantes: ¿Cuántas viviendas se construyeron? ¿Cómo se determinó esa cantidad? ¿A quienes les fueron adjudicadas? ¿Por qué? Las respuestas no vendrían solas hacia mí.

Primeramente decido tomar contacto con la persona por la cual pude gestionar mi anterior encuentro con los veteranos. Es mi amigo Pablo, quien trabaja para la entidad bancaria por medio de la cual los ex combatientes cobran la pensión mensual que les es dada desde 1991. A raíz de esto pude tomar contacto con un veterano de guerra, que al resultar conocido de él, no debería de tener problemas. Efectivamente hice contacto telefónico pero la buena predisposición no fue suficiente para esclarecer los puntos oscuros que alimentaban mis suspicacias.

— ¿Qué sabe usted acerca de la construcción de el barrio “El Dorado”?
—Sé que es un barrio para los veteranos, nada mas.
— ¿Tiene idea de cómo se hizo la repartición de las propiedades?
— No, ni idea. Yo nunca me enteré de nada.

Esta última frase comenzó a rebotar dentro de mi cabeza. ¿Cómo es que siendo un ex combatiente, residente de la ciudad de Quilmes, no haya recibido noticia alguna sobre la construcción de estas viviendas, pudiendo merecerla o no?

Los Argentinos somos muy familieros, nos gusta que todo quede entre casa, entre pares, entre íntimos. ¿Por qué hacer tanta alharaca? Hagamos todo sotavento, no levantemos la perdiz, mirá si se corre la bolilla.

Finalmente Ricardo se lamentó por no haber podido ayudarme pero recibí de él el nombre de quien efectivamente iba a poder esclarecerme algunas cuestiones: Jorge. Dudo que Ricardo sepa ahora a la postre, lo útil que fue. Y Jorge, creo que sí. Si, lo supo.

Ironías del destino o no (a veces resulta difícil saber distinguir entre casualidades y causalidades) Jorge vivía en el barrio “El Dorado”. Al enterarme de esta situación, mi primer reacción fue la de descartarlo. Sería muy difícil que alguien que residiese en este barrio me contara sobre algunas supuestas irregularidades que pudieron haber existido en la construcción del vecindario. En el contacto vía teléfono, pude percibir con inmediatez que había dado en la tecla y que no había desafinado. Incluso me ví en la necesidad de tener que pedirle que reserve todo aquello que me relataba a través del teléfono para nuestro encuentro en persona, el cual estuvo de acuerdo que se lleve a cabo en su propio hogar.

Estaba en busca de una voz no convencional, es decir un veterano que no me hablara ni de la guerra, ni de sus secuelas, ni de su falta de dinero, de nada de eso. Todo eso no me interesaba. Debía cruzar mi camino con un hombre lo suficientemente lúcido y psíquicamente estable que no me contara, me informara. Y lo había encontrado. Volví entonces al barrio “El Dorado”, cuna y epicentro de la investigación. La cita era un sábado a la tarde, pero antes de llegar a la casa de Jorge transité varias edificaciones del barrio, y me preguntaba mientras caminaba cuantas de ellas realmente pertenecían a gente que verdaderamente las necesitaba y cuantas de ellas, formaban parte de aquello de lo que estaba a punto de enterarme. Finalmente llegué y Jorge me recibió gentilmente. Ni bien ingresé noté sobre la mesa algunos papeles con documentaciones, recortes, fotos; insisto, esto era dar en la tecla. Sentados a la mesa y con la pava como intermediario, comenzó a contarme por ejemplo, que él solía juntarse en el centro de veteranos de Quilmes y que participaba activamente de todos los encuentros.

— ¿Ibas mucho al centro de veteranos?
— Si, siempre. Hasta que hubo un día en que decidí abrirme y no volver a tener contacto.

El hecho desencadenante de tal drástica decisión fue la estafa, si; la estafa que significó la construcción del barrio “El Dorado” en Quilmes Oeste. Situación que representó que muchos ex combatientes (no es tal su caso) fueran beneficiados con una propiedad que no les correspondía. El aporte de Jorge hizo las veces de manto esclarecedor entre tanta oscuridad y acomodador de piezas en este rompecabezas entre cuyas partes, se mezclaban todas las diferentes formas en que puede representarse la bajeza humana. Seamos generosos y pongámosle simplemente el mote de corrupción.

En el año 2000, bajo la intendencia de Fernando Geronés fue cuando se iniciaron los trámites con el Ministerio de Economía para la sesión del predio, en ese entonces ocupado por servicios públicos de la Municipalidad de Quilmes llamado “El Dorado”, donde se construirían 45 viviendas mas un centro de ex combatientes para los veteranos residentes del distrito, con fondos provenientes de la nación. El fin del proyecto era proveer de un techo a los ex combatientes de Malvinas que no tuvieran casa propia y residieran en la ciudad de Quilmes. Hasta aquí todo resultaba satisfactorio. Hasta aquí. Las condiciones ya estaban dadas, estaba el predio, estaba el dinero, solo faltaba decidir la cantidad de viviendas y fundamentalmente el nombre de sus propietarios. Es por ello que para hacer justo el reparto, se colocó como forma de comunicación, única forma de comunicación, un cartel en la puerta del centro de ex combatientes. Tan solo 40 personas fueron las que se presentaron a la asamblea. Se calcula, según los datos proporcionados por Jorge, que los veteranos sin techo de la ciudad de Quilmes no superarían las 15 personas. Sin embargo se construyeron 45 viviendas, ahora la pregunta era: ¿y las otras 30? Esto quería decir que los habitantes de las otras 30 no estaban cumpliendo con la condición de no tener casa propia. Jorge me cuenta que el valor de las propiedades en el barrio oscila entre los 60.000 y los 70.000 pesos y que hay muchos veteranos que alquilan estas casas con el único fin de aumentar su patrimonio. Y esto no es todo, aparentemente el presidente del centro de veteranos en aquel momento, Carlos Sánchez, tenía un chalet en pleno centro de Quilmes cuyo valor era de 300.000 pesos aproximadamente. Y a pesar de esto, fue beneficiado con una casa en el barrio. Además otro ex combatiente tenía una casa en Pinamar, y otro un departamento en Caballito, y otro un terreno en Córdoba y así. En definitiva, la repartija de propiedades se hizo en una reunión de no mas de 40 personas, en la cual Jorge puso su nombre en la nomina de beneficiarios y se retiró para no volver jamás.

— ¿Cómo es que recibiste vos una casa entonces?
— No sé. Será porque me opuse a todo este manejo, para que no arme quibombo, no se. Igual yo tengo denuncias hechas, pero viste como es acá…no te dan bola. Aparte me amenazaron con quitarme la casa si seguía jodiendo.

Pasé toda la tarde y comienzos de la noche escuchando a Jorge; no hablé casi nada, solo me detuve a entender. Finalmente antes de que se hiciera realmente tarde me despedí y decidí marcharme dejando el diálogo abierto por si en algún futuro, sea lejano o no, pudiera volver a necesitar de su información que tan útil ha sido en esta oportunidad. Durante el regreso me detuve a pensar sobre el concepto de dignidad. ¿Fue correcta la decisión de Jorge de haber aceptado la donación? Estaba claro que no disponía de vivienda alguna y que realmente era merecedor de la propiedad. Pero también tenía bien en claro el verdadero significado del proyecto.

A la fuerza ahorcan, hacer la vista gorda, quedáte en el molde.

Jorge también es argentino, un poco menos que algunos de sus compañeros, pero su D.N.I no miente. ¿Cuándo es momento de dejar la dignidad de lado y mirar hacia otro costado? ¿Existe un momento para pensar sobre este concepto cuando no se tiene un techo propio? En el mundo no debe haber personas con el sentido de dignidad mas distorsionado que un ex combatiente de Malvinas. Sería insensato de mi parte exigirle tanto a Jorge, carga una cruz muy pesada en sus espaldas con la cual lidió y lidiará por el resto de su vida: ¿ser ex combatiente de Malvinas? No. Ser argentino. El debate de hacer lo correcto o lo que hacen los demás. Teoría de las multitudes, si lo hace todo el mundo seguramente deberá estar bien. Jorge está a mitad de camino, en estos casos, peor que ser argentino es ser un argentino arrepentido. En definitiva se aprende que la corrupción existe en todos las provincias, en todas las naciones, en el planeta entero. En todo el universo no. Los seres habitantes de otras galaxias, si los hubiese, correrían con la ventaja de nos ser humanos y podrían evitar que la corrupción invada sus corazones si tuviesen. Pero en el caso específico de nuestra nación existe no solo en cada distrito, en cada pueblo, sino en cada rincón. Donde se aprieta sale pus, incluso en el espíritu de que quienes dejaron el alma en un archipiélago al fondo del mundo. Quizás sea esta la explicación a todo, algunos ya no tienen esa alma. Pudo haber ocurrido que al volver, recibieron una bien diferente a la que dejaron.

En conclusión, lo mas importante y resaltante de los datos obtenidos, resulta ser que algunas personas estarían utilizando un mecanismo legal para quedarse con una vivienda que no les corresponde. Se esta cometiendo una estafa contra el Estado Nacional y es nada mas ni nada menos que la justicia la que debe interactuar de manera urgente y contundente. Entonces vuelven los interrogantes: ¿Dónde deberían estar los funcionarios públicos artífices de esta estafa? Presos. ¿Dónde están? En sus casas. ¿Dónde deberían estar los ex combatientes cómplices del fraude? Presos. ¿Dónde están? En sus casas. ¿Del barrio “El Dorado”? no, seguramente que no.

Nota de lector de la crónica “Kimonos en la tierra roja” de Rodolfo Walsh

Es una crónica típica de Rodolfo Walsh. Tiene impregnada en cada párrafo su forma de narrar, su forma de ver la realidad. Se nota claramente la presencia del autor en todo momento, involucrado en el tema. Es tan protagonistas como los demás. Sobresale la forma de describir los diálogos con extrema fidelidad. Son muy textuales, sonoros, al pronunciarlos sobrevienen a la mente del lector las imágenes de los japoneses pronunciando las palabras. “No hay prata” recibe Walsh; si él no escucha plata, porque mentirle al lector distorsionando la realidad.

Resulta llevadera la lectura, es una crónica corta pero ilustrativa, causa simpatía al leerla. Simpatía por estos seres completamente extrapolados que jamás hubieran pensado allá en su lejano Okinawa, que sus días en algún momento transcurrirían en América; aquello que exactamente se encontraba en el extremo opuesto de lo que sus pies reconocían como tierra propia.

De todas formas, walsh pretende de alguna manera adornar a través de estos recursos narrativos, la crudeza de la realidad que atraviesa la provincia de Misiones con el albergue de estos seres. Un poco de estafas por aquí, un poco de precariedad por allá, algún que otro malestar, cosas que en fin; han llevado a Walsh a tomarse la molestia de ir para allí.

Nota de lector del capítulo sobre la provincia de Misiones del libro “El interior” de Martín Caparrós

Es una crónica bien detallada, fiel al estilo Caparrós. Pareciera no quedar nada por contar, todo se encuentra explicado, narrado, descrito. Caparrós capta el sentido de la crónica como dudo que pocos hagan, todo aquello que supone ser un cronista se encuentra inmerso en él. Sus relatos, y este no ha de ser la excepción, comienzan desde el primer momento en que se embarca en la odisea del viaje pasando por la descripción de todos y cada uno de los lugares recorridos. Incluyendo los diálogos mantenidos y llegando finalmente al momento de la partida con toda la información y la experiencia a cuestas. En el caso específico de Misiones, encontramos que no deja de rememorar en reiteradas ocasiones sus anteriores visitas a la tierra de las tierras rojas. Entonces quedan demostrados los cambios que allí se han dado, positivos aparentemente, a pesar del comprensible escepticismo del autor. En esta crónica nos topamos como en todas las crónicas de Caparrós con menciones particulares de carácter histórico. Ya sabemos que el autor conoce y bastante sobre historia asi que esto ya no nos sorprende. Caparrós describe el presente, y el presente es fruto del pasado y que mejor, que saber sobre ese pasado.

Encontramos descripciones de lugares emblemáticos de la provincia como por ejemplo las cataratas. Es allí donde el autor se remonta a su anterior visita y comenta uno de los pasajes que mas resaltan en el texto. Específicamente el encuentro con el por aquel entonces ignoto Néstor Kirchner y señora. Desconocidos personajes de la política argentina, tanto para el autor, como para la mayoría de los argentinos. La indiferencia es total y eso marca tendencia a la hora de buscar un perfil de escritor al autor de la crónica, insisto, no se guarda nada. Ni parece temer tampoco a nada. Los diálogos suelen ser enriquecedores tanto como lo eran en las crónicas de Rodolfo Walsh, hay comentarios que de los lugareños que no podrían brillar por su ausencia.
Una rara particularidad, muy difícil de encontrar entre las crónicas, es el uso de los poemas de orígen orientales con los que Caparrós suele ilustrar los relatos. Esto aporta a la lectura del texto un cambio de ritmo, una pisada de freno. Estos recursos hacen detener la vorágine de lectura del receptor y lo hacen reflexionar, tratar de comprender desde otro punto de vista lo que se cuenta. Una parada en boxes, esforzar el intelecto y continuar con la carrera de la lectura y el aprendizaje. En síntesis, la crónica sobre Misiones es una de las mas destacadas de la recopilación de textos basados en este viaje que Caparrós hace con su hijo por el interior. Posee ricos diálogos, detalladas descripciones, el recuerdo de un particular encuentro y todo lo que un referente del arte de la crónica puede aportar.

Mi amigo el puma

Es un relato dividido en tres animales: ovejas, pumas, caballos y corderos. Todo transcurre en la Patagonia durante un paseo turístico. Encuentro en esta crónica una forma de narrar desestructurada, simple, y clara. La ironía como a lo largo de la mayoría de las crónicas del libro, también dice presente. Casualidad o no, es similar a las crónicas sobre las campañas presidenciales y sobre la política en los boxes porque también tiene de eso: bambalinas. Con esto es con los que nos encontramos al recorrer algunos lugares de este relato, algunos desmientes, algunas cosas que parecen ser pero que no son. En realidad, la crónica en si no supone mas que una descripción sobre un día en particular con algunos descargos a nivel político. Pero lo atractivo a mi entender, es lo ilustrativo de algunas explicaciones que el autor hace. En el comienzo de la crónica se encuentra evidenciado exponiendo por ejemplo, a través de una letra lo que expresaban los turistas ante determinada situación. El “aaaaaaaaaaaa” como muestra de ternura o el “uuuuuuuuuu” como exponente de temor. Encuentro también algunas reminiscencias poéticas en algunas frases del relato que le aportan cierto brillo a la descripción. Por ejemplo: “Se sacan fotos. El Perito Moreno se enoja. Se escuchan sus desprendimientos”. Es en síntesis, una crónica que mantiene la regularidad de sus predecesoras pero la utilización de algunos recursos hace que se diferencie.

La política en los boxes

Al leer esta crónica me hizo recordar aquella descrita anteriormente sobre la campaña de Duhalde y Ortega. Es que comparten una misma frecuencia de frescura narrativa. Es una crónica ágil, clara, y con muy bien aplicadas dosis de ironías. La forma de narrar es particular y resulta extraña al leerla ya que no es el estilo de la mayoría de las crónicas al las cuales los lectores están acostumbrados. De todas formas, pese a no ser convencional, resulta absolutamente comprensible y para nada confusa. Por ejemplo: “— Toc toc (los dedos del Intendente). — Adelante (la garganta del piloto)”. Es un relato que pretende contar el “backstage” de muchos acuerdos o reuniones de políticos en los últimos 40 años. Aquí se vuelve a utilizar en ocasiones el recurso de la ironía y encontramos algo que no suele ser habitual de hallarse tampoco: un lenguaje coloquial. El cronista se atreve a contar, mejor dicho a inventar (a menos que posea dotes de mentalista) lo que algunos de los protagonistas de la historia piensan. Por ejemplo: “a la pelota pensó”. También utiliza el idioma inglés para transmitir mayor textualidad. En muchos aspectos encuentro similitudes con el trabajo de walsh, aunque estén mas que claras las diferencias. En definitiva, es una crónica interesante no tanto por lo que dice, sino por como lo dice.

En campaña con Duhalde y Ortega

Es una crónica excelente, complementa en dosis de perfecta simetría acidez, ironía y frescura. Es una crónica corta, pero de las que el lector suele quedarse con ganas de mas. De todas maneras, es posible que si hubiera mayor volumen de texto, la recepción no sería la misma. Se sumará entonces esta duda a los irresolubles misterios de la existencia. Es la narración del momento en particular en que los candidatos a presidente y vice durante la campaña electoral de 1999, Duhalde y Ortega, realizaban su demagógico recorrido promocional por los pueblos siempre olvidados montados sobre una locomotora. Es una descripción absolutamente bizarra, tal cual es la sensación que experimentaría cualquier individuo con al menos un milímetro de uña de dedo meñique de frente. El momento, ese momento exigía y se merecía una narración así. Existen frases imposibles de dejar de lado: “manténganse lejos del tren [...] manténganse lejos de la esperanza”, “hay una chica con una venda que le tapa la mitad de la cara, quizás la mordió un perro o quizás su papá”, “si éste no es el pueblo, el pueblo donde está. Yo le decía al compañero Duhalde que hay que recorrer el interior de la Argentina. Dicho esto el cielo se parte al medio y las nubes se retuercen como un trapo de piso”. Quizás algunas de las frases que encontramos a lo largo de la crónica resulten ser por demás chocantes e incluso ofensivas pero son parte del juego de ironías propuesto por el autor. Finalmente, la crónica termina explayándose sobre algunos datos íntimos sobre los candidatos, que poco hacen a la cuestión de la situación electoral que por aquel entonces se vivía, pero ante tamaña fantochada, resultan éstas preguntas ser coherentes. De todas maneras, queda la incógnita de si lo dicho sobre estas cuestiones comprende algo de cierto o no, ocurre que es mas fuerte que ellos, los políticos están hechos para mentir.

El caso Poblete. La fuerza del cariño

Esta crónica pretende contar desde el punto mas inaugural hasta el final mas actual del caso Poblete. El lector se encuentra con todo un resumen de la vida de José, y a su vez se topa con las situaciones que atravesaba también su entorno: familiares, amigos, etc. La crónica propone una característica de atemporalidad, va y viene todo el tiempo. Comienza con el pasado, salta al futuro, vuelve, y así. La narración comienza explayándose sobre la historia familiar de su madre cuyo motivo el lector comprenderá al final del relato. Esta crónica es ambiciosa, queda la sensación al leerla que nada fue librado al azar y que absolutamente ninguna información quedó descansando en la gatera. Se dijo todo; el autor no se ha guardado nada. La voz protagonista casi excluyente es la de Buscarita, madre de José y a raíz de su testimonio el autor va anudando de a poco y por pasos el hilo de la historia. Resulta ser ésta, una crónica con muchas historias en una, siempre girando sobre le mismo eje. Al leerla genera la impresión de que fuera a acabarse en cualquier momento. Comprende una historia larga de contar y para que resulte un relato completo, indefectiblemente debía comenzar narrando la fuerza de Buscarita y terminar finalmente con la indiferencia de su nieta Claudia.

Prólogo Argentina cronica (por Martín Caparrós)

El prólogo escrito por Caparrós comprende una entera justificación de la existencia de las crónicas. Caparrós se sitúa a la defensiva, parte de un fundamento de ataque hacia la crónica. Es verdad, sabemos que la crónica es un genero no del todo aceptado, es decir, no es visto de igual manera que una narración, que un informe o que una entrevista, pero considero que no existen ofensas hacia ella, a lo sumo habrá indiferencia. Me gusta leer crónicas y qué… es lo que queda en limpio tras leer el prólogo a este libro que comprende una serie de crónicas de las mas diversas llamado “La Argentina Crónica”. El prólogo está escrito desde una postura muy cercana a la sensación de resentimiento. Resulta difícil en muchas ocasiones que el resto de las personas vean a través de nuestros ojos; lo que nosotros creemos, no siempre es compartido pero queremos que así sea. Caparrós se enfrenta al interrogante de porque la crónica no resulta para algunos públicos lectores, un acontecer tan exquisito como lo es para él.

En este prologo, también nos encontramos con algunas características básicas del ser del cronista. Como es su desempeño, como contar la realidad, en que momento tomar el grabador y salir corriendo. Es una introducción al mundo de las crónicas, donde todo no siempre es de la misma manera, tal cual es el periodismo habitual. Ahora eso ha cambiado, estamos en la era del “nuevo periodismo”.