miércoles, 10 de septiembre de 2008

Breve reflexión acerca de la experiencia personal con el género entrevista

Debo confesar que convertirme en entrevistador, aunque haya sido por una vez, me ha abierto las puertas a un mundo totalmente desconocido y diferente con respecto a todo lo que pude alguna vez haber imaginado acerca del género. Descubrí en la experiencia, situaciones realmente novedosas y enriquecedoras que jamás creí que podía aportarme el solo hecho de entrevistarme con alguien. Me refiero específicamente a la búsqueda del entrevistado, a ponerme en contacto con él, en conocer su espacio, en terminar descubriendo mas, que aquello que fui a buscar. La antesala, las situaciones por las que atravesé, la tarea de campo previamente realizada, todo aquello que tuvo como desenlace final la entrevista. Que en definitiva fue eso, tan solo un desenlace. Pero el aprendizaje y lo valioso, al menos para mi, había empezado mucho antes.
Cuando tuve la idea de realizarle la entrevista a un veterano de Malvinas, la primer tarea que me propuse fue hablar con un amigo que trabaja en el Banco Macro ente mediante el cual, los ex combatientes cobran su pensión. Efectivamente, mi amigo conocía a varios de ellos y me facilitó el número de teléfono de algunos con los cuales mantenía una relación de mayor confianza. Hablé con uno de ellos y quedó en contestarme, jamás lo hizo. Insistí, pero no volví a poder localizarlo. Entonces me comuniqué con otro que me remarca, al igual que su predecesor, que no le es fácil hablar del tema y que preferiría no hacerlo, pero ante mis reiteradas explicaciones sobre el motivo de la entrevista, accedió a concederme un encuentro para el sábado 30 a la tarde. De todas maneras, quedó en confirmarme el día anterior. El viernes finalmente no recibí noticia alguna de mi potencial entrevistado. Al día siguiente intenté hablar con él y solo obtuve como respuesta la voz de su contestador. Llegada la tarde del sábado, emprendí viaje hacia el barrio “El Dorado”, lugar donde sabía que la mayoría de sus residentes habían combatido en las islas. ¿A qué fuí? ¿Con quién iba a hablar?, aún no lo sabía. Sin saber con exactitud donde quedaba este barrio, descubrí que había llegado a destino cuando comencé a divisar que las casas que inundaban las cuadras, eran del tipo prefabricadas y mantenían todas ellas
la misma fisonomía. Que mas podía hacer entonces que tocar el timbre en cualquiera de ellas; y con algo de miedo, asi hice. Me encontraba unos instantes después, hablando y explicándole a Benito los motivos de mi sorpresiva visita. Él me contaba que con el que debía hablar realmente era con Omar (el mismo que se menciona en la entrevista) que vivía a tan solo tres casas de donde yo me encontraba. El miedo ya había desaparecido.
Fuimos con Omar y después que yo le contara los motivos de mi presencia, me comentó acerca de la existencia del centro de ex combatientes del cual sería presidente en unos días. Ninguno de ellos podía prestarse a concederme la entrevista en aquel momento, por lo que Omar termina arreglando un encuentro con algunos de los muchachos que visitan el centro para el lunes a las 8 de la noche. Omar, Benito, y yo, nos quedamos hablando un largo rato en la calle como si nos conociéramos desde hiciera años. Me contaron de la proyección del centro, de los encuentros que realizan, las charlas que dan, y compartieron también algunas anécdotas del barrio donde viven, de sobre porqué gracias al trato que ellos le proporcionan, es un lugar tranquilo y seguro para vivir. Sin extender demasiado la charla, me despedí de ellos y me fui esperando ansioso la llegada del lunes, el día que me convertiría oficialmente en entrevistador.

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