Consigna sobre charla en el auditorio
Cuento de ficción
— Hay que matarla, no queda otra.
— ¿Te parece llegar a tanto?
— ¿A ver decime, se te ocurre algo mejor?
— No, obviamente es la mejor solución; pero no quiero convertirme en asesino y mucho menos terminar en la cárcel.
— De la “culpa moral” no te preocupes que me encargo yo. Vos hoy hacé tu vida normal que después nos encontramos allá.
— Pará Pará; que, ¿la vas a matar hoy?
— ¿Y cuando sino? Ya te dije que mañana sale para Córdoba. Es hoy o nunca.
Los dos amigos se despidieron y se retiraron del café donde se habían juntado a desayunar. Era la mañana del martes 28 de octubre de 2008 y el sol brillaba enérgicamente a pesar de los pronósticos de lluvia. Francisco dejó a su amigo y se dirigió hacia su trabajo de la misma forma que hace todos los días. Mientras estuvo allí no se sintió bien. Estaba nervioso, preocupado por todo lo que había pasado, y sentía intranquilidad por no saber nada sobre su amigo. Eran las 5 de la tarde, Francisco había terminado con su trabajo y por lo tanto se retiró hacia su hogar.
Revisó el contestador en caso que hubiera algún mensaje, aunque era conciente que esta situación hubiera sido improbable ya que su amigo de haber intentado comunicarse, lo hubiera hecho a través de su teléfono móvil. Quiso descansar un momento por lo que decidió recostarse antes de que llegue la hora de partir. Sentía el agotamiento lógico de haber pasado toda la noche despierto. De todas formas, fue imposible que consiguiera siquiera cerrar los ojos, no podía alejarse ni un momento de todo lo que había vivido horas atrás. No dejaba de imaginarla, pensaba que en ese momento probablemente ya había dejado de existir. Pero había algo que lo perturbaba aún mas, saber que esta situación lo beneficiaba. Sentía culpa, la culpa de ser conciente que alguien había muerto bajo su consentimiento. Y que los valores que él se ha encargado de transmitir permanentemente y con los que se ha manejado a lo largo de su vida, se vieron avasallados por el acontecer de una sola noche. Sentía en parte asco de si mismo, por descubrir que prefería la muerte de una inocente persona antes que caer preso.
Recostado sobre su cama, y con el antebrazo derecho sobre la frente, clavó la mirada fijamente sobre el techo. Pero no era la imagen del ventilador con movimientos incesantes lo que sus ojos percibían, eran imágenes sobre ella, esa mujer que indefectiblemente ha dejado una huella en su vida para siempre. En su tiempo de meditación, hubo lugar también para su amigo. En ese instante recordó una frase que su padre solía repetirle a menudo: “uno no termina nunca de conocer realmente a las personas”. Jamás hubiera pensado que el hombre que conocía desde hacía varios años, hubiera sido capaz de hacer todo lo que esa noche; él, le vió hacer. Nunca hubiera creído que además de lo acontecido, se hubiera comprometido a asesinarla con la misma naturalidad que se mata una mosca en pleno verano. ¿Por qué a mi? se preguntaba una y otra vez. Cada tanto miraba su teléfono con intensiones de que suene, pero la llamada no llegaba. Sentía por momentos la tentación de llamarlo él, pero se contenía al pensar que pudiera molestarlo justo en “ese momento”.
Pensaba en la tranquilidad con que transcurría su vida, de la felicidad que gozaba sin saberlo. Se preguntaba si todo llegara a salir bien como continuaría la relación con su amigo. De seguro sabía que ya no sería la misma. Esto indudablemente ha marcado un quiebre, lamentablemente no poseía la sangre fría con la que el otro contaba. Pensaba entonces como continuaría su vida en general después de lo vivido, como haría para mirar a los ojos de cada hombre, mujer y niño; y no ver en ellos, los ojos de esa pobre mujer. También se preocupaba por el método que su amigo implementaría para acabar con ella. Sabía que no era poseedor de armas, aunque luego de conocer su desconocida faceta, esta situación generaba algunas dudas. De todos modos se sentía intrigado en la forma que la mataría. ¿La ahorcaría? ¿le clavaría un puñal? ¿buscaría la forma de envenenarla? ¿Y bajo que contexto? ¿un suicidio? ¿un accidente? ¿fingiría un asalto?
En su mente planeaba una y mil formas de asesinarla, aunque jamás se atrevería a llevar a cabo tales atrocidades. Imaginaba la forma adecuada que demuestre que nada de lo que realmente pasó quede al descubierto. Pensando, pensando, y pensando, el tiempo pasó y el reloj de su cuarto marcó las 7 demostrando que en 5 minutos debía partir. Levantó entonces el cuerpo de su cama, se dirigió al baño, y arregló su cabello no permitiéndose bajo ningún concepto contemplar sus ojos negros de cansancio, nervios, miedo, y culpa.
Salió de su hogar y en la parada de colectivo, todo lo que observaba le recordaba a ella y lo vivido en esa noche. Durante el viaje mantuvo siempre la cabeza recostada sobre la ventana, y la mirada fija en la nada. De todas formas seguía sin mirar; su mente seguía en otro lado. Faltando ya poco para llegar, su teléfono chilló y vibró. Era un mensaje. Lo tomó de inmediato pero sus palpitaciones volvieron a descender al comprobar que no era el remitente que esperaba. No se molestó en leerlo. Una vez llegado a destino, mantenía la leve ilusión de encontrarlo allí tal cual habían planeado en la mañana. Pero ya había caminado bastante por el establecimiento y no lograba verlo. La ilusión, se desvanecía poco a poco. Se encontró con algunos conocidos y sin prestar ningún tipo de atención a las palabras que percibía, los oyó hablar sobre el tema que los había reunido. Se había cumplido la hora y Miguel no había llegado. Sus compañeros preguntaron por él y Francisco respondió con el mayor de los disimulos.
Finalmente entraron al auditorio de la Universidad, y encontraron sobre el escenario, una mesa larga sobre la cual descansaban pequeños carteles con los nombres de quienes expondrían esa noche. Estaba el de Oscar Bosetti, el de Celia Güichal, y el de Francisco Godinez Galay. El de Miguel Vidal ya había sido retirado.
viernes, 14 de noviembre de 2008
NIEVE
Relato onírico
Palabras clave: balcones, cae, frío
Tema: “La liberación”
Lo ineludible, lo inevitable, está por ocurrir. Y yo me siento completamente feliz. Siento un enorme alivio sobre mi cuerpo, mi alma esta por fin tranquila, esta descansando, siento paz, me siento liviano; que hermosos es sentir. Aunque sea frío. El frío, como el dolor, como el calor, son sensaciones que en exageradas medidas molestan, a mi ya no me importan.
Hoy aquí y ahora soy un simple espectador, esperando que llegue mi turno. La nieve cae en pequeñas proporciones, lo suficiente como para emblanquecer cualquier cuerpo inmóvil como el mío o el de mis compañeros. Siento el segundo de los ruidos, otro ha muerto. Somos seis, desgraciadamente me toca ser el último, podría haber sido el primero pero por esas cuestiones del destino han comenzado por el otro extremo y seré yo entonces, quien corone esta serie de liquidaciones. Tengo el pecho congelado y debo esforzarme en mantener el mentón erguido para evitar quemarme la piel. Recuerdo que mi madre se preocupaba porque estuviera siempre abrigado, si me viera ahora… Un tercer disparo acaba de sonar, me pregunto a quien le habrá tocado esta vez. Ojalá mis compañeros estén enfrentando este momento tal cual yo lo hago, no es bueno morir creyendo que la muerte es mala. Es insensato prejuzgar algo sobre lo que no conocemos absolutamente nada.
Recuerdo de niño haber robado una vez caramelos del mercado. Estaban solos, sin protección, era imposible ser descubierto; y en un acto desprovisto de toda conciencia, los tomé. Al llegar a mi casa, y sin saber con seguridad el motivo, sentí la imperiosa necesidad de contar a mis padres lo que había hecho. Sabía que había obrado mal y no podía callarlo un instante mas. Inmediatamente después de la confesión, mi cuerpo sintió las mas hermosa sensación de liberación que se puede llegar a sentir. Una pesada mochila que pesaba sobre mis hombros ya no estaba. Asi me siento ahora. Hice lo que tenia que hacer, lo que consideraba correcto.
No me interesa ahora juzgar a quienes me juzgan, no me molesta morir si aquellos que me eliminan lo hacen por convicción. Son, en parte, mis compañeros; solo que el destino nos ha colocado en veredas diferentes. A veces la derrota suele ser un placer, difícil de poder apreciar, pero hoy aquí y ahora me reconforta. Oigo un cuarto disparo, otro compañero ha caído. No veo el momento que lleguen hacia mi. Estoy ansioso. Son varios ellos, bien podrían repartirse la tarea y terminar mas rápido, pero el protocolo parece ser el protocolo. La gente nos observa desde los balcones de sus casa, algunos entienden, otros no. A mi no me molesta, sinceramente dudo que de presentárseme la oportunidad estaría en sus lugares pero asi es como civilmente fueron educados y no puedo culparlos.
¿Cuanto mas faltará para que llegue mi turno? Desearía haber podido vivir mi vida con la misma sensación de despreocupamiento que siento ahora. Estoy liberado de toda responsabilidad, ya nada se espera de mi, nada a que responder. Estoy a tan solo segundos de morir, ¿era necesario llegar a esta instancia para sentirme asi? La belleza, la felicidad, la tranquilidad, la liberación, todo fluye en mi ahora. Estoy a punto de ser libre. Pero todavía no. Están por efectuar el quinto disparo. La bala no sale. El arma se encuentra trabada. Es el frió que congela el mecanismo, pero basta con cargarla nuevamente para que se solucione. Una gota de sangre golpea mi ojo izquierdo, de todas formas no me queda mucho mas por ver.
Me obligan a apoyarme sobre mis rodillas, y por fin siento el caño sobre la parte trasera de mi cabeza. Finalmente, mi alma podrá ser liberada y podrá volar hacia donde quiera. Ya no estará atada mas a mi cuerpo, no estará mas sujeta a mi materialidad. Ahora volverá a ser inmortal. Me disculpo si no he sabido utilizarte y agradezco profundamente la nobleza y los valores con los que te has acercado a mi. Si es que la eternidad existe, estará agradecido eternamente de haber compartido esta vida contigo. Has hecho de mí un gran ser.
Sigo con el arma sobre mi cabeza. Se encuentra demasiada inclinada hacia la izquierda, de esta manera puede correrse el riesgo de que la bala resbale por el hueso y no logre penetrar hacia el interior. Hay que asegurarse, en vida no era un hombre al que debiera dársele una segunda oportunidad.
Palabras clave: balcones, cae, frío
Tema: “La liberación”
Lo ineludible, lo inevitable, está por ocurrir. Y yo me siento completamente feliz. Siento un enorme alivio sobre mi cuerpo, mi alma esta por fin tranquila, esta descansando, siento paz, me siento liviano; que hermosos es sentir. Aunque sea frío. El frío, como el dolor, como el calor, son sensaciones que en exageradas medidas molestan, a mi ya no me importan.
Hoy aquí y ahora soy un simple espectador, esperando que llegue mi turno. La nieve cae en pequeñas proporciones, lo suficiente como para emblanquecer cualquier cuerpo inmóvil como el mío o el de mis compañeros. Siento el segundo de los ruidos, otro ha muerto. Somos seis, desgraciadamente me toca ser el último, podría haber sido el primero pero por esas cuestiones del destino han comenzado por el otro extremo y seré yo entonces, quien corone esta serie de liquidaciones. Tengo el pecho congelado y debo esforzarme en mantener el mentón erguido para evitar quemarme la piel. Recuerdo que mi madre se preocupaba porque estuviera siempre abrigado, si me viera ahora… Un tercer disparo acaba de sonar, me pregunto a quien le habrá tocado esta vez. Ojalá mis compañeros estén enfrentando este momento tal cual yo lo hago, no es bueno morir creyendo que la muerte es mala. Es insensato prejuzgar algo sobre lo que no conocemos absolutamente nada.
Recuerdo de niño haber robado una vez caramelos del mercado. Estaban solos, sin protección, era imposible ser descubierto; y en un acto desprovisto de toda conciencia, los tomé. Al llegar a mi casa, y sin saber con seguridad el motivo, sentí la imperiosa necesidad de contar a mis padres lo que había hecho. Sabía que había obrado mal y no podía callarlo un instante mas. Inmediatamente después de la confesión, mi cuerpo sintió las mas hermosa sensación de liberación que se puede llegar a sentir. Una pesada mochila que pesaba sobre mis hombros ya no estaba. Asi me siento ahora. Hice lo que tenia que hacer, lo que consideraba correcto.
No me interesa ahora juzgar a quienes me juzgan, no me molesta morir si aquellos que me eliminan lo hacen por convicción. Son, en parte, mis compañeros; solo que el destino nos ha colocado en veredas diferentes. A veces la derrota suele ser un placer, difícil de poder apreciar, pero hoy aquí y ahora me reconforta. Oigo un cuarto disparo, otro compañero ha caído. No veo el momento que lleguen hacia mi. Estoy ansioso. Son varios ellos, bien podrían repartirse la tarea y terminar mas rápido, pero el protocolo parece ser el protocolo. La gente nos observa desde los balcones de sus casa, algunos entienden, otros no. A mi no me molesta, sinceramente dudo que de presentárseme la oportunidad estaría en sus lugares pero asi es como civilmente fueron educados y no puedo culparlos.
¿Cuanto mas faltará para que llegue mi turno? Desearía haber podido vivir mi vida con la misma sensación de despreocupamiento que siento ahora. Estoy liberado de toda responsabilidad, ya nada se espera de mi, nada a que responder. Estoy a tan solo segundos de morir, ¿era necesario llegar a esta instancia para sentirme asi? La belleza, la felicidad, la tranquilidad, la liberación, todo fluye en mi ahora. Estoy a punto de ser libre. Pero todavía no. Están por efectuar el quinto disparo. La bala no sale. El arma se encuentra trabada. Es el frió que congela el mecanismo, pero basta con cargarla nuevamente para que se solucione. Una gota de sangre golpea mi ojo izquierdo, de todas formas no me queda mucho mas por ver.
Me obligan a apoyarme sobre mis rodillas, y por fin siento el caño sobre la parte trasera de mi cabeza. Finalmente, mi alma podrá ser liberada y podrá volar hacia donde quiera. Ya no estará atada mas a mi cuerpo, no estará mas sujeta a mi materialidad. Ahora volverá a ser inmortal. Me disculpo si no he sabido utilizarte y agradezco profundamente la nobleza y los valores con los que te has acercado a mi. Si es que la eternidad existe, estará agradecido eternamente de haber compartido esta vida contigo. Has hecho de mí un gran ser.
Sigo con el arma sobre mi cabeza. Se encuentra demasiada inclinada hacia la izquierda, de esta manera puede correrse el riesgo de que la bala resbale por el hueso y no logre penetrar hacia el interior. Hay que asegurarse, en vida no era un hombre al que debiera dársele una segunda oportunidad.
Nota de lector de “Tercera persona” de Lucía Cueto
Es un cuento sobre la típica rivalidad que existe entre hermanos, en este caso no sobre simples hermanos, sino que sobre gemelos. Si mantener una buena relación con un hermano de diferente edad es complicado, llevarse bien con alguien igual a uno en todo, ha de ser terrible. La competencia es a la par, los tiempos de uno son los mismos que los del otro, las necesidades de uno son las mismas que las del otro y asi.
En el cuento, se narra la clásica distinción de gemelos entre el bueno y el malo, el diestro y el siniestro, por supuesto sin llegar al extremo de la concepción específica de este último término. La cuestión es que siempre pareciera haber un hermano bueno y el otro no tanto, uno inteligente y el otro no tanto, uno mas simpático y entrador, y el otro no tanto tal cual es este caso. La autora, busca contar la inferioridad percibida por el hermano narrador ante la presencia de su hermano gemelo. Funciona como muestra, la relación que mantiene el narrador con “la nena” que vivía al lado de su casa.
Sin duda, en su mas tierno concepto del amor, se encontraba enamorado de ella. Pero sucedió que en el momento que ella mas lo necesitó, él no estuvo allí; y fue su hermano que en su desarrollado sentido de viveza, acudió en su auxilio. El narrador se reconoce inferior, pero no adopta una postura de celoso ni de resentido hacia su gemelo, sino todo lo contrario, acepta con hombría la superioridad de su hermano. La duda surge en poder reconocer si lo expresado por el narrador, comprende sentimientos verdaderos o son simplemente expresiones cargadas de ironía y sarcasmo. En mi opinión como lector, y mas aún haciendo foco en el comienzo del relato, inclinaría mi parecer por la segunda opción ya que noto además, un dejo de tristeza en sus palabras.
La autora logra construir un relato breve y claro. Con tan solo brindar un ejemplo de situación, alcanza a demostrar la relación completa de un par de gemelos, perdón, de dos hermanos que nacieron juntos en el mismo momento.
En el cuento, se narra la clásica distinción de gemelos entre el bueno y el malo, el diestro y el siniestro, por supuesto sin llegar al extremo de la concepción específica de este último término. La cuestión es que siempre pareciera haber un hermano bueno y el otro no tanto, uno inteligente y el otro no tanto, uno mas simpático y entrador, y el otro no tanto tal cual es este caso. La autora, busca contar la inferioridad percibida por el hermano narrador ante la presencia de su hermano gemelo. Funciona como muestra, la relación que mantiene el narrador con “la nena” que vivía al lado de su casa.
Sin duda, en su mas tierno concepto del amor, se encontraba enamorado de ella. Pero sucedió que en el momento que ella mas lo necesitó, él no estuvo allí; y fue su hermano que en su desarrollado sentido de viveza, acudió en su auxilio. El narrador se reconoce inferior, pero no adopta una postura de celoso ni de resentido hacia su gemelo, sino todo lo contrario, acepta con hombría la superioridad de su hermano. La duda surge en poder reconocer si lo expresado por el narrador, comprende sentimientos verdaderos o son simplemente expresiones cargadas de ironía y sarcasmo. En mi opinión como lector, y mas aún haciendo foco en el comienzo del relato, inclinaría mi parecer por la segunda opción ya que noto además, un dejo de tristeza en sus palabras.
La autora logra construir un relato breve y claro. Con tan solo brindar un ejemplo de situación, alcanza a demostrar la relación completa de un par de gemelos, perdón, de dos hermanos que nacieron juntos en el mismo momento.
Nota de lector de “El hombre que ríe” de J.D. Salinger
“El hombre que ríe” es básicamente una historia de amor y es desde esta perspectiva desde donde debe ser tomado. En si, la pequeña historia dentro de la historia que es justamente “El hombre que ríe”, sirve como ejemplo y metáfora a la vez de lo que “el jefe” siente al momento de narrarla. En este cuento, Salinger vuelve mostrar sus cualidades como narrador, ya que lograr montar escenas y situaciones de manera brillante dejando nulo, todo esfuerzo del lector por imaginarlas. Resulta curiosa la descripción que hace el narrador acerca del “jefe” al comienzo del la historia, ya que lo describe a través de características antinómicamente opuestas. Pero esto puede ser resultado de la doble visión del narrador que construye el autor. La primera visión es aquella con la que el narrador cuenta la experiencia vivida de niño, adosando comentarios por entonces actuales, propios de su madurez. Y la segunda visión es justamente aquella imagen perfectamente fiel que percibía el niño con las características lógicas del caso. Es por eso que al momento de describir al “jefe”, lo hizo con los ojos de niño, diciendo por ejemplo, que sus hombros parecían poderosos aunque previamente lo haya descrito como un hombre de un metro sesenta como máximo de estatura.
Finalmente “El jefe”, ese ser tan supremo para los niños, termina enamorándose como el mas vulgar de los humanos. Y “El hombre que ríe” transcurría al mismo ritmo que su romance. Tan claramente esto era así, que cuando la relación entre el “jefe” y su novia llegó su fin, también lo hizo el hombre que ríe en “El hombre que ríe”. Curiosa resulta la forma en que muere. Un hombre que ha sorteado mil batallas muere desangrado y de angustia, tras enterarse de la muerte de su fiel amigo Ala negra. Incluso teniendo la posibilidad de salvarse no quiso hacerlo, ¿para qué vivir si lo mas importante que tenía en la vida había muerto? El “jefe” sentía muerto su corazón y con él la inspiración. No había ganas de mas cuento. Finalmente, el hombre que ríe como última acción se quitó la mascara. Al igual que hizo el “Jefe”, es que ya no era el mismo.
Finalmente “El jefe”, ese ser tan supremo para los niños, termina enamorándose como el mas vulgar de los humanos. Y “El hombre que ríe” transcurría al mismo ritmo que su romance. Tan claramente esto era así, que cuando la relación entre el “jefe” y su novia llegó su fin, también lo hizo el hombre que ríe en “El hombre que ríe”. Curiosa resulta la forma en que muere. Un hombre que ha sorteado mil batallas muere desangrado y de angustia, tras enterarse de la muerte de su fiel amigo Ala negra. Incluso teniendo la posibilidad de salvarse no quiso hacerlo, ¿para qué vivir si lo mas importante que tenía en la vida había muerto? El “jefe” sentía muerto su corazón y con él la inspiración. No había ganas de mas cuento. Finalmente, el hombre que ríe como última acción se quitó la mascara. Al igual que hizo el “Jefe”, es que ya no era el mismo.
Nota de lector de “Un día perfecto para el pez banana” de J.D. Salinger
Es una historia partida en dos. En el momento de la transición, cuesta conectar ambas partes debido a que este traspaso es demasiado abrupto e inesperado. Primeramente se cuenta con lujo de detalle la conversación telefónica que mantiene una señorita con su madre desde un cuarto de hotel. Salinger, logra una perfecta descripción de la situación a través del aporte de datos tan específicos como por ejemplo, el hecho de mencionar que la joven mientras habla con su madre pinta las uñas de los dedos de sus pies. Esto hace que el lector imagine la escena con absoluta verosimilitud, casi como que se encontraría viéndola.
Los dichos de la madre, los constantes: ¿Seguro que estás bien? ¿Condujo él? hacen sospechar que algo no está bien con el marido de la señorita. El suspenso y la tensión comienzan despertarse. Con el transcurrir de la conversación, el lector ya sabe que el hombre del que están hablando, está enfermo.
En la segunda parte del relato, esta persona llamada Seymour es quien comienza a adquirir mayor protagonismo. Se encuentra en una playa y establece un diálogo con una pequeña que se encontraba vacacionando con su madre. Este diálogo, se convierte luego, en una situación de juego no ya en la arena firme, sino dentro del agua del mar. El suspenso y la tensión alcanzan su máxima expresión. Inevitablemente se está a la espera de que algo pase. Y ese algo con seguridad significará una situación poco agradable para la pequeña. Casi no se le presta atención a la conversación que ambos mantienen, se está a la espera de “eso”. Esta sensación que experimenta el lector, es un claro resultado de la antesala propuesta por el autor en manos de la joven y su madre, que al comienzo pareciera no tener mayor relevancia.
Finalmente, nada de lo que el lector espera sucede. Salinger nos ha engañado. Seymour deja a la niña con su madre y se retira al hotel a la misma habitación donde hacía momentos había estado su mujer hablando por teléfono. Por si quedaba alguna duda de que era ésta la misma habitación, el autor menciona que al momento de ingresar a la misma aún se percibía el aroma a esmalte fresco, lo que hace que imaginar al lector mucho mejor la escena. Se dirige a su habitación, toma su arma, y cuando el lector está completamente convencido que la matará a ella, se sorprende al leer que el disparo no sería para ella sino para él. Salinger nos ha engañado otra vez. La vigilia es extrema ya que el autor mantiene convencido al lector hasta la última frase que Seymour matará a su mujer.
“Quitó el seguro. Después se sentó en la cama desocupada, miró a la chica, apuntó con la pistola y…” hasta aquí todo hace suponer una cosa, pero a tan solo ocho palabras del final todo puede cambiar: “se disparó un tiro en la sien derecha”. Es un logro del autor, resultó ser un efecto bien aplicado. En este cuento encontramos claramente identificadas las categorías de historia uno e historia dos a las que Piglia hace referencia. Aparentemente, la historia uno tiene que ver con aquella que queda expuesta a simple vista, es decir, la historia de un hombre mentalmente enfermo con una mujer despreocupada que termina disparándose un tiro en la cabeza. Pero ciertamente la historia dos está relacionada con las terribles secuelas que deja en un ser humano combatir en una guerra. Si bien la historia dos aparece en la última frase del texto, ésta va apareciendo de a poco y es brindada al lector indicialmente y en pequeñas dosis.
Es decir, que es bien fiel a la definición propuesta por Piglia. Explota sobre el final pero no surge de la nada, el autor la ha ido soltando de a poco esperando el momento correcto para aparecer. Como ejemplo, bien puede funcionar la metáfora sobre los peces banana que aparece promediando la narración. Este breve relato dentro del relato mismo, representa simbólicamente el accionar de los norteamericanos a nivel político-militar y a su vez en mi opinión, funciona como desencadenante de la decisión que finalmente Seymour decide tomar.
Los dichos de la madre, los constantes: ¿Seguro que estás bien? ¿Condujo él? hacen sospechar que algo no está bien con el marido de la señorita. El suspenso y la tensión comienzan despertarse. Con el transcurrir de la conversación, el lector ya sabe que el hombre del que están hablando, está enfermo.
En la segunda parte del relato, esta persona llamada Seymour es quien comienza a adquirir mayor protagonismo. Se encuentra en una playa y establece un diálogo con una pequeña que se encontraba vacacionando con su madre. Este diálogo, se convierte luego, en una situación de juego no ya en la arena firme, sino dentro del agua del mar. El suspenso y la tensión alcanzan su máxima expresión. Inevitablemente se está a la espera de que algo pase. Y ese algo con seguridad significará una situación poco agradable para la pequeña. Casi no se le presta atención a la conversación que ambos mantienen, se está a la espera de “eso”. Esta sensación que experimenta el lector, es un claro resultado de la antesala propuesta por el autor en manos de la joven y su madre, que al comienzo pareciera no tener mayor relevancia.
Finalmente, nada de lo que el lector espera sucede. Salinger nos ha engañado. Seymour deja a la niña con su madre y se retira al hotel a la misma habitación donde hacía momentos había estado su mujer hablando por teléfono. Por si quedaba alguna duda de que era ésta la misma habitación, el autor menciona que al momento de ingresar a la misma aún se percibía el aroma a esmalte fresco, lo que hace que imaginar al lector mucho mejor la escena. Se dirige a su habitación, toma su arma, y cuando el lector está completamente convencido que la matará a ella, se sorprende al leer que el disparo no sería para ella sino para él. Salinger nos ha engañado otra vez. La vigilia es extrema ya que el autor mantiene convencido al lector hasta la última frase que Seymour matará a su mujer.
“Quitó el seguro. Después se sentó en la cama desocupada, miró a la chica, apuntó con la pistola y…” hasta aquí todo hace suponer una cosa, pero a tan solo ocho palabras del final todo puede cambiar: “se disparó un tiro en la sien derecha”. Es un logro del autor, resultó ser un efecto bien aplicado. En este cuento encontramos claramente identificadas las categorías de historia uno e historia dos a las que Piglia hace referencia. Aparentemente, la historia uno tiene que ver con aquella que queda expuesta a simple vista, es decir, la historia de un hombre mentalmente enfermo con una mujer despreocupada que termina disparándose un tiro en la cabeza. Pero ciertamente la historia dos está relacionada con las terribles secuelas que deja en un ser humano combatir en una guerra. Si bien la historia dos aparece en la última frase del texto, ésta va apareciendo de a poco y es brindada al lector indicialmente y en pequeñas dosis.
Es decir, que es bien fiel a la definición propuesta por Piglia. Explota sobre el final pero no surge de la nada, el autor la ha ido soltando de a poco esperando el momento correcto para aparecer. Como ejemplo, bien puede funcionar la metáfora sobre los peces banana que aparece promediando la narración. Este breve relato dentro del relato mismo, representa simbólicamente el accionar de los norteamericanos a nivel político-militar y a su vez en mi opinión, funciona como desencadenante de la decisión que finalmente Seymour decide tomar.
Nota de lector de “¿Por qué no bailais?” de Raymond Carver
Es un cuento cuya característica mas notoria, es la falta de un final por llamarlo de alguna manera convencional. Ese tipo de final donde se le brinda al lector una explicación a algunos o a todos los interrogantes que fueron surgiendo durante el momento de la lectura. Esto no tiene porque ser así, así es la historia y como es hay que respetarla, solo que resulta inevitable no experimentar este tipo de sensación al finalizar el relato.
En cuanto a la historia, el único dato que el autor nos brinda, es la situación que se genera entre el hombre, que deposita todo el mobiliario de su hogar en la calle con aparentes intenciones de venderlo, y la joven pareja dispuesta a comprarlo. A partir de ésto, el lector se ve en la forzosa tarea de intentar descubrir que es lo que se pretende contar. En mi opinión, es una historia sobre el presente y el futuro. Aquel hombre fue alguna vez junto con su mujer, como aquella pareja que visitó su jardín. Se puede interpretar que quizás la ruptura de la pareja en su caso se haya debido al alcohol, ya que desde el principio de la historia hasta el final, el hombre no ha dejado de beber.
Se puede leer al relato también desde la perspectiva de la pareja. Hay veces en la vida que atravesamos situaciones directamente inentendibles. Siempre que nos pasa algo, ese algo tiene que tener una explicación, por lo general, una que sea lógica. Pero no siempre es asi. A muchas situaciones de nuestra vida no les hemos encontrado explicación, ésto, sin pecar de ignorantes al creer que no las tenga, solo que no nos es dada de manera expresa y clara por lo que terminamos cayendo en el error de considerarla inexistente.
Lo mismo sucede con este cuento, el sentido del relato existe, está; solo que hay que buscarlo. Esto es en relación al diálogo final en el cual la chica relata a todo el mundo lo sucedido, buscando compartir la sensación por la que atravesó ante tan absurda situación. Lo presentaba como algo absolutamente disparatado y sin sentido, seguramente considerando conciente o inconcientemente como explicación mas lógica, que no era un hombre mentalmente sano, que se trataba de un loco. Pero el lector sabe que no es asi, porque es conciente de algunas situaciones que esta chica desconoce.
Es en parte una historia sobre un corazón roto.
“Los chicos estaban sentados a la mesa. El hombre los miró. A la luz de la lámpara, creyó ver algo en sus caras. Algo agradable o desagradable. ¿Quién podía saberlo?”
Lo que vió es algo que en algunas circunstancias suele ser absolutamente bello y en otras algo completamente triste y perturbador. Lo que vió fue amor.
En cuanto a la historia, el único dato que el autor nos brinda, es la situación que se genera entre el hombre, que deposita todo el mobiliario de su hogar en la calle con aparentes intenciones de venderlo, y la joven pareja dispuesta a comprarlo. A partir de ésto, el lector se ve en la forzosa tarea de intentar descubrir que es lo que se pretende contar. En mi opinión, es una historia sobre el presente y el futuro. Aquel hombre fue alguna vez junto con su mujer, como aquella pareja que visitó su jardín. Se puede interpretar que quizás la ruptura de la pareja en su caso se haya debido al alcohol, ya que desde el principio de la historia hasta el final, el hombre no ha dejado de beber.
Se puede leer al relato también desde la perspectiva de la pareja. Hay veces en la vida que atravesamos situaciones directamente inentendibles. Siempre que nos pasa algo, ese algo tiene que tener una explicación, por lo general, una que sea lógica. Pero no siempre es asi. A muchas situaciones de nuestra vida no les hemos encontrado explicación, ésto, sin pecar de ignorantes al creer que no las tenga, solo que no nos es dada de manera expresa y clara por lo que terminamos cayendo en el error de considerarla inexistente.
Lo mismo sucede con este cuento, el sentido del relato existe, está; solo que hay que buscarlo. Esto es en relación al diálogo final en el cual la chica relata a todo el mundo lo sucedido, buscando compartir la sensación por la que atravesó ante tan absurda situación. Lo presentaba como algo absolutamente disparatado y sin sentido, seguramente considerando conciente o inconcientemente como explicación mas lógica, que no era un hombre mentalmente sano, que se trataba de un loco. Pero el lector sabe que no es asi, porque es conciente de algunas situaciones que esta chica desconoce.
Es en parte una historia sobre un corazón roto.
“Los chicos estaban sentados a la mesa. El hombre los miró. A la luz de la lámpara, creyó ver algo en sus caras. Algo agradable o desagradable. ¿Quién podía saberlo?”
Lo que vió es algo que en algunas circunstancias suele ser absolutamente bello y en otras algo completamente triste y perturbador. Lo que vió fue amor.
Nota de lector de “Fotos” de Rodolfo Walsh
Es, a diferencia de Nota al pie, un cuento mas clásico. Si bien posee los destellos del estilo propio del autor, el contenido logra comprenderse de manera mucho mas clara. Es un relato en mi opinión, perfectamente narrado y expresivo en cada uno de los párrafos. En cuanto a la historia, el texto está contado en primera persona a modo de experiencia personal.
Lo que en este caso el narrador pretende contar, seguramente influenciado también por el autor, es la incomprensión que sufre ante la presencia de algunos actos y situaciones de la vida misma. El narrador, presenta la indignación propia de ver como aquel joven llamado Mauricio que ha vivido toda su vida con irresponsabilidad e inmadurez, logra convertirse en un ser respetado en el pueblo en que vive, por el simple hecho de sacar fotos. Quizás mas indignante sea aún, que esta situación sea producto íntegramente del factor suerte. Mauricio no era un fotógrafo erudito ni tampoco poseía un completo dominio sobre el tema, su única tarea simplemente era presionar un botón. “Era el mejor fotógrafo del pueblo, también es cierto que era el único”.
El narrador pensará en la fortuna de los despreocupados, aquellos que de nada se ocupan ni mucho menos preocupan. La indignación se mezcla también con la envidia, aquel hombre bruto e iletrado era un absoluto conocedor de muchas cosas de la vida, fruto de haber viajado y de haber conocido, en fin, de haber vivido. La situación del burdel es un claro ejemplo. En esta escena perfectamente narrada, La postura de Mauricio es avasallante con respecto a la del narrador, Mauricio es dueño de un reconocimiento que luego se hará extensible al resto del pueblo, incluyendo su propio padre quien jamás sintió identificación alguna con su hijo. Pero luego esto cambiará, debido al orgullo que le brindará el saber que su hijo se habrá convertido en el mejor fotógrafo del pueblo.
Lo que en este caso el narrador pretende contar, seguramente influenciado también por el autor, es la incomprensión que sufre ante la presencia de algunos actos y situaciones de la vida misma. El narrador, presenta la indignación propia de ver como aquel joven llamado Mauricio que ha vivido toda su vida con irresponsabilidad e inmadurez, logra convertirse en un ser respetado en el pueblo en que vive, por el simple hecho de sacar fotos. Quizás mas indignante sea aún, que esta situación sea producto íntegramente del factor suerte. Mauricio no era un fotógrafo erudito ni tampoco poseía un completo dominio sobre el tema, su única tarea simplemente era presionar un botón. “Era el mejor fotógrafo del pueblo, también es cierto que era el único”.
El narrador pensará en la fortuna de los despreocupados, aquellos que de nada se ocupan ni mucho menos preocupan. La indignación se mezcla también con la envidia, aquel hombre bruto e iletrado era un absoluto conocedor de muchas cosas de la vida, fruto de haber viajado y de haber conocido, en fin, de haber vivido. La situación del burdel es un claro ejemplo. En esta escena perfectamente narrada, La postura de Mauricio es avasallante con respecto a la del narrador, Mauricio es dueño de un reconocimiento que luego se hará extensible al resto del pueblo, incluyendo su propio padre quien jamás sintió identificación alguna con su hijo. Pero luego esto cambiará, debido al orgullo que le brindará el saber que su hijo se habrá convertido en el mejor fotógrafo del pueblo.
Nota de lector de “Nota al pie” de Rodolfo Walsh
Siento estar ante la presencia de un texto raro. Sinceramente no es el tipo de narraciones con las cuales consigo mayor identificación, en parte me confunde y me aburre. Quizás es culpa de mi vaga sensación de curiosidad que no me obliga a tratar de comprenderlo, y que me invita a optar por la opción mas fácil que es dejar de leerlo, o peor, leerlo por compromiso.
Lo que queda expuesto a simple vista es que es un texto que funciona a dos niveles, la historia aparentemente principal y las notas al pie presentes en cada una de las hojas. Lo llamativo es que ambas funcionan como dos relatos completamente independientes. Las notas al pie conforman su propia historia soltándole la mano a la historia que se cuenta por encima de ellas. Pareciera ser que transcurren por la misma dirección pero por caminos diferentes, mantienen un vínculo pero sin tocarse; son como paralelas que, como nos explicaron en la escuela, parecerán cruzarse únicamente en el infinito. De todas formas, agudizando los sentidos de percepción, el lector logra comprender el sentido de la historia.
Otro rasgo sobresaliente, es la forma en que la nota al pie a medida que transcurre el relato, adquiere mayor protagonismo que su compañera. Al comienzo del cuento, las notas al pie eran eso, solo notas al pie cuyo objetivo consistía en aportar mayor información para la correcta interpretación del mismo. Pero con el transcurrir de las hojas, el cambio se torna evidente hasta llegar al punto de al finalizar el relato, ocurre la misma situación que al comienzo pero absolutamente a la inversa. La nota al pie se ha devorado a la historia principal. Si es que en verdad hay una.
Lo que queda expuesto a simple vista es que es un texto que funciona a dos niveles, la historia aparentemente principal y las notas al pie presentes en cada una de las hojas. Lo llamativo es que ambas funcionan como dos relatos completamente independientes. Las notas al pie conforman su propia historia soltándole la mano a la historia que se cuenta por encima de ellas. Pareciera ser que transcurren por la misma dirección pero por caminos diferentes, mantienen un vínculo pero sin tocarse; son como paralelas que, como nos explicaron en la escuela, parecerán cruzarse únicamente en el infinito. De todas formas, agudizando los sentidos de percepción, el lector logra comprender el sentido de la historia.
Otro rasgo sobresaliente, es la forma en que la nota al pie a medida que transcurre el relato, adquiere mayor protagonismo que su compañera. Al comienzo del cuento, las notas al pie eran eso, solo notas al pie cuyo objetivo consistía en aportar mayor información para la correcta interpretación del mismo. Pero con el transcurrir de las hojas, el cambio se torna evidente hasta llegar al punto de al finalizar el relato, ocurre la misma situación que al comienzo pero absolutamente a la inversa. La nota al pie se ha devorado a la historia principal. Si es que en verdad hay una.
Reflexión sobre narración
Comprendería un acto de injusticia limitar las posibilidades de las que es capaz de brindar la narración, encasillándola como un simple género literario. Como dice Alvarado y Yeannoteguy, los seres humanos pensamos nuestra propia vida de manera narrativa como asi también, hacemos con la vida de los demás. Es decir, que vivimos nuestra vida pensándola como un relato, haciendo narraciones de las situaciones que transcurren en la vida real o convirtiendo a éstas en realidades vividas. Vivir es narrar, todo lo que se vive se puede contar; toda nuestra vida constituye una narración.
Hay que destacar entonces, el importante rol que ejerce la narración oral. Lo que ocurre con esta forma de narrar, es la inevitable transformación que sufren las narraciones con el paso de las transmisiones y del tiempo. Los hechos, los contextos, incluso los mensajes, se distorsionan; algunas veces de manera natural y otras intencionalmente. Como por ejemplo, las transformaciones que sufrieron algunos de los mas famosos cuentos infantiles tal cual expresa Alvarado y yeannoteguy. “Hansel y Gretel” o “Pulgarcito” son solo algunos casos cuyo contenido ha ido modificándose con el paso del tiempo, con el fin de que su contenido fuera menos violento, debido a que la realidad vivida en el momento de ser escritos, no era la misma que se vivió tiempo después y que se vive hoy en día inclusive. De todas formas, las moralejas de estas historias han permanecido perennes a los cambios del mundo y su forma de encararlo.
En “El Narrador” de Walter Benjamín, el autor destaca la importancia de las narraciones orales en cuanto a lo que de ellas se desprenden. Siempre se aprende algo, ya sea una enseñanza de orden moral, o bien un conocimiento práctico proveniente del relato de experiencias. Según este autor, el secreto de que las narraciones no caduquen con el paso del tiempo, radica en la interpretación del que las oye. Las narraciones son lineales, no se esmeran en brindarle subjetividad al relato; por eso es que perduran. A medida que el tiempo pasa y los lectores se renuevan, el sentido de interpretación cambia y es así como se encuentran nuevas formas de comprender al relato refrescando de esta manera, la vigencia del mismo.
Una clave fundamental para comprender al género de la narración, es saber distinguir entre el narrador y el autor. Volviendo al capítulo de Alvarado y Yeannoteguy, allí se aclara que el narrador no es el autor. El autor es el ser humano que toma un papel y una pluma y comienza a escribir. Pero cuando el texto es leído, esta persona absolutamente mortal y común, desaparece cediéndole el lugar a su alter ego que es el narrador. El narrador es lo que Superman a Clark Kent. El lector recrea en su mente la imagen y voz del que narra, que poco tiene que ver con el que escribe. El escritor, antepone a modo de escudo la figura metafórica de un narrador, buscando la identificación del lector con esa creación ficticia parte del juego, y no con el autor de carne y hueso cuyo universo propio pertenece a la mas real de las realidades.
Una de las formas de narración mas populares es sin duda el cuento. Ricardo Piglia en su “Tesis sobre el cuento” asegura que en todo cuento existen, es decir se relatan, dos historias: una historia a la vista y otra que permanece oculta. Se deduce de esta afirmación, que la historia que se narra desde un primer plano, no es la que verdaderamente se pretende contar. Para Piglia, la historia dos no es algo que permanece oculto durante todo el relato y aparece cual caja de Pandora sobre el final echando por tierra todo lo que el lector había imaginado, invitándolo a releer el cuento si en verdad busca comprender el verdadero significado de la narración. La historia oculta que se cuenta, debe ser presentada entonces al lector de manera misteriosa y en pequeñas dosis para finalmente sí, aparecer con toda plenitud sobre el final. Esta sub. división de categorías en la forma de pensar al cuento, es resultado de un proceso de cambio que ha ido experimentando el género a lo largo de las épocas. En los cuentos clásicos, la historia dos siempre solía aparecer sobre el final, mientras que en el cuento moderno, jamás termina de aparecer generando en el lector sensación de suspenso y expectativa.
La narración en todas sus variantes, comprende un género sumamente rico con inagotables fuentes de recursos en donde sus lectores u oyentes, pueden sumergirse en océanos profundos cuyas aguas no se conoce con seguridad de donde provienen ni quien las produce realmente, pero que de todas formas logra envolvernos.
Hay que destacar entonces, el importante rol que ejerce la narración oral. Lo que ocurre con esta forma de narrar, es la inevitable transformación que sufren las narraciones con el paso de las transmisiones y del tiempo. Los hechos, los contextos, incluso los mensajes, se distorsionan; algunas veces de manera natural y otras intencionalmente. Como por ejemplo, las transformaciones que sufrieron algunos de los mas famosos cuentos infantiles tal cual expresa Alvarado y yeannoteguy. “Hansel y Gretel” o “Pulgarcito” son solo algunos casos cuyo contenido ha ido modificándose con el paso del tiempo, con el fin de que su contenido fuera menos violento, debido a que la realidad vivida en el momento de ser escritos, no era la misma que se vivió tiempo después y que se vive hoy en día inclusive. De todas formas, las moralejas de estas historias han permanecido perennes a los cambios del mundo y su forma de encararlo.
En “El Narrador” de Walter Benjamín, el autor destaca la importancia de las narraciones orales en cuanto a lo que de ellas se desprenden. Siempre se aprende algo, ya sea una enseñanza de orden moral, o bien un conocimiento práctico proveniente del relato de experiencias. Según este autor, el secreto de que las narraciones no caduquen con el paso del tiempo, radica en la interpretación del que las oye. Las narraciones son lineales, no se esmeran en brindarle subjetividad al relato; por eso es que perduran. A medida que el tiempo pasa y los lectores se renuevan, el sentido de interpretación cambia y es así como se encuentran nuevas formas de comprender al relato refrescando de esta manera, la vigencia del mismo.
Una clave fundamental para comprender al género de la narración, es saber distinguir entre el narrador y el autor. Volviendo al capítulo de Alvarado y Yeannoteguy, allí se aclara que el narrador no es el autor. El autor es el ser humano que toma un papel y una pluma y comienza a escribir. Pero cuando el texto es leído, esta persona absolutamente mortal y común, desaparece cediéndole el lugar a su alter ego que es el narrador. El narrador es lo que Superman a Clark Kent. El lector recrea en su mente la imagen y voz del que narra, que poco tiene que ver con el que escribe. El escritor, antepone a modo de escudo la figura metafórica de un narrador, buscando la identificación del lector con esa creación ficticia parte del juego, y no con el autor de carne y hueso cuyo universo propio pertenece a la mas real de las realidades.
Una de las formas de narración mas populares es sin duda el cuento. Ricardo Piglia en su “Tesis sobre el cuento” asegura que en todo cuento existen, es decir se relatan, dos historias: una historia a la vista y otra que permanece oculta. Se deduce de esta afirmación, que la historia que se narra desde un primer plano, no es la que verdaderamente se pretende contar. Para Piglia, la historia dos no es algo que permanece oculto durante todo el relato y aparece cual caja de Pandora sobre el final echando por tierra todo lo que el lector había imaginado, invitándolo a releer el cuento si en verdad busca comprender el verdadero significado de la narración. La historia oculta que se cuenta, debe ser presentada entonces al lector de manera misteriosa y en pequeñas dosis para finalmente sí, aparecer con toda plenitud sobre el final. Esta sub. división de categorías en la forma de pensar al cuento, es resultado de un proceso de cambio que ha ido experimentando el género a lo largo de las épocas. En los cuentos clásicos, la historia dos siempre solía aparecer sobre el final, mientras que en el cuento moderno, jamás termina de aparecer generando en el lector sensación de suspenso y expectativa.
La narración en todas sus variantes, comprende un género sumamente rico con inagotables fuentes de recursos en donde sus lectores u oyentes, pueden sumergirse en océanos profundos cuyas aguas no se conoce con seguridad de donde provienen ni quien las produce realmente, pero que de todas formas logra envolvernos.
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